Image: David Afkham

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Escenarios

David Afkham

“Mi objetivo con la Nacional es llegar a ser prescindible”

7 junio, 2013 02:00

David Afkham. Foto: Rafa Martín.

El joven director alemán, que asumirá la titularidad de la Orquesta y Coro Nacionales de España en 2014, visita estos días el Auditorio Miguel Delibes de Valladolid al frente de la Sinfónica de Castilla y León para un programa con obras de Webern, Mahler y Schubert.

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  • El talento de un director de orquesta se mide durante los ensayos, en la intimidad de los músicos vestidos con ropa de calle. Lo normal es que la Quinta de Tchaikovsky no salga del tirón, pero merece la pena ver a David Afkham (Friburgo, 1983) comentando el Per aspera ad astra con la sección de cuerdas de la Orquesta Nacional de España, de la que será director titular a partir de la temporada 2014/2015. Le han elegido por su talento, por su proyección y por su juventud. Pero, sobre todo, por la insistencia de los músicos, que en los últimos meses han sufrido en silencio un culebrón burocrático que casi termina truncando el fichaje del joven director alemán. "La negociación se complicó inexplicablemente, pero yo siempre he tenido claro que quería venir a Madrid", cuenta Afkham a El Cultural. "Ninguna de mis experiencias anteriores con orquestas es comparable a la de mi primera visita al Auditorio Nacional". Fue en septiembre de 2011, durante una sustitución a Josep Pons, que le pasa ahora el testigo después de nueve años de dedicación y un vacío de poder de varios meses. "En mi primer concierto sentí el flechazo. Me di cuenta de que la Nacional me necesitaba tanto como yo a ella".

    En su siguiente visita, a propósito de una espectacular Segunda de Brahms, Pons tuvo ocasión de darle algunos consejos. "Me habló de la complejidad musical y humana de la orquesta, de su enorme carácter y de su gran personalidad". Elogia el temperamento frente a la docilidad. "Prefiero mil veces una orquesta que desafina a otra que no es capaz de transmitir". No es el caso de la Nacional, aunque reconoce que habrá de trabajar duro para llegar a acuñar un estilo propio. "Los músicos han de aprender a administrar su energía. No se puede tocar igual a Brahms que a Richard Strauss. Porque algunas partituras piden densidad donde otras requieren transparencia. Por eso las orquestas del siglo XXI han de ser, ante todo, flexibles".

    El mayor reto consiste en aprender a escucharse. "No quiero músicos que se camuflen en la masa sino individuos que funcionen como un ensemble. Eso no se consigue en una semana o en un mes, ni siquiera en un año". Tanto importa la batuta como la mano izquierda. "Hace falta un poco de psicología para sacar lo mejor de un grupo. No hay que olvidar que los músicos no son máquinas, sino personas con problemas".

    Retiro musical

    Ha firmado por tres temporadas prorrogables, pero dice que ha venido a Madrid para quedarse. Le gustaría vivir cerca de El Retiro. "El contacto con la naturaleza es fundamental para un director que quiera, por ejemplo, profundizar en la Pastoral de Beethoven, que es una partitura que no se lee sino que se respira". Tiene las ideas claras, pero no comulga con dogmas. "No existe la música correcta ni la perfección técnica. No hay un único sonido para Bach, Haydn o Mozart. Sólo una actitud adecuada".

    Es algo que aprendió de su mentor Bernard Haitink al abrigo de los músicos de la Sinfónica de Chicago y la Royal Concertgebouw, y que puso en práctica después con la Sinfónica de Londres, la Nacional de Francia, la Filarmónica de Los Ángeles y la Mahler Chamber Orchestra. Los días 13 y 14 de junio visitará el Auditorio Miguel Delibes de Valladolid. Al frente de la Sinfónica de Castilla y León dirigirá el Idilio para orquesta de Webern, las Canciones de un camarada errante de Mahler y la Sinfonía n° 9 de Schubert. Su nombre llegó a sonar incluso en la quiniela sucesoria de la Sinfónica de Gotemburgo (de ahí las comparaciones con Gustavo Dudamel), aunque él echa balones fuera. "¿Cómo iban a elegirme a mí teniendo a Kent Nagano?". Su condición de golden boy de 30 años no le va a impedir enfrentarse a las vacas sagradas. "Reconozco que para dirigir una sinfonía de Beethoven hay que haber sufrido lo suficiente, pero no es menos cierto que el repertorio debe ir creciendo dentro de ti. No es recomendable debutar la Novena con cincuenta años".

    Afkham toca el piano y el violín desde los 6 años. A los 19 decidió estudiar dirección en la Escuela de Música Liszt en Weimar. "La batuta me ha permitido no tener que renunciar a nada. Ni al piano, ni al violín ni por supuesto al teatro o a la ópera". A la espera de que el Teatro Real, el Liceo o el Palau de les Arts cuenten con su ejecutoria, le gustaría abordar con la OCNE versiones de concierto de grandes títulos operísticos, como El caballero de la rosa de R. Strauss o El holandés errante de Wagner. Por lo demás, seguirá centrado en el repertorio sinfónico, sobre todo el romántico centroeuropeo: Beethoven, Brahms, Schumann, Mendelssohn, Wagner, Mahler, Bruckner. "Pero sin olvidar que para tocar a Mozart o Haydn hay que cambiar el chip". Habrá también tiempo para la música española, que, de momento, prefiere dejar en manos de expertos. "Necesito tiempo para ir familiarizándome, sin prisa pero sin pausa, con el idioma y la cultura española". Y recurre a las imágenes de Prova d'orchestra de Fellini para su declaración de intenciones: "Mi objetivo con la Nacional es llegar a ser prescindible".

    El padre de Afkham, de origen iraní, es cardiólogo y, de sus cuatro hermanos, dos son músicos profesionales (uno en la Filarmónica de Berlín) y los otros dos, médicos. "Por pura deformación familiar tiendo a pensar que los conciertos pueden curar a la gente y mejorar el mundo en el que vivimos". No le asusta la situación económica de España, que considera una potencia cultural de primer orden. "La crisis, tarde o temprano, pasará. Y entonces se verá qué importancia tenían las artes y la cultura para el desarrollo de un país. España está pasando por momentos difíciles, pero eso no me desanima. Todo lo contrario. Es admirable que, en estas condiciones, siga invirtiéndose dinero en la música. Los españoles deberían estar orgullosos".