Canal Spotify de El Cultural: escuche la música de este artículo


Omar Souleyman: Wenu, wenu





Los shows en directo de Omar Souleyman arrasan allí por donde pasa. El sirio debe su celebridad al éxito del mercado negro en Oriente Medio de sus más de 500 cassettes con grabaciones de sus actuaciones en bodas y fiestorros. Souleyman primero se convirtió en una celebridad en el mundo árabe para saltar al estrellato internacional cuando el sello de Estados Unidos Sublime Frequencies se fijó en él a mediados de la pasada década y comenzó a dar la vuelta al mundo con su turbante. Desde entonces, el músico y cantante ha publicado cuatro recopilatorios extraordinarios con sus legendarias actuaciones y debuta técnicamente con su primer disco original con este último, Wenu Wenu, grabado en un estudio de Brooklyn y donde fusiona la música de Oriente Medio con electrónica creada con sintetizador consiguiendo un sonido de una fuerza rítmica impresionante. Son siete canciones larguísimas producidas por Kieran Hebden, de Four Tet, que respeta la fuerza de las raíces de Souleyman para añadir sutiles elementos electrónicos inspirados en la cultura rave, que casa muy bien con los beats hipnóticos y vibrantes del árabe que nos sumergen en un estado casi de trance.



Matías Aguayo: The Visitor

Matías Aguayo es uno de los máximos exponentes de la gran efervescencia y calidad de una nueva hornada de renovadores de la música tradicional sudamericana (Tremor, Meneo, Chica libre o Frente cumbiero, conocidos en España gracias a los conciertos organizados por Chicotrópico). Este chileno afincado en Berlín es emblemático de una forma de entender la electrónica menos solemne que en Europa donde brilla el primitivismo de los beats con unas producciones que buscan la sencillez y quieren reproducir el sonido home made. The Visitor es una refrescante y arriesgada apuesta por llevar la cumbia, la salsa o el merengue hacia la electrónica con excelentes canciones como Rrrr o El Sucu Tucu.



Bill Callahan: Dream River

Después de finiquitar Smog en 2005, Callahan publica con su nombre y sigue fascinando con su voz rugosa de crooner. Siempre ha sido un brillante renovador del folk al que incorpora la cadencia del indie y el pop. Según su propia explicación: "Quería hacer un disco para ese momento de la noche en el que uno está a punto de irse a dormir". Dream River es un álbum bellísimo inspirado en la contemplación de la naturaleza en el que da rienda suelta a toda su vena lírica para practicar un misticismo sencillo y sutil. Hay canciones preciosas como el canto a la amistad My Friend o Small planes, que podría haber firmado el Neil Young más inspirado en la que dice que es "un hombre feliz / volando en mi pequeño avión".



Chico Trujillo: Gran pecador

Formados en 1999 como derivación de una banda punk, los chilenos Chico Trujillo parten de la cumbia como tronco principal para, como dicen ellos mismos, dejarse influir por el ska, el reggae y los sonidos balcánicos y crear una música para bailar hasta la extenuación en una de esas fiestas populares al aire libre a las que vuela nuestra imaginación cuando los escuchamos. Unas letras divertidas que ironizan sobre los males de la rutina contemporánea (el vecino que toca el violín y no deja dormir, el oficinista enamorado de una secretaria) aderezan una música fresca y divertida totalmente disfrutable.



Dirtmusic: Troubles

Esta banda es producto de la reunión de dos músicos tan sobresalientes como Chris Eckman (de los Walkabouts) y Hugo Rage (de Bad Seeds) y su voluntad por fusionar la música occidental con la africana. Tras su experiencia con Tamikrest (tambien destacados en esta lista) el dúo regresa a Bamako para mezclar guitarras de rock con ritmos africanos, Dirtmusic no se limitan a la experimentación más o menos improvisada sino que entregan una colección de canciones perfectamente estructuradas de gran músculo en la que la fusión funciona a la perfección. Conmueve la fuerza lírica de un tema como La paix, un canto desgarrado contra la invasión terrorista en Mali grabado en plena guerra, o la sutileza de la sensacional y envolvente Fitzcarraldo.



