Un compositor nunca se jubila y Antón García Abril (Teruel, 1933) es el mejor ejemplo de ello. El maestro nos abre las puertas de su casa y amablemente acepta que interrumpamos su trabajo diario. Conversamos sobre la importancia de la emoción, de la técnica y sobre el mito del compositor inspirado. "El compositor es más científico que artista", opina.
También recuerda para El Cultural su primer encuentro con la música, en la banda municipal de Teruel, y sus años de formación en Valencia y Madrid, y nos da su visión sobre la situación actual de la música en España. "La enseñanza musical es una maravilla; la situación de los músicos profesionales, una tragedia", lamenta, pero se declara optimista: "Esto cambiará pronto, estamos mucho mejor que antes". De estas y otras cuestiones habló también largo y tendido el lunes en la Fundación Juan March de Madrid, en el ciclo Memorias de la Fundación que conduce el periodista Íñigo Alfonso.
En sus seis décadas de carrera, García Abril ha abarcado todo tipo de formas musicales, incluso la ópera. En 1997 estrenó la primera, Divinas palabras, en el recién inaugurado Teatro Real de Madrid, y no descarta atreverse con la segunda... En 2012 estrenó su primer concierto de viola, una de las pocas cosas que le quedaban por hacer. Poco antes, una colección de cinco discos recogió toda su obra para piano y voz, en la que participaron cantantes líricos de la talla de Ainhoa Arteta, Gabriel Fernández, Nancy Fabiola Herrera o José Bros, acompañados de los pianistas Rubén Fernández Aguirre y Alejandro Zabala.
Además, García Abril ha compuesto más de 200 bandas sonoras para cine y televisión y también en este ámbito ha cosechado numerosos éxitos, algunos de ellos especialmente recordados por millones de españoles, como sintonía de la serie documental de Félix Rodríguez de la Fuente El hombre y la tierra. Por esta labor, el compositor recibió en 2014 la medalla de oro de la Academia de Cine.