Los amores de la Inés, de Manuel de Falla, en la Zarzuela.

En 1899 Manuel de Falla llegó a Madrid desde su Cádiz natal con la firme intención de hacerse un nombre como compositor de música teatral. La competencia era dura entonces y él era un desconcido. No consiguió representar su primera obra hasta 1902. Fue la zarzuela de corte madrileñista y castizo Los amores de la Inés, en el Teatro Cómico. Sobre ella pronto cayó el olvido. Incluso el propio Falla quiso que desapareciese de sus biografías. Ahora, sin embargo, el Teatro de la Zarzuela la ha rescatado. Este sábado se representa sobre su escenario, en un programa doble que incluye también La verbena de la Paloma, de Manuel Bretón. Las dos dirigidas por José Carlos Plaza, y con Cristobal Soler gobernando la Orcam desde el foso.



El libreto de Emilio Dugi gozó de una acogida positiva entre la crítica especializada. Circunstancia en la que bien pudo influir su pertenencia al gremio periodístico. En cambio, la música del creador de El amor brujo pasó totalmente desapercibida. Nadie apreció las virtudes compositivas que en algunos destellos ya quedaron apuntadas en la partitura. No hay que culpar a nadie. La interpretación dejó mucho que desear. Falla explicaba indignado las carencias que padeció: "Fue mal ejecutada por la pésima y deficiente orquesta del Teatro Cómico, sin oboe, con una viola y un solo contrabajo que había que irlo a buscar siempre, entre número y número, a la taberna de la esquina". El desengaño fue tan grande que ya no quiso escenificarla de nuevo, hasta que no se le garantizasen unos medios a la altura. Pero una vez inmerso en la vanguardia y obligado a superar el género chico, ya no se preocupó de aquel primer balbuceo musical. Falla escribió seis zarzuelas pero esta fue la única que llegó a montarse. Más de un siglo después toca hacerle justicia.