Patty Griffin: American Kid

Ganadora de un Grammy hace tres años por el precioso Downtown Church, en el que sacaba brillo de los clásicos del gospel, Patty Griffin entrega con American Kid un modélico disco de canciones propias en las que lleva el country hasta un terreno profundamente emocional e íntimo. Griffin es una señora de 50 años que lleva más de veinte años en activo y este álbum es su primera aproximación al género: "Crecí en Maine, un lugar tan "paleto" como uno pueda imaginar pero entonces escuchaba rock y discos de la Motown. La fuerza de la música de Lefty Frizzell me hizo darme cuenta de que el country es algo que tenía que estudiar". El duelo por la muerte de su padre es el tema principal de un álbum exquisito que nos lleva hasta las raíces de Estados Unidos.



Danny Michel with the Garifuna Collective: Black Birds Are Dancing Over Me

Cual Paul Simon contemporáneo, Michel logra un disco asombroso en el que su línea folk se une a la perfección con los ritmos de ascendencia africana. La música de los Garifuna, un pueblo conocido como los "africanos del Caribe", tiene ecos del reggae pero la fusión con Michel recuerda de inmediato a aquel mítico Graceland con esos coros de gospel y esa intención de hacer música feliz. El primer single, What colour Are You, es un canto desenfadado y algo naíf pero fabuloso a la convivencia de razas o Survivor's Guilt, que funciona también como perfecta canción pop con ese estribillo pegajoso, son buenos ejemplos de un disco audaz.



Mutual Benefit: Love's Crushing Diamond

Mutual Benefit es un combo con miembros variables según su líder, el ubicuo Jordan Lee, esté en un sitio u otro pues es un artista en constante movimiento. La carretera es el leitmotiv de un álbum cuyo artífice define en Facebook como "zurullos de Buda post lunares". Folk barroco sería una definición más exacta para un conjunto de canciones bellísimas que rezuman una enorme sensibilidad y cuya riqueza de matices (Lee utiliza guitarras, banjo, violín, llave y sonidos grabados en el campo) le da una profundidad asombrosa. Los fans de Sufjan Stevens o Fleet Foxes están de enhorabuena, es un disco para escuchar despacio y dejarse envolver por su increíble paleta de sonidos.



Tamikrest: Chatma

Se publican pocos discos con la fuerza y el músculo de éste. Tamikrest son un grupo de tuaregs de la región desértica de Kidal, en el noroeste de Mali, que comenzaron a tocar juntos en 2006 realizando versiones de música tradicional y en 2010 lanzaron su primer álbum con temas propios, muy influidos por la música occidental. Con una juventud marcada por la guerra civil y exiliados en Argelia, la guerra contra los yihadistas en Mali vuelve a marcar un disco en el que el cantante, Ousmane Ag Mossa, con la voz también de Wonou Walet, utilizando el idioma tuareg, el tamashek, revive el sufrimiento de la contienda. No es un disco triste, la percusión, un bajo galopante o las líneas de guitarra junto a los instrumentos tradicionales crean una música honda y exuberante.



Vieux Farka Touré: Mon Pays

El maliense Vieux Farka Touré es hijo del popular Ali. Fiel a la herencia de su padre, Vieux (se llama viejo, siendo el joven) lanza un álbum en el que deja de lado las influencias occidentales para regresar a sus raíces africanas con unas canciones directamente relacionadas, como en el disco de Dirtmusic y Tamikrest, con la reciente guerra civil que ha sufrido su país. Refinado guitarrista, Touré entrega un disco precioso de música tradicional en el que colabora con otro ilustre descendiente, el músico de kora Sidiki Diabaté, hijo del conocido Toumani. La pianista israelí Idan Raichel pone el toque final de distinción en la maravillosa canción que cierra el álbum, Ay Bakoy.