Foto: Renata Raksha.

En los últimos tres años, los anónimos 18+ habían publicado más de 50 canciones distribuidas gratuita y exclusivamente a través de las redes sociales. Ahora rompen parcialmente su anonimato y publican una selección de ellas en Trust, un magnífico álbum de algo que se parece mucho a la música pop.

Hasta ahora, las tres mixtapes digitales y los diversos vídeos de 18+ se identificaban con alguien llamado Sis y alguien llamado Boy, de género femenino y masculino respectivamente. Estos operaban como avatares virtuales de otros cuya identidad en gran parte consistía en la espinosa ubicación de su anónima suplantación. Hace unas semanas, aquello que nació (casi como un engaño viral) en y para la realidad expandida y aumentada de Internet, y cuya impenetrabilidad funcionaba como una especie de banda sonora de un mundo paralelo, se ha convertido en algo más tangible. Dos personas llamadas Samia y Justin, que se conocieron estudiando arte en Chicago aunque han creado la mayor parte de su música vía conexión online, son los 18+ que editan físicamente su primer LP en el sello Houndstooth. Trust no contiene nada más que una selección de 14 canciones que ya habían subido a la Red, pero no estamos ante el remate de una sofisticada estrategia comercial. Resulta alucinante cómo una selección de las mismas canciones apenas ligeramente remasterizadas puede llegar a tener un significado tan distinto.



18+ trabajan en esa línea en la cual lo que uno imagina sobre sí mismo como reacción a los asuntos de su vida se transforma en identidad. Para ello se valen de la construcción virtual que facilita lo digital y la ubicuidad de la Red. Hablan muy prolijamente de lo sexual con música que a menudo no resulta sexy sino que provoca la clase de inquietud de estar ante algo triste, cuando no sombrío y casi maligno. Su seducción reside en ese pliegue entre lo híperatractivo y lo incómodo e inquietante. Tratan sobre sexo como un visor de realidad mediante el que enfocan hacia los mecanismos de buena parte de los comportamientos sociales en occidente hoy.



Si escuchamos Trust al margen del discurso (que generan con sus letras y, especialmente, con su consciente modo de comunicación con el público), encontramos un disco desesperantemente adictivo de algo así como un pop muy audaz que suena a la vez conocido y nuevo. La trabajada urgencia de su música se basa en una pegadiza mezcla de géneros dentro de lo familiar. Reutilizan elementos del mainstream norteamericano pero la producción sonora se enfrenta a la habitual hiperproducción y virtualización mediante las tecnologías digitales de esa clase de pop, hasta lograr situarla en cierta posición que provoca extrañeza. Las interpretaciones vocales cercanas a un R&B torcido y a la cáscara formal del Rap, parecen surgir de la improvisación sobre unas bases donde pocos elementos mínimos reproducen defectuosamente ciertos clichés del mainstream y provocan un desplazamiento hacia el hip hop alienígena, el techno estropeado y el pop electrónico oscuro y planeador de baja fidelidad. Por eso, aunque no conozcamos toda la historia que hay detrás, algo en sus ritmos, voces y sonido es capaz de plasmar todo el subtexto tan especial que contiene la propuesta del dúo estadounidense.



Trust es una herramienta de 18+ para pasar a otro grado de discurso. Ni su publicación como disco físico en un sello ni el leve pero suficiente desvelamiento de los jóvenes que están detrás tienen que ver con una cuestión de posicionamiento en el mercado en el sentido habitual, aunque sí con cómo eso afecta a su música y a los temas que tratan. Lo que 18+ hacen visible ahora es cómo funciona el proceso de construcción de la ficción que es su música, la parte de representación que era obvia pero inescrutable en la anterior fase virtual. Trust es un señuelo para entrar en una rica conversación sobre el mundo y también es un magnífico disco. Abel Hernández

Otras apuestas

-Dean Blunt/Black Metal. Otro de los enigmas del mejor pop actual entrega de nuevo un LP site specific (aquí, disfraz de postpunk, postrock e indie) cuyo desconcertante puzle va encajando ante nuestros oídos con las sucesivas escuchas. Misterio y magia.



-Grouper /Ruins. Liz Harris regresa al grado 0 de lo ambiental con 40 minutos de piano, voz y sonido incidental que trazan un logradísimo espacio imaginario de ensoñadora melancolía y escuálida belleza.