Foto: Bernardo Díaz.

Los ejercicios líricos de Boadella apuntaban hacia la ópera. En el Pimiento Verdi y, sobre todo, en Amadeu se notaba una marcada querencia musical en el fundador de Joglars y actual director de los Teatros del Canal. Tras esos tanteos, se ha sentido preparado para acometer un ambicioso proyecto: montar el Don Carlo de Verdi, en una producción que se estrenará el 25 de junio en el Teatro Auditorio de San Lorenzo de El Escorial y en febrero del año próximo en el Canal. "Para mí es la ópera cumbre de todas las óperas, un catedral musical", ha afirmado Boadella sobre las tablas de sala escurialense.



El reto es ambicioso. Apabullante casi. Pero Boadella tenía una especial ilusión en meterle mano a este título del repertorio verdiano, que carga las tintas contra la negrura inquisitiva de España y contra uno de los más conspicuos monarcas de su historia: Felipe II. "La he visto tres veces en el extranjero. Uno salía de la ópera acomplejado de ser español. Si alguien a mi alrededor lo hubiera sabido, seguro que me habría mirado mal. La España oscura es lo que va por delante y los tópicos del rey asesino, los excesos de la Inquisición... Me parecía profundamente injusto".



Esa visión maniquea tiene su base textual en el drama de Schiller Dom Carlos, Infant Von Spaniem, que los libretistas de Verdi (François Joseph Méry y Camille du Locle) tomaron como referencia, aun a pesar de estar plagado de inexactitudes históricas. Boadella ha tenido que ingeniarse un curioso método para desmontar los clichés oscurantistas sin faltar ni a Schiller ni al músico italiano. "Es el reto más importante de mi vida artística. Se me iban las manos porque el libreto no me gusta pero yo no he tocado ni una palabra, ni tampoco una sola nota musical".



A Boadella le parecía un sacrilegio alterar lo que concibe como "una catedral gótica". Pero donde sí va a dejar su sello es en la interpretación. Es en ese terreno, el de la gesticulación actoral, es en el que ha urdido su desmontaje de los tópicos falaces. "Lo que cambio así son las relaciones de los personajes", ha advertido. Exprime, por ejemplo, la vertiente emocional del Felipe II en arias como Ella gianmmai m'amò!, que el monarca canta precisamente en sus aposentos del Monasterio de El Escorial y en la que expresa el dolor que le provoca que Isabel de Valois nunca se le haya entregado sentimentalmente.



Por cierto, el rey español, con el que el Imperio alcanzó su cénit, no será un anciano taimado como es habitual. En la versión de Boadella ese papel recae en el bajo canadiense John Relya. Y Don Carlos será encarnado por el tenor José Bros, que ha confesado tener "muy buenas sensaciones" en sus primeros tanteos con esta partitura de Verdi: "Me llega en el momento justo, cuando mi voz ha madurado y es más homogénea". Desde el foso estará dirigido por el maestro Max Valdés.



Boadella ha desvelado su novedoso esquema de trabajo. Para profundizar en los detalles interpretativos, claves para su planteamiento 'antileyenda' negra, se ha rodeado de actores profesionales. Los ha grabado cantando en playback e interpretando los diversos roles. Ese registro será, como él mismo la ha bautizado, su "partitura visual". Con ella agilizará los ensayos con los cantantes, que tendrán ya un modelo interpretativo previamente asentado.



También ha señalado Boadella, con su sorna característica, que su escenografía no contribuirá a elevar los beneficios de la industria metalúrgica. Es decir, que reniega de la ampulosidad que, a su juicio, impera en los dominios de la lírica en los últimos tiempos. "Apuesto por la limpieza y la belleza". En junio veremos si funciona su propuesta o todo es un "fracaso monumental", un desenlace que el aventurado director catalán siempre contempla.