Foto: Fernanda Pereira.

Con su magnífico quinto LP, Panda Bear Meets the Grim Reaper, Noah Lennox cierra trilogía y un ciclo de ocho años de mutaciones en su celebrado proyecto en solitario y emprende una marcha desde la periferia al centro del sistema pop. No llega a tomarlo pero se acerca bastante.

Nunca deja de sorprender a través de qué circuitos el pop mainstream se alimenta de los elementos externos y ajenos a él para volver a renacer y enganchar una y otra vez al gran público sometido a su repetida escucha. La música comercializable masivamente es un vampiro silencioso. La muerte da la vida. La sangre que alimenta no es nueva ni vieja. Así está ocurriendo ahora mismo cuando Taylor Swift introduce sin secreto ni pregón numerosos elementos sustanciales propios del Country o Beyoncé o FKA Twigs hacen lo propio con el R&B o el Hip Hop. Por no hablar del trabajo de Kanye West en colar originales detonaciones en oídos bienoyentes.



Como Noah Lennox ha afirmado, en su quinto álbum como Panda Bear buscó acercarse al lenguaje del pop masivo que prolifera en el streaming, la radio y YouTube hoy. Enmascarar, mediante ilusoria simplificación y repetición de las partes más tarareables, el que ha sido su sello desde aquel Person Pitch de 2007. Es decir, su fractalidad sonora y compositiva de talante epifánico, sus melodías vocales, corales, catedralicias, extrañas y perfectamente elípticas, sus rítmicas superpuestas y quebradas, sus accidentes de ruido y tímbrica extraviada, su baño de sol y mar alienígenas. Con la ayuda en la producción de Pete ‘Sonic Boom' Kember, Panda Bear levanta el volumen de las voces, desempolva ritmos y sonidos del pop de los 90 (en especial en la onda boom-bap beat) y se exhibe en una supuesta accesibilidad y familiaridad en estructuras compositivas. Ello, sin perder mordiente musical ni sonora. El sistema narrativo y lírico no anda lejos de tal planteamiento. En verdad Meets the Grim Reaper es meditabundo. La autorreflexión se aproxima a las oscuras estancias del yo (y el artista músico) cuestionándose, pero él procura sacarlas con aire desenfadado empleando el lenguaje y la estética del cómic.



Quizá el principal problema de este disco como caballo de Troya en el pop masivo está en las dudas que manifiesta debido en buena parte a su organización como viaje conceptual. Y es que su división en bloques propone tres posibles caminos musicales: el de la sección que va hasta el corte siete, donde desgrana varias posibilidades de pop electrónico con dejes de rock psicodélico; el pop elevador donde encuentra el cénit en una burbuja iluminada, serena y meditativa usando samples de arpa de Tchaikovsky (Tropic of Cancer) y piano de Debussy (Lonely Wanderer); y un final donde parece dirigirse más hacia una pista de club inclinada como una pista de monopatín.



Seduce imaginar qué aportaría Lennox de mudarse al centro de la ciudad pop. Dónde irradiarían sus ideas sobre producir canciones de melodía sencilla en el otro lado de la Luna. Cómo propiciaría un regreso al sentido del juego, un uso intensivo del fondo como espacio y como plano o mantra, una conexión con el niño interior y los ancestrales arquetipos, una renovación, en suma, del lenguaje psicodélico que un día infectó a ese mainstream con tanta fuerza y, con ello, de los medios tiempos y de la subdivisión rítmica, el compás retorcido y la polirritmia. Cómo lo alejaría con una sonrisa de vampiro falso de la muerte seria programada por los creadores de espectáculos. Aún no ha llegado allí. Entre tanto tenemos una probable obra de transición, en absoluto inferior a las dos precedentes de Panda Bear aunque sí algo más descentrada y difusa, y también más intencionada. Como en el mejor pop canónico, no impacta de primeras pero va haciéndose un compañero de viaje cada vez más imprescindible y complejo.

Otras apuestas

Jib Kidder/Teaspoon To The Ocean. Tras una década de experimentos, Sean Schuster-Craig saca un LP de canciones pop infrecuentes, quebradas, con base en la repetición. Genial y adictiva primera gran sorpresa musical de 2015.



LNRDCROY/Much Less Normal. Reedición (con bonus) de un brillante disco de 2014. Leonard Campbell entrega un conjunto de ambient-techno con trazas de house en oleadas burbujeantes de tonos Kosmische pero cercano e íntimo.