Orquestra Camera Musicae en una actuaciín reciente

El 31 de este mes hace su presentación en el Auditorio Nacional la Orquestra Camera Musicae, un grupo privado de geometría variable que tiene ya diez años de edad y que subsiste en Tarragona, aunque con frecuentes salidas al exterior de Cataluña, gracias al patrocinio público y privado, a sus propias fuentes de ingresos y a la venta de localidades. Está compuesto por músicos españoles que provienen de distintas comunidades. Su creciente calidad ha hecho que por tercera temporada consecutiva el Palau de la Música programe un ciclo de conciertos únicamente para ellos. En julio darán su salto a Europa.



Todos los plácemes merecen, y sobre todo en estos tiempos, iniciativas como ésta. Máxime cuando el empaste y la naturaleza de su sonido otorga ya a la formación una evidente solvencia, en gran parte adquirida gracias al trabajo de su titular, Tomás Grau, músico preparado, de gesto franco y buen criterio, capaz de hurgar en distintos pliegues del repertorio. La buena suerte de la agrupación, que, tras una pequeña gira por Cataluña, accede ahora a Madrid, parece felizmente echada. Viene escoltando a la gentil pianista donostiarra Judith Jáuregui, cada vez más asentada como intérprete inteligente, expresiva, buena fraseadora a partir de una sonoridad delgada y muelle y un medido arte para el matiz. En atriles, dos obras de Beethoven: el Concierto n° 3 y la Sinfonía n° 5, composición ésta que se habrá escuchado en el mismo recinto por la Orquesta Nacional de España un par de semanas antes.