Ana Belén es la Medea del montaje de José Carlos Plaza

Quiso el dios Zeus complacer anoche a los cerca de 1500 asistentes al Teatro Romano con un leve descenso de la temperatura para la inauguración de esta nueva edición del Festival de Mérida, que ofrecía, y seguirá ofreciendo hasta el domingo, como primer y suculento plato de su programación, el estreno de Medea, con Ana Belén como protagonista bajo la batuta de José Carlos Plaza. Junto al tándem formado por actriz y director -que empieza a ser tan "clásico" como el propio festival- repiten en este proyecto algunos otros colaboradores de Plaza como Vicente Molina Foix, autor de la versión, el diseñador de vestuario Pedro Moreno o los actores Alberto Berzal y Luis Rallo; y se suman al reparto, en papeles de peso, otros conocidos nombres de nuestra escena como Alfonso Fernández o Consuelo Trujillo.



Sin provocar un gran generalizado, la función sí se desarrolló ayer como cabía esperar en esta clase de producciones de envergadura, en las que hay un atractivo despliegue de elementos sonoros y visuales, muy bien usados por el veterano director, en pos del lucimiento de Ana Belén, que encarna a la trágica mujer versada en hechizos y llamada Medea -uno de los grandes personajes femeninos del teatro clásico- que nutre su fortaleza de atrocidad y sobre la cual gira toda esta oscura historia -sobre textos de Eurípides, Séneca y Apolonio de Rodas- de rencor y venganza desmesurados; de sordidez emocional y de ruina vital.



No es esta Medea la obra en la que mejor se plasma ese concepto de "actriz/estrella" que tanto le gusta a Plaza y que le lleva a descargar en una primerísima protagonista casi todo el peso dramático y escénico de sus proyectos, pero sí se aprecian en el montaje algunas de esas características que definen su "manera de hacer" o, más concretamente, su manera de trabajar con Ana Belén. ¿Y cuáles son esas características? Pues la espectacularidad a la hora de colocar a la actriz en el amplio escenario (así como a la hora de hacerla entra y salir de él), la elección de un vestuario que haga resaltar su presencia -y, por qué no, también su belleza- sobre el resto de personajes, el uso de una luz que subraye en su figura la intensidad de algunas escenas y, por último, la representación casi de manera aislada de alguna microescena, compartida con algún joven y atractivo actor, en la que prime por encima de todo la sensualidad -en este caso se aprecia en la evocación del primer encuentro de Medea con Jasón-.



La versión de Molina Foix, que muestra muy bien cómo el sentimiento de despecho en la protagonista va creciendo paulatinamente, a medida que se da cuenta de que Jasón la abandonará inevitablemente, presenta además a este personaje masculino con la conveniente complejidad moral que precisa, ya que la causa de su abandono es, principalmente, salvaguardar el futuro de los hijos que comparten. No obstante, hay algunas referencias mitológicas que podrían haberse eliminado por no aportar nada al conflicto fundamental, así como cierto abuso de la narratividad, como en el prolijo relato del episodio de los argonautas y el vellocino de oro. A pesar de ello, el ritmo de la acción no llega nunca a entorpecerse demasiado, gracias, en buena medida, a esa virtud que tiene siempre Plaza para saber superponer planos temporales sobre el escenario sin que aflore el menor atisbo de confusión en la cabeza del espectador.







La mujer protagonista

Y en un cartel como es el de Mérida este año, en el que se ha querido dar especial protagonismo a la mujer, va a ser precisamente Medea la más protagonista de todas si tenemos en cuenta que la obra volverá a representarse el 15 de julio, en un montaje bien distinto que dirigirá Andrés Lima y que contará, eso sí, con otra gran estrella dando vida al despechado personaje: nada menos que Aitana Sánchez-Gijón.



Pero, probablemente, no serán las únicas actrices que hayan llamado la atención de un público que ya lleva adquiridas, de momento, más de 23.000 entradas en la venta anticipada para todo el conjunto de la edición.



El día 17 de julio, por ejemplo, llegará Manuela Paso encarnando a Antígona, en la tragedia homónima de Sófocles, con Carmen Machi como antagonista, metida en la piel de un Creonte al que el director Miguel del Arco ha despojado en su versión de cualquier rasgo de género para hacer más creíble su interpretación (que no su "transformación", que es lo que últimamente venimos viendo más a menudo en el teatro cuando los personajes masculinos son incorporados por actrices y no por actores).



María Galiana, Lolita y Pastora Vega, por su parte, encabezan La asamblea de mujeres que Juan Echanove levantará a partir de la comedia de Aristófanes, mientras que Ángela Molina dará la réplica a Emilio Gutiérrez Caba en César y Cleopatra, el nuevo proyecto de Magüi Mira, que se ha convertido en una de las directoras más exitosas de los últimos tiempos -y esto incluye también a directores- en el teatro comercial.



El esperado Sócrates que llegará la próxima semana con José María Pou de protagonista, a las órdenes de un Mario Gas que, en esta ocasión y para sorpresa de muchos, se ha ocupado personalmente de elaborar la dramaturgia de la obra sobre textos de Platón, y el Edipo rey que interpretará Juan Antonio Lumbreras bajo la dirección de Alfredo Sanzol tratarán de equilibrar un poquito la balanza hacia el lado masculino en una programación que se completará este año con las dos producciones extremeñas que vienen siendo habituales en los últimos tiempos, y que serán El cerco de Numancia, la obra de Miguel de Cervantes que dirigirá Paco Carrillo, y Hércules, un curioso proyecto de Ricard Reguant que supondrá el regreso de Pablo Abraira a los musicales.



Si a estos nueve montajes principales añadimos la programación fuera de Mérida, es decir, la de las extensiones de Medellín y Regina -a las que también se ha sumado Madrid esta temporada- es muy probable que siga creciendo el número de espectadores del festival, que el año pasado superó la cifra de 123.000 asistentes, y con ello aumente el más de 1.700.000 euros que obtuvo al cierre en la recaudación de la taquilla en la pasada edición.