El rapero francés Stromae se ha consolidado este año como una superestrella en su país.





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Stromae: Racine carrée





El hip hop en francés, tan mal conocido en nuestro país, propina con frecuencia grandes artistas como este MC y productor belga que arrasó en toda Europa con su debut hace tres años con canciones como Alors on Danse, Rail de Musique o Te Quiero. Su segundo álbum, Racine carrée (raíz cuadrada) ha sido el más exitoso del año en Francia y ha consolidado a Stromae como una superestrella. Stromae es al mismo tiempo sensible y canalla y produce un hip hop altamente sensible con ritmos que van desde la influencia africana al eurodisco muy cercano al pop por su querencia hacia las melodías pegadizas como la de su megahit Formidable, quizá la mejor canción del año en el mundo en la que narra de forma melodramática el final de una relación que ha dejado a una niña con los padres separados. El asunto de la paternidad le preocupa y en Papatoui ironiza sobre esos padres tan ocupados que nunca tienen tiempo de ocuparse de sus hijos. Es un disco cercano a la tradición gala que tanto homenajea la chanson (Tous les mêmes) como a la música africana (Ave Cesaria, Moules frites) como compone una balada de electrónica crepitante a lo James Blake (Quand c'est) o le hace un guiño al old skool (Humain à l'eau). Un discazo.



ASAP Rocky: LONG.LIVE.ASAP

Apenas algunos singles convirtieron a este rapero de Harlem en la gran sensación del hip hop. Buena prueba de ello es que su primer álbum en solitario, LONG.LIVE.ASAP tiene colaboraciones de luminarias del género como Drake o Kendrick Lamar, con quienes comparte uno de los bombazos del año, Fucking Problems, una reinvención de los clichés del hip hop en clave irónica ya que las malas en este caso son ellas y no ellos. Asap Rocky practica un hip hop de hechuras clásicas y gran músculo rítmico en la que no rehuye los tópicos del rap (Ghetto Symphony, un homenaje al gangsta de Notorious B.I.G. y Tupac) o el soul emocional de una canción tan pegadiza como I Come Apart, en la que brilla la voz de Florence Welch.



Danny Brown: Old

Surgido de los suburbios de Detroit y ex traficante de drogas, Danny Brown obtuvo un gran éxito con su primer álbum, XXX, y su nuevo disco, Old, nos ofrece una visión irónica de su nueva condición de estrella emergente del rap y no se sabe muy bien si quiere hablar del "viejo" Brown, o sea, del que fue, o de cómo enfrenta su madurez con una mochila tan cargada como la suya: "Los problemas del pasado amenazan mi futuro y mi presente", canta en Clean Up, en la que repasa sus problemas con las drogas y se siente culpable al leer un sms de su hija requiriendo su compañía estando colocado. A Brown la fama le ha llegado tarde y Old nos plantea de forma cruda el dilema de si será capaz de aprender a vivir de otra manera. No tiene una producción tan fastuosa como Jay Z ni el virtuosismo de Kanye West, Brown suena como un Notorious BIG contemporáneo, salvaje, torturado y real.



Drake: Nothing Was the Same

Aubrey Drake Graham se reconoce influido por Jay-Z y su nuevo álbum, efectivamente, suena muy Jay-Z, quien de hecho colabora en Pound Cake/ Paris Morton Music 2, que parece un cover de la canción de su último disco La familia. Se va cerrando el círculo de una elite del hip hop que considera imprescindible dedicar, como mínimo, una canción a su dinero: "Me pagan un pastón por hacer esto / Disculpa mis modales en la mesa / Me han pagado como ocho avances / Dios mío!" canta en All Me, una canción con un ritmo sensacional. Hay temas con un aire más R&B como Hold On We're Going Home en la que homenajea al sonido de Michael Jackson y Quincy Jones con gran éxito. El gran tema del disco es su sentimiento de culpabilidad por haberse portado mal con las chicas, ahí están Worst Behaviour o Furthest Thing en la que confiesa todos sus pecados a una novia a la que dejó tirada ("comer, fumar, follar, beber y ganar dinero, esta es mi vida").



