Esta tarde la cantautora israelí Ajinoam Nini, más conocida como Noa (Tel Aviv, 1969), cierra su gira española de conciertos con su primera actuación en el Teatro Arriaga de Bilbao, donde repasará algunas de sus mejores canciones flanqueada por los músicos del Solis String Quartet.



Pregunta.- Va a cantar una selección de sus mejores canciones, desde su comienzos hasta el reciente Noápoles. ¿Cuánto ha cambiado su forma de hacer música en este tiempo?

Respuesta.- Teniendo en cuenta que la base de mi trabajo ha consistido siempre en escribir canciones y que lo que escribo tiene que ver con el estado de mi alma, estoy segura de que mi música ha cambiado mucho a lo largo de este tiempo como consecuencia de la gente que he conocido, de mis hijos, de mis viajes, de mis lecturas y sobre todo de vivir en un país como Israel, de una historia y belleza apabullantes, pero lleno también de dilemas y de contradicciones. Como no podría ser de otra forma, todo esto ha marcado mi música y la letra de mis canciones. Reconozco que me siento más cómoda con el repertorio clásico de discos como Naópoles o The Israel Songbook, y quiero pensar que lo único que no ha cambiado en todo este tiempo es mi integridad musical y mis ganas de seguir aprendiendo.



P.- ¿Por qué decidió hacer las maletas e ir a vivir a Israel con 17 años?

R.- Me mudé allí porque me enamoré de Asher, un israelí que conocí durante mi verano de los 15 años. Él tenía 21, y nos mandamos cartas, cartas de verdad, escritas de puño y letra, durante dos años antes de volver a vernos. Entonces decidí abandonar Nueva York y lanzarme a la aventura. Israel ha cambiado mi vida por completo. No sólo por tener la oportunidad de conocer a Gil Dor, mi compañero musical y gran amigo desde entonces, también por su efecto directo en mi personalidad. Israel me ha hecho más fuerte, me ha permitido recuperar mis raíces y desafiar los sentidos cada día.



P.- En plenas celebraciones por el bicentenario de Wagner, ¿cree pertinente que se interprete su música en Israel?

R.- Dado que Wagner fue un orgulloso antisemita, y en vista del uso que se hizo de su música durante el Holocausto, sirviendo de banda sonora de los campos de extermino, puedo entender perfectamente que siga hiriendo sensibilidades. Sé que se manipuló su música y que el problema es mucho más complejo que la decisión de cancelar o no un concierto, pero entiendo el dolor que sigue causando.



P.- ¿Puede la música realmente cambiar las cosas?

R.- Por supuesto que puede, como bien ha demostrado la Historia. En los últimos años he tenido ocasión de colaborar con diferentes músicos árabes, y me consta que nuestros proyectos musicales han inspirado a mucha gente. El concierto que ofrecí junto a Mira Awad en Eurovisión abrió la mente de mucha gente, como confirman los cientos de correos que he recibido animándome a seguir con proyectos parecidos.