La próxima semana, concretamente el día 11 de febrero, el mejor pianismo se viste de gala: actúa nada menos que Maria Joao Pires, una artista encomiable, ya que hace música de forma natural, con esa calidad que viene de muy adentro y que a estas alturas de carrera continúa surgiendo y manando muy fluidamente.



Su arte nace de la exactitud y firmeza del ataque, de la variedad del toque, de la riqueza del pedal, trabajado con una habilidad y una clase que pertenecen sólo a los más grandes. Tiene un secreto, una impronta que la faculta para acceder a los mundos más íntimos y más recónditamente poéticos de la literatura pianística.



Como sin duda son los que plantean las obras que se incluyen en el concierto que se celebrará en el Palau de la Música de Barcelona, organizado por Ibercamera, institución con la que la lisboeta empezó a trabajar en 1985. Junto a su colaborador de los últimos tiempos, el joven Julien Libeer, interpretará a cuatro manos la suite Tombeu de Couperin de Ravel y el Allegro en la menor, Lebensstürme, D 947, de Schubert. Y de Schubert es también la composición que cerrará la sesión, con Pires ya en solitario, la Sonata n° 21 op. Póstuma D 960, una de las creaciones más absolutamente maestras de la historia del instrumento, todo un curso de efectos trascendentales, de emociones bien entrelazadas, de melodismo envolvente. Una página que va bien a la técnica alada y profunda de la pianista portuguesa.



Anotemos de paso que a la semana siguiente, la instrumentista tocará en Madrid con la Nacional el Concierto n° 4 de Beethoven, con el que actuó dos semanas atrás en el Festival de Canarias y que encaja maravillosamente con su técnica y estilo gracias a la nitidez de su juego y al muelle fraseo, en un discurso siempre matizado, coloreado delicadamente y embargado de una sutil poesía. En el podio estará el futuro titular de la formación madrileña, el joven alemán David Afkham. Garantías de que la velada puede alcanzar cotas interpretativas de excelencia.