Joaquín Turina
El Festival Turina de Sevilla, que comienza este lunes, se adentra en lugares poco conocidos de la producción del compositor que da nombre al festival
Con todo ello el presupuesto alcanza en la quinta edición que comienza el día 7 de septiembre la más bien modesta cantidad de 31.000 euros; insuficiente para un certamen normal, pero aceptable, aun admitiendo las estrecheces, para un proyecto en el que, gracias a los oficios de la directora, los 18 músicos de Europa, Canadá y Estados Unidos que protagonizan los distintos conciertos actúan por amor al arte. Además desarrollan su labor en el marco de una estructura singular donde se alternan clases magistrales y ensayos abiertos al público, agrupaciones de alumnado joven y conciertos en lugares emblemáticos de la ciudad en formaciones creadas en exclusiva para el festival. De esta manera los artistas invitados hacen música de cámara juntos, muchos conociéndose por primera vez, y donde se crean repertorios únicos e inéditos que se preparan durante la semana. Por otro lado, el Festival se basa para su organización logística y desarrollo en un equipo de voluntariado (incluidas la dirección artística, organización y comunicación) que desempeña un papel fundamental y que se constituye en signo de identidad.
Los tres primeros días, del 7 al 9, están destinados a los jóvenes músicos (120 alumnos procedentes de distintos lugares de España y del mundo) y a las clases magistrales, con ensayos abiertos al público. Del 10 al 13 discurre lo que podría denominarse sección oficial, en la que aparece lo más mollar del repertorio, siempre orientada a resaltar lugares a veces ignotos o poco conocidos de la producción del compositor sevillano que da nombre al Festival y de quien se ofrece, por ejemplo, y entre otras composiciones, la obra completa para guitarra a cargo de Jan Depreter o una selección de Las musas de Andalucía, para soprano y cinco instrumentistas. Junto a Turina, se da amplia cancha a Schubert, de quien el sevillano era ferviente admirador y del que se programan nada menos que el Trío en si bemol para violín, chelo y piano, el celebérrimo Quinteto la Trucha, que da remate al Festival, y la no menos conocida Fantasía para piano a cuatro manos.
Especial importancia tiene, por otra parte, la inclusión de una partitura tan compleja y avanzada como el Octeto para cuerda op. 7 de George Enescu, que une a cinco de los artistas profesionales invitados con tres jóvenes músicos; o la presentación de dos creaciones probablemente nunca escuchadas en Sevilla como el Quinteto para piano y cuerda de Erich Korngold, el compositor de la ópera La ciudad muerta, y la Sonata para chelo y piano de Frank Bridge, maestro de Britten. Hay, por supuesto, otras composiciones relevantes de siempre grata escucha que contribuyen a dotar de densidad a la variada programación: Sonata para violín y piano de Ravel, Trío para clarinete, chelo y piano de Brahms, las 4 Märchenerzählungen de Schumann... Por no citar más que algunas de las obras incluidas en lo que se denomina Conciertos oficiales.
Cada sesión lleva una breve leyenda alusiva: Aire español, Los talentos más jóvenes de Sevilla, Un toque internacional en las clases magistrales, Todo Turina, En compañía de Bengt, Concierto Íntimo, La esencia... Muy importante es la creación de la banda Sinfónica del Festival en la que participan jóvenes músicos de la provincia y que dirige Rafael Ruibérriz de Torres con la colaboración en este caso de José Luis Estellés, magnífico clarinetista también, que, entre otras piezas, tocará, en días precedentes, el Concierto para clarinete de Mozart junto al conjunto de cuerda constituido al efecto, en cuyos atriles figuran asimismo la Sinfonía n° 10 de Mendelssohn, La oración del torero (¡cómo no!) de Turina y el Divertimento Sz. 113 de Bartók.
Hemos de destacar, para cerrar ya esta información, los nombres de otros instrumentistas muy notables. En primer lugar el del chelista canadiense Gary Hoffman, una de las grandes figuras de la especialidad, de quien podrán aprender, en el curso de sus clases magistrales, los alumnos convocados y que interviene en varias de las obras mencionadas. Como lo hace el pianista sueco Bengt Forsberg, conocido acompañante, unido desde hace años a su compatriota Anne Sofie von Otter, una de las mezzosopranos más famosas de los últimos años. Él será protagonista del concierto del día 9, el que acoge el Quinteto de Korngold y que incluye el maravilloso lied schubertiano El pastor en la roca (con el clarinete de Estellés y la voz de Isa Gericke). En muchos de los conciertos aparece la entusiasta directora del festival en su calidad de excelente pianista. Una muestra más de su protagonismo, tanto entre bambalinas como en pleno escenario.