Hay varias cosas que destacan, por su novedad, en el Festival de Verano de San Lorenzo de El Escorial. Una de ellas es la presentación de la Orquesta Sinfónica Verum, joven formación creada en 2007 y dirigida por Miguel Romea a partir de 2010. Hace acopio de músicos de algunas de las principales agrupaciones españolas. Se busca no sólo la juventud, sino la cualificación y la posibilidad de un prometedor futuro. Entre ellos estuvo el trombonista Jordi Navarro Martín, que desempeña en la actualidad esa función en la Orquesta Nacional. Al inquieto Navarro, decidido, arrostrado, un auténtico virtuoso de su instrumento, como pone de manifiesto cada semana desde su atril, le picó hace unos años el gusanillo de la dirección de orquesta y se empezó a orientar por ese camino, sin abandonar su instrumento. Tomó lecciones del citado Romea y, posteriormente, de un artista tan capacitado, muchas veces en el podio de la ONE, como George Pehlivanian, que le han encauzado por una senda que él ya surca con facilidad. Músico dotado, que se presenta prácticamente en sociedad con este concierto.



Será toda una experiencia ver en el podio a este músico nacido en Banyeres de Mariola (Alicante) en 1982, que formó parte en su día, y eso da lustre, de la Joven Orquesta Gustav Mahler, aparte de haber integrado asimismo las plantillas de la RTVE, la JONDE. Forma parte de diversos grupos de trombonistas. Pero en este momento le llega la hora de lucirse ante la Sinfónica Verum. El concierto, muy bello, que se celebra mañana en el Auditorio escurialense, viene compuesto por la obertura de Las bodas de Fígaro y el Concierto para flauta K 313 de Mozart, con Álvaro Octavio como solista, y la Sinfonía n° 7 de Beethoven. Buenas piedras de toque.