Los amores de la Inés, de Manuel de Falla, en la Zarzuela.
El libreto de Emilio Dugi gozó de una acogida positiva entre la crítica especializada. Circunstancia en la que bien pudo influir su pertenencia al gremio periodístico. En cambio, la música del creador de El amor brujo pasó totalmente desapercibida. Nadie apreció las virtudes compositivas que en algunos destellos ya quedaron apuntadas en la partitura. No hay que culpar a nadie. La interpretación dejó mucho que desear. Falla explicaba indignado las carencias que padeció: "Fue mal ejecutada por la pésima y deficiente orquesta del Teatro Cómico, sin oboe, con una viola y un solo contrabajo que había que irlo a buscar siempre, entre número y número, a la taberna de la esquina". El desengaño fue tan grande que ya no quiso escenificarla de nuevo, hasta que no se le garantizasen unos medios a la altura. Pero una vez inmerso en la vanguardia y obligado a superar el género chico, ya no se preocupó de aquel primer balbuceo musical. Falla escribió seis zarzuelas pero esta fue la única que llegó a montarse. Más de un siglo después toca hacerle justicia.