Asier Etxeandia representa El intérprete en el Price, dentro de los Veranos de la Villa. Foto: Sergio Enríquez-Nistal



¿Por qué Asier Exteandia? ¿Por qué en un año tan extraño de pronto el éxito de un único intérprete defendiendo un espectáculo centrado en la canción? Viene Wynton Marsalis, uno de los músicos de jazz más importantes del mundo, y no acaba de llenar. Llega después Ben Howard, que viene de triunfar en los Brit Awards y que es la sensación en Inglaterra, y tampoco. Exteandia, él solito, se compromete a repetir El intérprete en el mismo escenario que aquellos, el Circo Price (sábado, 20), y unos días antes ya está presumiendo de que colgará el cartel de localidades agotadas. ¿Qué ha pasado? Se le pregunta al actor, cantante y performer, una rara avis ("lo asumo") dentro de la escena española. Pero, a la vez, se cuelga su medalla. La oportunidad de su propuesta o las modas que a veces acompañan a un nombre habrán tenido que ver, pero quiere dejar claro que sobre el escenario hay mucho trabajo y se manifiesta la memoria de un niño que ha entragado toda su biografía a la música. Aclarando:



"Lo que ha pasado es que me atreví a hacer aquello para lo que he nacido. Hasta ahora no encontraba cómo ni la gente con quién hacerlo. Es curioso que haya sucedido a los 38 años, pero yo llevo cantando toda la vida. Ahora, después de desarrollar una carrera como actor, me encuentro lo que he deseado siempre, con una productora con la mejor gente que pueda imaginar. Todo esto conlleva mucho trabajo, no es un pelotazo. La vida de los socios de Madre Constriktor es un puñetero caos, porque en este país para sacar un espectáculo adelante hay que trabajar el triple. La gente no está acostumbrada al arte, al teatro, a la performance... todo hay que explicarlo, es muy difícil y puedo decir que he sudado la camiseta".





Esos son sus principios. Ahora, volvamos al tema principal. ¿Qué hace Asier Etxeandia? ¿Qué verán los espectadores del Price? En un momento de la representación, mientras lee el prospecto de una medicina mágica, el intérprete emplea una expresión que puede ayudar a entender su propuesta: "Uso tópico y antitopicazo". Por ahí van los tiros, el actor y cantante quiere huir de los lugares comunes, de las etiquetas, esas de las que el arte, denuncia, está cuajado; "La tendencia a poner un nombre a las cosas la que hace que hayamos retrocedido de los setenta a la actualidad y esto me asusta en todos los sentidos", se preocupa. Al margen de nombres y apellidos, define su trabajo como una propuesta "de calidad, valiente y honesta", razón por la que el público la entiende, porque sus tripas, asegura, son iguales que las suyas.



Durante la representación, el intérprete cuenta una historia que es la suya, la de un niño que cantaba para amigos imaginarios, mientras mezcla teatro y performance con música. Lo hace cantándole a todos aquellos que le acompañaron durante los años de soledad, Kurt Weill, Héctor Lavoe, Lucho Gatica, Chavela Vargas, La Lupe, Taking Heads, David Bowie, Rolling Stones... "Me he puesto en paz con mi yo niño. Con mi propia religión, que es la de la música. El intérprete es un homenaje a los que me demostraron lo que se podía hacer sobre un escenario por su manera de desnudarse ante el público. Para mí, Janis Joplin puede ser la mejor actriz del mundo, o Bowie, o Jagger. Todos eran intérpretes y me ayudaron a no sentirme solo", explica. Reunidas en este montaje, las canciones de estos artistas confoman "una dramaturgia perfecta".



¿Cómo concibió esta mezcla imposible? Cree Etxeandia en la figura del "actor mago" a la hora de crear una pieza. "El repertorio se fue creando solo, las obras son más inteligentes que nosotros mismos. Si lo entiendes así, al final todo tiene mucho más sentido que si lo hubieras decidido. En este repertorio también hay temas creados para él. Con algunos de ellos ha producido un EP que se venderá en el Price. "Claro que me interesa el mercado discográfico. Vamos a grabar un disco y seguiremos componiendo. No tendrá un estilo determinado, puesto que estoy invadido por los intérpretes de los que hablo, puesto que me emociona tanto Edith Piaf como Madonna. No quiero crearme un estilo que lo joda todo. Será pop, country, jazz, cabaret... En cuanto al contenido, me interesa mucho la autoexpiación, pero desde el positivismo, en el sentido de celebrarse a uno mismo. Me motivan las canciones que te ponen un espejo delante, las que te dejan hecho polvo para luego permitirte retroavanzar".



Abierta esta puerta de celebrar su infancia de soledades y el camino que le ha llevado a estos años de loas y taquillazos, Etxeandia no se plantea dar un solo paso atrás: "He estado juntando teatro con una serie de televisión, con cine... y ahora lo he dejado todo. He dicho que no a grandes obras para dedicarme a El intérprete", presume. Como no hay etiquetas que valgan para lo suyo, no es descabellado decir que este artista se ha convertido en un género en sí mimo. "No sé si hay algo como esto en el panorama español, la verdad es que no he podido ir a ver casi nada. Sé que hay montajes maravillosos de compañeros, sobre todo aquellos que ahora salen adelante sin ayuda del Estado, esos que me alegra encontrarme porque nos recuerdan que esta profesión viene de la necesidad. Lo que sí sé es que estoy en el camino y haciendo lo que quiero hacer", insiste este Psycho Killer, como en la canción de Taking Heads, de la interpretación, un oficio al que le debe "poder resucitar cada noche".