Un momento de La del manojo de rosas, de Pablo Sorozábal

Melodismo de buena ley, una bien trabada armonía, sabios efectos teatrales y grandes temas populares es lo que podrá encontrarse, a partir del martes, en 'La del manojo de rosas', un montaje de Emilio Sagi con partitura de Pablos Sorozábal.

Vuelve al Teatro de la Zarzuela el conocido y reconocido montaje de Emilio Sagi de La del manojo de rosas de Sorozábal, estrenado en este teatro en 1990. El regista ovetense supo estilizar elegantemente este sainete en dos actos, darle una vida que podríamos denominar coreográfica y actualizarlo sin cambiar la época de la acción, que es contemporánea del año de su estreno, 1934. Regresó a las mismas tablas, en las que ahora, de nuevo, se representa, en 2004. Todo funciona muy engrasado en esa puesta en escena. Resultan especialmente brillantes los bailables. Cierto es que, por un lado, para cuadrar este planteamiento, han de tomarse algunas libertades escénicas y que, por otro, resulta altamente improbable que la calle de un barrio del Madrid de 1934 tuviera ese aspecto, que los figurines fueran tan bellos y planchados, que todo respirara limpieza y orden, circunstancias que pueden alejar de la entraña sainetística, del sabor popular, que no populachero, y que, sin caer en lo casposo, pretendía reflejar el compositor. Al menos éstas eran las premisas que regían en las ediciones anteriores del montaje.



La música de Pablo Sorozábal siempre es gustosa de escuchar por su melodismo de buena ley, su bien trabada armonía, sus efectos teatrales, su sabia forma de tratar los temas populares de su tiempo, tan bellamente estilizados y ritmados, desde el pasodoble, el chotis y la farruca al fox-trot. Todo ello desarrollado en el curso de un sabio texto teatral de Francisco Ramos de Castro y Anselmo C. Carreño. La bien organizada y espumosa partitura, llena de guiños, labrada por mano maestra, nos acerca a la Plaza Delquevenga, en la que la florista Asunción y el mecánico Joaquín viven su particular idilio, sus encuentros y desencuentros. Romanzas como No me importa que con otro, del barítono, o No corté más que una rosa, de la tiple, se han hecho justamente famosas. Como el dúo-pasodoble Cariño como el que yo siento, extraído, observa el musicólogo Suárez-Pajares, de un fandango de los Cantos españoles de Ocón. Por no hablar de los dos finales de acto.



Las representaciones, que arrancan el próximo día 18, dan paso a un buen número de voces frescas y jóvenes en las partes principales. Resaltemos la presencia como Asunción de la soprano lírico-ligera Carmen Romeu, flamante ganadora del Premio Lírico Campoamor de Cantante revelación. Su oponente es en el primer reparto el avezado y expresivo barítono José Julián Frontal. Como Espasa, el magnífico actor característico Luis Varela y, como Don Daniel el veterano tenor Ricardo Muñiz. Al frente de todo el conjunto estará en el foso Miguel Ángel Gómez Martínez, siempre seguro y firme. Esperamos que sepa otorgar vida y gracejo a tan sustanciosa composición. arturo reverter