Representación de Fuenteovejuna en la Plaza Mayor de Almagro. Foto: Guillermo Casas

Un año más la entrega del tradicional Premio Corral de Comedias sirvió anoche para dar el pistoletazo de salida a una nueva edición, la número 38 ya, del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro. En un acto en el que algunos políticos se estrenaban oficialmente en sus cargos, como el nuevo presidente de Castilla-La Mancha Emiliano García-Page, el galardonado José Luis Gómez recibió un cálido homenaje en el que, fundamentalmente, se destacó su imperturbable rigor, y aun su severidad, a la hora de trabajar en el teatro y, al mismo tiempo, el afecto y la ternura que este gran actor y director, hombre casi obsesionado por la palabra "dicha" y por su valor escénico, ha sabido demostrar en los momentos más íntimos a sus compañeros de profesión, a lo largo de una carrera dilatada, atípica y jalonada de éxitos.



Tras la breve presentación de Natalia Menéndez, directora del festival, que destacó "el espíritu crítico y las ganas de aprender" constantes del premiado, fueron tomando la palabra algunos amigos y compañeros de Gómez -in situ unos y a través de vídeo otros- para los que, de alguna manera y según ellos mismos expresaron, fue decisivo en sus vidas profesionales o personales haber entrado en contacto con él.



La popular actriz Blanca Portillo, visiblemente emocionada, recordó sus titubeantes comienzos en el mundo de la interpretación y agradeció haberse topado con Gómez entonces, iniciando desde ahí una recta andadura, dijo, "de la mano del mejor". Asimismo, la directora Carlota Ferrer agradeció a quien definió como "un genio loco" haber fundado el Teatro de la Abadía, en el que ella ha podido trabajar durante más de una década, y haber dedicado todos sus esfuerzos a la formación de otros actores, en un momento en el que "triunfaba en el cine y el teatro, y le había birlado la codiciada Palma de Oro al mismísimo (Robert) de Niro" (en alusión al premio que recibió en Cannes en 1976 por su trabajo en la película Pascual Duarte).Por su parte, Juan Cruz centró su laudatio en el talento y fortuna de Gómez para "ser inmediatamente el personaje que interpreta" y señaló cómo llegó a ser incluso el mono de Kafka el día que dio su discurso de ingreso en la Real Academia Española.



Cuando tomó la palabra el abrumado actor, director y académico en cuestión, no quiso, en su literaria intervención, sino agradecer que se le honrase con un premio que había recaído en los más grandes profesionales y dudar, con simpática humildad, de todos y cada uno de los elogios que sobre su persona se habían vertido. "Mucho de lo que aquí se ha dicho es incierto: soy en realidad un desastre", sentenció.



Y tras el acto de entrega del Premio Corral de Comedias, la primera y más popular función de toda la programación este año en Almagro; aunque no la más profesional, ni probablemente la mejor si nos atenemos a estrictos criterios artísticos. El pueblo cordobés de Fuente Obejuna, ya muy conocido en España por llevar representando desde 1992 en sus calles la obra homónima de Lope de Vega con los vecinos de la localidad como actores, ha salido de gira este año con su montaje, como si de una compañía profesional se tratase, y se ha desplazado a Almagro, donde se estrenó anoche en una abarrotada Plaza Mayor en la que la gente hacía auténticos ejercicios de contorsionismo para poder disfrutar del espectáculo, o al menos de alguna que otra escena de él.



Fragmento de Fuenteovejuna en una representación anterior de los vecinos del pueblo.

Más de 150 actores amateurs tomaron este eventual escenario para representar con verdadera ilusión una Fuenteovejuna en la que no se había escatimado absolutamente en nada: rico vestuario, abundante atrezzo, música en directo, lucha de espadas y hasta entradas en escena con caballos reales hicieron que el público apreciase el esfuerzo de una compañía vecinal en la que solo cabe tener ganas de participar y de entretener por medio del teatro y la literatura para formar parte de ella.



Y nada podía simbolizar mejor ese clima de colaboración y concordia entre actores que representar un drama como este, en el que Lope, inspirándose en hechos reales que acaecieron en el pueblo en 1476, cuenta cómo las gentes humildes de la localidad, sometidas a los abusos de un comendador, se levantaron contra él y le dieron muerte tratando de restablecer la justicia y el orden moral mancillado. En la obra, y parece que también en la realidad, es precisamente esa unión de los súbditos, proclamándose conjuntamente culpables, lo que hace que finalmente el rey los perdone a todos, y lo que ha convertido esta estupenda pieza en un hito teatral y sociocultural de la reivindicación grupal y de la capacidad del hombre para alcanzar cualquier logro cuando este se persigue en compañía de otros.