Joan Matabosch. Foto: Antonio Moreno.
Era la hora de que Matabosch diera un paso al frente en el Teatro Real. Hasta ahora se había mantenido parapetado en un perfil discreto, trabajando entre bambalinas. Tristan und Isolde con los vídeos de Bill Viola y Brokeback Mountain eran dos montajes morterianos a machamartillo. Durante los mediáticos estrenos de ambos, él ha se ha mantenido en la sombra. Pero hoy tocaba presentar sus cartas, las de la nueva temporada, que ya lleva su sello, quitados algunos compromisos heredados de la era Mortier. Con el entusiasmo que le caracteriza y con una torrencial exposición de motivos, ha avanzado en el coliseo madrileño la programación del próximo curso.Matabosch ha enunciado que su proyecto tiene una intención esencial: "integrar la ópera en el tejido cultural de la ciudad". La idea es que esta sea "un bien accesible para un público amplio". Un objetivo para el que se va a valer de la colaboración de algunas de las grandes instituciones culturales españolas: Biblioteca Nacional, Museo del Prado, Fundación Juan March, Filmoteca, Círculo de Bellas Artes... Todas ellas arroparán con unas cuantiosas actividades paralelas (proyecciones, conferencias, exposiciones, ciclos de conciertos...) las representaciones del Real.
Un ejemplo paradigmático de este régimen de colaboración se constatará a partir del estreno de Death in Venice de Benjamin Britten, "uno de los acontecimientos" de la temporada 2014/15. Un montaje en el que destaca la atmósfera acuñada por Willy Decker, absolutamente esencial, más centrada en la peripecia psicológica del escritor Gustav Aschenbach que en los aspectos coloristas de la ciudad de los canales. La Biblioteca Nacional, al hilo de la propuesta del Real, organizará en diciembre la exposición Mariano Fortuny Madrazo: otra muerte en Venecia, y la Fundación Juan March ofrecerá un ciclo titulado El universo musical de Thomas Mann.
Otro de los platos fuertes destapados por Matabosch será el trabajo conjunto entre Woody Allen (regista) y Plácido Domingo en Gianni Schicchi, de Puccini (pieza inspirada en la Divina Comedia de Dante). Domingo insistirá en la cuerda de barítono, metido en la piel Gianni Schicchi. Emparejada con la composición de Puccini ha colocado Goyescas, de Enrique Granados, escasísimamente representada. ¿La justificación? Ambas se estrenaron en el Met (1916 y 1918, respectivamente). La programación de Goyescas, con escenografía de Eduardo Arroyo, dirección artística de José Luis Gómez y musical del propio Domingo, se inscribe en el esfuerzo de Matabosch por rescatar el patrimonio operístico español.
El nuevo responsable artístico del Real ha incluido también dos encargos de Mortier a jóvenes compositores españoles. El primero, y de mayor envergadura, es la transposición al territorio operístico de El público, el enigmático texto lorquiano, completada por Mauricio Sotelo. Contará además en el foso con el triunfal Heras Casado y con el quejío flamenco de Arcángel. El otro proyecto impulsado por el gestor belga es la partitura de La ciudad de las mentiras, basada en la prosa de Onetti. Elena Mendoza la ha trasladado al papel pautado. Será una ópera modesta, de aire casi camerístico.
El programa, que incluye más voces españolas que en los tiempos de su predecesor, se completa con La fille du régiment de Donizetti (con la llamativa presencia de Carmen Maura sobre las tablas del Real), Roméo et Juliette de Charles Gounod, Hänsel und Gretel del discípulo wagneriano Engelbert Humpendrinck (vestuario de Agatha Ruiz de la Prada), La Traviata de Verdi (con escenografía firmada por Davi McVicar) y Fidelio de Beethoven (bajo el ideario escénico de la Fura dels Baus). En total, son nueve títulos, 89 funciones de ópera y 2.800.000 euros de presupuesto.