Eminem: Marshall Matters LP2

Planteado como una secuela de Marshall Matters LP (2001), un disco que vendió 21 millones de copias, el rapero ha puesto toda la carne en el asador: "Tratando de volver a capturar la luz atrapada en una botella / Repetir la magia de cuando todo empezó / Trágico retrato de un artista torturado" canta en Bad Guy. El single de adelanto, el muy noventero Berzerk, con sample de los Beastie Boys, podía hacer pensar que este es un regreso a las raíces y lo es, pero no tanto del rap como a las suyas. Ahí está el rapero burlón y gamberro en Rhyme or Reason, con un sample de The Zombies, o la juguetona Asshole, en la que hace algo que siempre se le ha dado muy bien, insultar con gracia o en el nuevo single, Rap God, en la que se ríe de su estatus de superestrella. Eminem no cambia de obsesiones y sigue hablando de su madre (Headlights), su extraña relación con las mujeres (So Much Better) o Detroit (So Far) pero sigue siendo un fenómeno.



Janelle Monae: Electric Lady

Superestrella en alza de la música negra, Janelle Monae tiene 28 años, es de Kansas y en su tercer álbum se luce como la más digna heredera de esa tradición que pasa por Tina Turner, Aretha Franklin, Dionne Warwick o Whitney Houston. Es un disco casi perfecto en el que un R&B luminoso y vital se deja influir por el jazz, el pop, el soul o el gospel para construir una fantasía funk llena de fuerza y de talento. Destacan sus colaboraciones con luminarias como Prince (Give Em What They Love) o Erykah Badu (Q.U.E.E.N.) y la pujanza de Solange en el pegadizo single que titula el disco, Electric Lady. Saltan verdaderas chispas.



Earl Sweatshirt: Doris

El colectivo de Los Angeles Odd Future sigue deparando a algunos de los mejores raperos de la actualidad. Después del éxito de Tyler The Creator y Frank Ocean, ambos colaboradores en este Doris, la nueva figura se llama Earl Sweatshirt. El MC ha tenido que esperar a cumplir 18 años para que su madre le deje abandonar los estudios y publicar su primer disco. Con una producción sencilla en la que la música se pone al servicio de las rimas de Sweatwhirt, el cantante nos explica la añoranza de su padre que le abandonó a los seis años (Chum) o sus dificultades para relacionarse con el sexo femenino (Sunday). Las drogas, el ambiente de Los Angeles en crisis o sus inseguridades son otros de los temas de un disco que suena sorprendentemente honesto y moderno.



Justin Timberlake: 20/20 Experience1&2

Más entregado los últimos años a su faceta como actor, Justin Timberlake ha arrasado con su primer disco en siete años. El artista siempre se ha considerado heredero de Michael Jackson y en 20/20 Experience llega más lejos que nunca en el R&R y el hip hop con colaboraciones de lujo como las de Drake o Jay Z, con el que ha girado este verano por Estados Unidos. A medio camino entre la música negra, el musical de Broadway y el pop, es un disco espectacular en el sentido estricto de la palabra en el que Timberlake construye un show fastuoso y derrochón en el que el mainstream parece alcanzar su punto más álgido en cuanto a calidad. Hitazos como Mirrors o Suit&Tie rubrican un tour de force musical.



Kanye West: Yeezus

El rapero regresa con el disco más "difícil" de su carrera en el que parece querer decir que su facilidad para crear bellas melodías no le basta. De los beats retorcidos de la canción de apertura, On Sight, en la que pasa de los sonidos sincopados de Skrillex a la ampulosidad de Boards of Canada, nos queda claro que no está por las soluciones fáciles. Black Skinhead utiliza un sample de Marilyn Manson para conseguir un sonido más hardcore en un álbum que en general suena con la clara intención de ser más rockero y duro. Incluso cuando aparece el West más melódico y sensible en la sensacional Hold My Liquor, el rapero hace un quiebro para huir de lo que podría haber sido perfectamente una canción "bonita". Un extraño y profundo álbum de transición que muestra a un artista sofisticado e inquieto dispuesto a no dormirse en los laureles.



Jay Z: Magna Carta Holy Grail

Jay Z ha publicado el disco mejor producido del año, nadie tiene un sonido tan espectacular. Con su condición de millonario como tema principal, en Tom Ford dice que gasta "todos mis euros en fiestas y trajes de smokin" o en Picasso Baby hace un repaso a su nutrida colección de arte y concluye que no se quedará tranquilo hasta que no tenga "un billón de dólares". Hay quien ha criticado las ansias de Jay Z de demostrar su opulencia no entendiendo de qué va un disco que pone en solfa precisamente eso, la posibilidad de que existan artistas cuando han sido reducidos a un "producto" más solo juzgable en función de sus rendimientos. Desde la maravillosa canción que abre el disco, Holy Grail, a dúo con Justin Timberlake, Jay Z se revela tema a tema como quien quizá es el músico más influyente del mundo.