Tamara Rojo. Foto: Antonio Heredia.
La bailarina española y directora del Royal Ballet recoge el 5 de junio en Londres el II Premio Fundación Banco Santander a las Relaciones Hispano-Británicas. Después, Tamara Rojo volverá al Festival de Granada.
Tras ganar el Concurso Internacional de Danza de París, la legendaria Galina Samsova quiso que Tamara Rojo se incorporara al Scottish Ballet. De ahí saltó, en 1997, al londinense English Ballet, donde estuvo sólo tres años, antes de recalar en el vecino y prestigioso Royal, convirtiéndose en la bailarina más joven en conseguir la máxima categoría en la historia del ballet después de la mítica Maya Plisetsjkaya (en el Bolshói), con quien compartió el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2005, el único que ha recaído sobre bailarinas. La pertenencia al Royal Ballet y las invitaciones de otras prestigiosas compañías le ha permitido interpretar los principales roles de las grandes obras del ballet académico, desde El lago de los cisnes a La bella durmiente. También ha bailado importantes coreografías de maestros del siglo XX, como Maurice Béjart, Jirí Kylián, Mats Eks, Wayne McGregor... Por eso siempre criticó que la CND limitara su papel a la interpretación de obras contemporáneas, exigiendo que ampliara sus programas a todo tipo de coreografías.
Fueron muchos los que pensaron que, tras la marcha de Nacho Duato de la compañía, se postularía como directora. Pero sorprendió al sector cuando, hace unos meses, reapareció al frente (y en el cuerpo) del English National Ballet. Desde el principio de su incorporación fue muy clara con lo que quería hacer. "Hoy, más que nunca hay que tener una identidad específica porque existen muchas compañías y poco dinero para mantenerlas". Su primer programa como directora, el pasado abril, reunió obras de Roland Petit y del polémico, para la danza inglesa, Kylián, decisión que no incomodó, pero que la crítica londinense consideró como "combativa, como es ella". Su siguiente reto será conseguir estrenos de los principales coreógrafos, algo que, seguro, logrará.
Vocación y futuro
A ese doble papel en el English suma un tercero, que Rojo valora mucho: el de directora de la escuela de la Compañía. Es algo que define su trabajo y que da pistas de por dónde puede ir su carrera cuando deje de bailar. "Enseñar es lo que me hace más feliz. No hay nada más satisfactorio que ver que otros lleguen gracias a ti", asegura la bailarina, que impartirá varias clases magistrales en el Festival de Granada (del 29 de junio a 3 de julio), además de participar como primera bailarina invitada en Don Quijote (30 de junio).En esas clases, tal vez, participen las futuras estrellas de la danza española, aunque Rojo encuentra muy difícil que vuelvan a surgir nombres que tomen el relevo de su generación. Para ella ése fue "un buen accidente que no durará siempre, porque si las nuevas generaciones no nos ven bailar no tendrán a quien emular", asegura la bailarina, crítica con la política seguida en el ámbito de la danza. "El problema es que no se crean las estructuras para que las instituciones culturales sean independientes".