Imagen del sello discografico Gran Derby Records, en Madrid.

Si internet ha tenido una víctima clara e indiscutible hasta la fecha han sido las discográficas. Negocios multimillonarios en los tiempos de bonanza cuando se vendían millones de discos, y después cedés, a precios notoriamente abusivos, hoy son muchas las que han desaparecido (Emi, Virgin, Caroline, Blanco y Negro, etc) pero contra viento y marea aun se mantienen algunos clásicos del indie como Mushroom Pillow, Everlasting, Subterfuge o Limbo Starr. No solo eso, incluso hay quien se atreve en estos tiempos turbulentos a lanzar un nuevo sello y tratar de vivir de él. Es el caso de El Segell del Primavera, en Barcelona, y Gran Derby Records, en Madrid. Y eso que como dice Nacho Ruiz, capo de esta última: "Nadie sabe en realidad cuál es el modelo de negocio después de la debacle del modelo tradicional".



Los periodistas musicales más veteranos podrán recordar esas promociones fastuosas con viajes a Los Angeles, conciertos privados, fiestas con barra libre y todos los placeres de un negocio que durante muchos años fue boyante. "En todo esto tienen parte de culpa las multinacionales que vivieron por encima de sus posibilidades y no supieron adaptarse a los nuevos tiempos. Aún hoy cuando tratas con ellos siguen funcionando con parámetros de la vieja escuela", dice Carles Baena de El Segell. Quizá por eso, aún y con mil dificultades, los sellos independientes, acostumbrados a luchar a brazo partido en los tiempos de alegría, han sobrevivido renqueantes pero han sobrevivido. Al poseer estructuras pequeñas y flexibles por naturaleza, su proceso de adaptación ha sido traumático pero posible: "Ha ido todo muy rápido y mucha gente no se ha sabido adaptar. Si no firmas un contrato 360 es imposible rentabilizar ni siquiera remotamente".



Los contratos 360 son la nueva clave del negocio. Las discográficas tradicionales son ahora mucho más agencias de booking y management mientras las ventas de discos se convierten en algo residual. "Yo tengo la teoría de que los discos físicos solo tienen sentido muchas veces como elemento promocional. Es cierto que ha habido un pequeño boom del vinilo y nosotros solo publicamos a algunos grupos en ese formato, pero las ventas son ridículas. Ahora mismo el mejor canal de venta son los propios conciertos, allí todavía se vende algo", opina Baena en Cataluña. En Madrid, Ruiz tiene una perspectiva ligeramente distinta: "Nosotros publicamos discos y muchas veces agotamos las ediciones, que están entre los quinientos y los mil discos. Con eso pagamos la propia grabación del disco y el beneficio, si lo hay, que no siempre, viene con los conciertos".



Tanto Baena como Ruiz están de acuerdo en señalar una paradoja, mientras España vive un buen momento musical las bandas y los sellos se desesperan por seguir a flote. "Hay muy buena escena", dice Baena, "nosotros nacemos como subsidiarios de un festival que empezó siendo pequeño y que hoy funciona muy bien y tiene un prestigio importante a nivel internacional. Partimos de la base de que hay que perder los complejos y lanzar a nuestras bandas fuera porque hay mucha calidad". El Segell acaba de organizar con gran éxito diversos bolos en el extranjero. En Londres colgaron el cartel de sold out con un cartel que incluye a apuestas propias como la experimentación pop de Refree, la electrónica de Headbirds, el rock de Standstill (de quienes solo llevan el booking) y los clásicos Los Planetas. Al mismo tiempo, dos autobuses con grupos del sello han recorrido Europa a los que hay que sumar bandas como los portugueses Paus o los barceloneses Extraperlo.



Nacho Ruiz no solo gestiona Gran Derby, también es músico de largo recorrido en el indie de la capital con bandas como la actual Nine Stories, en el que practican un indie pop folk que suena muy bien. En cartera también tienen artistas como la londinense afincada en la capital Alondra Bentley, folk sofisticado, quien incluso saca discos para niños, el rock de Superpez o Buena Esperanza, la nueva banda de Pepo Márquez, otro clásico de la independencia capitalina. Ruiz defiende con pasión la efervescencia de la escena de su ciudad: "Hay una manía de meterse con Madrid y decir que todo es una mierda pero hay mucha energía y sigue habiendo muchos conciertos. En toda España nunca ha habido tantas bandas y tan buenas y se han publicado tantos discos. Aunque sí es cierto que los músicos españoles son menos visibles".





Imagen de El Segell del Primavera



Baena denuncia un estado de las cosas en que "el indie y el mainstream cada vez están más lejos. En otros países no es así y una banda como Arcade Fire es número uno en el Billboard y a nadie le extraña. Aquí juegas con códigos muy distintos y los grupos que se quedan a medio camino muchas veces no tienen ningún recorrido porque no gustan a nadie". Ruiz sí cree que existen grupos "intermedios" como Love of Lesbian o Vetusta Morla pero acusa "una falta de relevo generacional. Los grandes recintos los siguen petando grupos muy veteranos como Bruce Springsteen o los Rolling Stones y los pabellones bandas que ya tienen mucho recorrido. Incluso en los conciertos o en los festivales (salvo algunos eminentemente juveniles) te encuentras a mucha gente mayor".



Ambos están de acuerdo en que la decadencia de la prensa musical realizada por profesionales no ha sido de gran ayuda: "Nos movemos en un mundo de blogs o incluso algunas cuentas de twitter ahora hacen ese papel porque son prescriptores. Se echa en falta una prensa totalmente profesional". Baena añade: "Yo soy un gran defensor del papel pero los periódicos cada vez tienen menos páginas y en las televisiones hemos desaparecido del todo". A ello habría que sumar la debacle de las radios: "La radiofórmula ha desparecido y la gente que escucha la radio suele ser muy mayor. Era un elemento promocional fundamental que está en total declive". Ruiz añade: "Y la radiofórmula que queda se dedica a la nostalgia. No entiendo por qué no se ve que a quien le gustaba Losing My Religion de R.E.M. le podría gustar Arcade Fire".



El directo se mantiene como último bastión del negocio pero atraviesa también no pocos problemas. "El IVA está siendo una espada de Damocles", denuncia Baena, "creo que es un hecho objetivo que este Gobierno está en contra de la cultura". Ruiz se queja de que "muchas salas actúan más como caseros que como promotores de nuevas bandas. Para tocar en según qué sitios cool tienes que desembolsar un pastón y si llenas bien pero si no llenas pierdes dinero y nunca se hace el gesto de bajarte el alquiler. Entiendo que ellos arrastran sus propios problemas y aquí cada uno con lo suyo pero falta buena voluntad y más pasión".



Internet sin duda ha sido el factor que ha transformado para siempre el sector. "Cuando empezó la piratería no se tomaron cartas en el asunto porque era impopular y ahora el problema es que es demasiado tarde", denuncia Baena. A pesar de que servicios como Spotify cuestan 5 euros al mes, un 80% de los consumidores sigue sin pagar nada por escuchar música. "Nos hemos ido de un extremo a otro. Antes eran muy caros y te comprabas uno a la semana, lo esperabas con ansiedad y te sabías todas las canciones. Ahora la gente escucha más música que nunca pero se consume de forma desproporcionada. Hay mucha gente que tiene miles de discos que no saben ni lo que son". Se ha perdido algo de la magia.