El misántropo o la verdad inflamable
Israel Elejalde y Bárbara Lennie como Alcestes y Celimena en El misántropo. Foto: Eduardo Moreno
Miguel del Arco lleva a Sevilla su versión de El misántropo, el clásico de Molière que se sumerge en las arenas movedizas de la integridad moral. Israel Elejalde, Raúl Prieto y Bárbara Lennie encabezan el elenco de esta obra que hoy nos interroga por el rumbo de nuestras sociedades.
En la historia de Alcestes, que llega hoy al Teatro Central de Sevilla, se reconoce el hombre contemporáneo y quiere ser el reflejo de la sociedad del siglo XXI. "Molière -apunta Del Arco- consideraba que cuando se retrata a los hombres es necesario hacerlo al natural y no se habrá conseguido nada si en esos retratos no se reconocen las gentes de hoy. Quiero hablar del tiempo en el que vivo. Sé que es posible hacerlo siendo absolutamente fiel al texto original pero el tipo de trabajo que planteamos en torno a la palabra me interesa mucho más".
Alcestes anhela vivir en la verdad. Quiere ser sincero y que los demás lo sean con él. Pero como todo ser humano está lleno de contradicciones. Será este estado de ánimo y su incapacidad para encontrar el término medio que le permita vivir lo que le lleva a retirarse al desierto por el que clama desde la primera conversación con su amigo Filinto. "Alcestes no es un misántropo cuando empieza la función -explica el director de Veraneantes y La función por hacer-. De hecho, tiene cartacterísticas de un héroe romántico. Por su reivindicación del individuo frente a la sociedad y por la rebeldía contra los cánones establecidos. Es el abandono de esa lucha lo que le convierte en un misántropo aunque ni siquiera entonces pierde por completo ese halo heróico". Israel Elejalde (Alcestes) y Raúl Prieto (Filinto) exprimen unos papeles en los que se plantea una dialéctica casi desesperada y una lucha por defender posturas distintas ante la idea de integridad.
Para Del Arco, Filinto reivindica la moderación como única forma posible de entendimiento: "Ya no se trata de la moderación que proclamaba Aristóteles. La suya es más bien la moderación de lo políticamente correcto: intenta no ofender a nadie aunque el ejercicio le lleve a comportarse como un hipócrita la mayoría de las veces. Aún así, es el único amigo de Alcestes". Otro de los papeles importantes que contribuyen a dibujar el perfil del misántropo es el de Celimena (Bárbara Lennie), quien quiere alcanzarlo todo. "Eso es imposible. El ser humano es político por naturaleza porque debe elegir a cada paso entre el ser y el deber ser. Cuando se toman decisiones intentando medrar socialmente y quedar bien con todo el mundo es poco probable que tus actos terminen siendo honestos", señala el director madrileño, para quien el género de la obra resulta difícil de definir por considerarla una comedia con un protagonista trágico que está dispuesto a perderlo todo en defensa de lo que cree.
Tras la verdad, la ficción
Tarde o temprano el texto de El misántropo, o el estudio que sobre él ha realizado el director de De ratones y hombres y Juicio a una zorra, tiene que enfrentarse con la verdad de forma descarnada, un proceso muy sensible, casi inflamable que atraviesa toda la línea argumental de la obra: "Dice Alcestes que es un tema muy delicado y, como todo material delicado, hay que ser cuidadoso en la forma de servirlo. Decía Machado que después de la verdad nada hay más bello que la ficción. Intentamos fluir entre lo que verdaderamente sabemos de nosotros, como individuos y como especie, y lo que nos gustaría creer. Y por el camino inventamos algunas historias sobre la realidad para que ambos extremos se parezcan lo más posible. Por eso Alcestes es un hombre extremadamente sensible que se siente incapacitado para encontrar ese equilibrio".El montaje de El misántropo que hoy podrá verse en Sevilla, y a partir del 30 de abril en el Teatro Español de Madrid, es producto de un largo estudio realizado por el director y su equipo, un trabajo que incluye charlas, talleres y ensayos con la compañía. "Ha sido, hasta la fecha, el proceso creativo más enriquecedor y placentero que he vivido", nos reconoce Del Arco.