Quevedo jamás se mordió la lengua. Ministros, monarcas, jueces, banqueros, prelados y otros muchos depositarios del poder en la tierra fueron la diana de sus venablos lingüísticos. Esa incontinencia crítica le costó bien cara: enemistades, reclusiones, ostracismos... Pero dejó un legado satírico perfectamente aplicable a la corrupta realidad que oprime hoy a España.



La compañía Morfeo Teatro lo reivindica en el Nuevo Apolo desde el 26 de julio al 31 de agosto. Ha echado mano de sus discursos políticos y de otros sonetos y coplillas irreverentes del autor del Siglo de Oro para armar la dramaturgia de La escuela de los vicios. Las reflexiones y frases encendidas de Quevedo afloran al hilo de las clases que un extravagante diablo cojuelo imparte a dos necios. Ambos aspiran a las siguientes titulaciones: bachiller en mentir, licenciado en engañar, doctor en robar y catedrático en medrar.



El motanje echa mano de las sátiras políticas de Quevedo para poner en la picota al poder.

Francisco Negro es el motor creativo del montaje. Ejerce como autor, director e intérprete, en esta última faceta en compañía de Mayte Bona y Felipe Santiago. "El problema es que los españoles se enorgullecen de la picaresca en su peor sentido, el de aplaudir al espabilao por sus hazañas ilícitas y corruptelas. Esa es nuestra cultura aprendida de siglos y que no hay ley de educación que enmiende", comenta Negro a El Cultural.



Con La escuela de los vicios ya han concurrido en los festivales de teatro clásico de Cleveland y de El Paso. "La acogida fue superior. El primero celebraba su edición inaugural y la colonia hispanohablante nos regaló un derroche de ilusión. Nos mantuvieron a su cálido resguardo con 20 grados bajo cero. En el segundo, quizá el más antiguo del mundo especializado en nuestro Siglo de Oro, con ya 40 ediciones a su espalda, todos hablan nuestra lengua y sienten una veneración por nuestro teatro que nos sonroja. En fin, cuatro siglos después Quevedo viaja, en turista, no como otros...".