Representación del Benvenuto Cellini de Berlioz en el Liceo
Parece que las cosas van asentándose y aclimatándose en nuestros teatros de ópera. En el Liceo la tranquila gestión de Scheppelmann y su equipo está dando sus frutos y ha tenido este año un punto muy fuerte en la producción de Benvenuto Cellini de Berlioz. El Real se había colocado previamente a parecido nivel con el brillante espectáculo de El público sobre la sólida y variopinta partitura de Sotelo. El Palau de les Arts de Valencia ha ido encontrando un sitio, si se quiere modesto, con la gestión de Livermore, que ha aquietado las aguas tras la turbulenta marcha de Helga Schmidt.La ABAO avanza en la programación de Tutto Verdi y este año ha brindado la versión original francesa de Don Carlos. Y en otras plazas, como Oviedo, se apuesta por novedades de la talla de Il Duca d'Alba de Donizetti. Y se programa un Falstaff con Muti. En la Coruña desfilan grandes voces (Pape, Terfel, Meade, Spyres) y en el Maestranza se recuperan títulos y se anuncia El Rey Candaules de Zemlinsky. En lo que toca a ópera barroca el terreno es del CNDM: Niobe de Steffani, Adriano in Siria de Veracini, La fida ninfa de Vivaldi, Serse de Haendel...
Muy bien trabajadas temporadas están desarrollando las orquestas de este país, de cuya actividad hemos dado cuenta aquí. La Nacional sigue su renovado camino con el joven Afkham. Lo mismo que la RTVE, que apura la que puede ser la última singladura de Kalmar, y la de la Comunidad de Madrid, que mantiene con Víctor Pablo Pérez su amor a lo nuevo. Subrayamos asimismo la pervivencia de Ibermúsica, que nos ha permitido degustar la memorable Quinta de Mahler de Nelsons.
A señalar también la importancia que está adquiriendo en Madrid el espacio musical La Quinta de Mahler, centro de actividades muy variadas: cursos, conferencias, proyecciones, coloquios y un largo etcétera, que conoció la presentación de la espléndida grabación de las Sonatas del Rosario de Biber por Lina Tur Bonet y su grupo. Afortunadamente, hay en este país todavía espíritu de supervivencia y ganas de salirse de lo trillado, como lo demuestra igualmente la existencia del casi milagroso Festival Turina de Sevilla, de iniciativa particular.