Leonidas Kavakos.

El violinista griego llega a Madrid con su proverbial seriedad no exenta de poesía. A la cita de Juventudes Musicales acude secundado por Beethoven, Debussy, Ravel...

Leonidas Kavakos es habitual visitante de nuestras salas de concierto, por lo que hemos podido disfrutar de su arte templado y firme, de su arco bien medido, de su igualdad tímbrica, de su transparente y cristalino sonido y de su mecanismo de primer orden. Por eso tiene tanto interés su nueva visita, esta vez en la temporada de Juventudes Musicales, el próximo jueves día 6, junto a su acostumbrado acompañante, el pianista Enrico Pace, con el que forma un dúo de notable solidez.



Siempre nos ha gustado este violinista griego nacido en 1967, serio, circunspecto, cetrino, reconcentrado, ascético, que domina el escenario desde su alta estatura y que impone también con su larga y negra melena, su barba cerrada y sus gafitas. Una de las virtudes que más lo enaltecen es la afinación, algo siempre problemático. Es de una seguridad férrea, lo que no está reñido con la expresión, en todo momento severa, de una sorprendente calidez de fondo. Se apoya para ello en un fabuloso stradivarius, el Abergavenny, de 1724, que le permite tocar cualquier cosa y adaptarse estilísticamente al instante; sea en el repertorio tradicional como en el moderno. Recordamos una magnífica interpretación madrileña, hace un par de años, de un estreno: los diez Preludios para piano y violín de Lera Auerbach, de los que hizo una recreación minuciosa y llena de fervor.



Aunque Kavakos, siempre serio, es difícil que mueva una ceja mientras toca, lo que no priva de poesía, a veces oculta, a sus versiones. Esperamos por tanto lo mejor de él en la traducción de las cuatro composiciones que integran este concierto. En primer lugar, la Sonata n° 7 en do menor, op. 30, de Beethoven. Su Kreutzer de aquella ocasión fue espléndida. A continuación, la Sonata n° 3 en sol mayor de Debussy, de contenido tan diverso, de lenguaje tan exquisito, que conecta con la siguiente partitura del programa, la Sonata Póstuma de Ravel. Como cierre una novedad: la Sonata en si menor de Respighi, obra caleidoscópica de la juventud del compositor (1897).



Durante unos años Kavakos ha dirigido a la Camerata de Salzburgo, con la que también estuvo en Madrid, pero mantiene relaciones desde el podio con otras muchas formaciones, algunas de primer rango. Esta temporada debuta con la Sinfónica de Londres y la Gürzenich de Colonia. Aunque, naturalmente, no deja su arco, al que sigue alimentando con nuevas y más arriesgadas aventuras. Ha grabado mucho y bien, para Decca sobre todo. Es ya famosa su integral de las Sonatas beethovenianas, en las que se sirve también de su colaborador Enrico Pace. Y formidable su Concierto para violín de Brahms con la Gewandhaus de Leipzig y Riccardo Chailly.