Carlos Kalmar. Foto: Bruce Foster.

La batuta ágil, clara y sugerente de Carlos Kalmar llevará al Teatro Monumental de Madrid, este fin de semana, el Oratorio de Navidad de Bach, una obra de excelencia por su dimensión arquitectónica, su sentido simbólico y su intemporalidad en la que destaca el vigor de los coros.

Va para tres años que Carlos Kalmar (Montevideo, 1958) ocupa el podio titular de la Orquesta de la RTVE, a la que, sin aspavientos, mantiene en una muy buena forma, ajeno a los vientos de fronda que hasta no hace mucho soplaban sobre este conjunto fundado en 1965 y que va a cumplir por tanto en unos meses sus primeros 50 años de asendereada existencia. Con el maestro uruguayo parece que, pese a todo, las aguas bajan ahora plácidas y que se enfrenta a una nueva y esperemos que provechosa etapa de la mano de la nueva directora gerente, muy recientemente nombrada, Mikaela Vergara, hasta este momento joven y audaz programadora y directora de varios espacios musicales de Radio Clásica, pianista y ensayista. Una buena noticia.



Como lo es el que Kalmar sitúe este fin de semana en atriles nada menos que el Oratorio de Navidad, BWV 248, de Bach completo, con su seis cantatas. Desde hace muchos años se sabe -los trabajos de Spitta fueron fundamentales al respecto- que una buena parte de esta composición, en su versión íntegra de 64 números, 13 de ellos corales y 57 divididos en coros, arias, ariosos, dúos y tríos, proviene de obras profanas anteriores, algunos de cuyos fragmentos se transpusieron, utilizando la técnica paródica, adaptándoles un nuevo texto y modificando, a veces inapreciablemente, la escritura musical con el fin de incluirlos en el oratorio.



El lirismo, tan directo, la fantasía instrumental, el colorido, lo inspirado de sus melodías y lo eficaz de sus números corales muestran un equilibrio que contiene en sí mismo las características definitorias del estilo de Bach, su dimensión arquitectónica, su sentido simbólico, su intemporalidad. Hay que hablar del valor de los corales, siempre severos, muy propios de la tradición luterana, de la modernidad de los planteamientos musicales y literarios; de la hábil utilización de las formas arcaicas; del vigor de los coros a tutti; del tornasolado colorido de la instrumentación y de la coherencia general. Conociendo los modos y maneras del director suramericano no hay que dudar de que la interpretación será cuidadosa. Ojalá pueda llegar a tener la vida, la animación, la energía y la coloración precisas. No le faltan condiciones al director para lograrlo, ya que posee una batuta ágil y desentrañadora, clara y sugerente, presta disposición, maneras despiertas y criterios rigurosos edificados a partir de una visión moderna del métier y de un gesto desenvuelto, que esconde en ocasiones una visión un tanto epidérmica y algo funcional de la música. En todo caso, su formación vienesa, que amplió con Karl Österreicher, no deja de ser una garantía.



Un inteligente eclecticismo

Además, Kalmar ha demostrado en estos años una notable imaginación programadora, que se abre a cualquier esquina del repertorio. No le hace ascos a la música de nuestros días, pero lo que más llama la atención es su inteligente eclecticismo, que permite flexibilizar a la formación, actualmente en beneficioso proceso de rejuvenecimiento.



Algo que podrá comprobarse asimismo en el doble concierto extraordinario de Navidad previsto para los días 18 y 19, igualmente en el Monumental de Madrid, sede de los conjuntos, y que se centran en el siguiente, variado y atractivo programa: Respighi: Suite de La boutique fantasque; Chaikovski: Suite de El lago de los cisnes; Händel: Coros de El Mesías; Reading: Adeste Fideles (Arr. Juan J. Colomer); tradicional: Navidad tradicional (Arr. Juan J. Colomer); tradicional: Campana sobre campana (Arr. Juan J. Colomer); tradicional: Los peces en el río (Arr. Juan J. Colomer); Davis: El tamborilero (Arr. Juan J. Colomer) .