Image: Crystal Fighters o cómo poner patas arriba un recinto

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Escenarios

Crystal Fighters o cómo poner patas arriba un recinto

La primera edición del 101 Sun Festival cierra con las expectativas cumplidas y con los cabezas de cartel haciendo bailar al público

14 julio, 2014 02:00

Sebastian Pringle, vocalista de Crystal Fighters

No cabe duda de que es la banda del momento. En cuanto los británicos Crystal Fighters saltaron al escenario del 101 Sun Festival el público enloqueció. Tan solo necesitaron unos segundos de Solar System, canción de su primer disco Star of Love, para que los asistentes comenzaran a botar. Y se desató la locura. Sebastian Pringle, vocalista del conjunto, hizo aparición ataviado de blanco con fajín y pañuelo rojo, como si hubiera aterrizado directamente de San Fermín, con unas cuerdas con los colores de la ikurriña. "País Vasco to San Franciso, all the girls, my casiotone". Para qué más.

La segunda jornada de la primera edición del festival de la costa del sol ha estado lleno de música y ritmo. La cabeza de cartel del viernes era Franz Ferdinand, precedidos por el grupo indie Lori Meyers que hicieron gala de sus cantables canciones. Esta cita nace con el objetivo de ser un festival urbano que atraiga a mucho público local. 11.000 abonos vendidos para el evento y entre 4.000 y 5.000 pernoctaciones que ha acogido la ciudad de Málaga.

Empezaba a sonar la música a primera hora de la tarde con Grises, seguidos de Russian Red. Aunque esta última no consiguió contagiar su entusiasmo al gran público asistente, We Are Standard, la banda rock indie más popular del momento volvieron a encandilar a la audiencia. Cuando llegó el momento del grupo emergente de rock psicodélico británico Temples, la gente comenzaba a segregarse entre su escenario y el otro al lado opuesto en el que cantaría Amaral. Con un buen sonido y una buena destreza vocal, los ingleses se mostraron un tanto tímidos.

Pero en cuanto el cartel luminoso anunció que se aproximaba la hora en la que Eva Amaral asaltaría el escenario Cruzcampo, la gente comenzó a agolparse para ver a los maños. El grupo, que tal vez fuera el nombre que más desentonaba en el cartel, consiguió que los 11.000 asistentes corearan todas las canciones al unísono. Con un buen despliegue vocal de Eva Amaral, tocaron todos sus clásicos, Moriría por vos, Cómo hablar, El universo sobre mí, Hacia lo salvaje. Incluso se lanzaron con un par de canciones inéditas. "Espero que os apetezca escuchar otra canción nueva", dijo Eva y añadió: "Espero que digáis que sí", sonrió y el público gritó, como no, que sí. He aprendido a lamerme las heridas, rezaba la canción. Sonaba muy Amaral. Y gustó. El punto álgido llegó cuando, megáfono en mano, comenzó a sonar Revolución.

Al lado opuesto del recinto de Atletismo Ciudad de Málaga, hacían presencia B.R.M.C mientras la gente se sentaba en la hierba a charlar. Cuanto más se acercaba la hora de Crystal Fighters, más gente se concentraba en las primeras filas del escenario. Con sus plumas en la cabeza, emulando ser chamanes, hicieron su conjuro. La luna llena que brillaba de frente no pasó inadvertida para la banda ni para Graham Dickson, quien dijo, no sin poca razón, que el futuro no es más que una percepción y que la realidad era ese momento. Al parecer la gente lo siguió como un sermón y aprovecharon para saltar como nunca antes. Plage, You and I, LA calling, Love is all I Got y, como no, At Home para poner el broche a casi hora y media de concierto que pareció ser de media hora.

Una vez hechizados con la tribu británica de influencias folclóricas vascas, la gente comenzó a abandonar el recinto mientras saltaban los divertidos Kill the Hipsters al escenario. Además, la sorpresa vino cuando Dorian apareció en las pantallas luminosas comunicando a los asistentes que tocarían en La Térmica el domingo por la tarde.