Melody Gardot

No es capricho, estética ni azar que Melody Gardot (Nueva Jersey, 1985) siempre lleve las gafas de sol puestas. Tampoco que se ayude de un bastón para poder caminar correctamente. La razón es que la cantante norteamericana sufrió un grave accidente que por poco la deja inválida. Fue entonces cuando un médico le recomendó la musicoterapia para sobrellevar la rehabilitación y paliar los dolores físicos que la mantuvieron once meses en cama. Así lo hizo. Comenzó a usar la música para relacionarse y a pesar de que Gardot "nunca había pensado ser cantante profesional" el accidente fue el culpable y también la razón por la que se está encumbrando como una de las voces norteamericanas del jazz. De hecho, es una de las caras ya conocidas de Las Noches del Botánico donde el año pasado actuó. Fue ella misma quien pidió volver en esta ocasión.



"La gente me pedía que volviera, que no lo hago muy a menudo así que pregunté a los productores si podía volver y estuvieron de acuerdo", señala Gardot. La magia del lugar, la calidez de las noches de Madrid y la quietud del público, dice la cantante han hecho que presente en la capital su nuevo disco, Currency of a Man. Entre Worrisome Heart (2006) y este nuevo álbum hay dos más y diez años de separación que se percibe en el estilo musical, de carácter más activo en este último. "Estaba lidiando con un daño diferente, Currency of a Man trata sobre lo que está pasando ahora, es un retrato", anota. "Hay diferentes formas de vida a lo largo del camino y la música suena como lo hacen los cambios", añade la artista.



El gran cambio que se produjo en su vida fue a los 19 años un día que iba en bicicleta y un Jeep la atropelló. "Mi mente y mi cuerpo quedaron destrozados, ni tan siquiera podía hablar y la musicoterapia me ayudó a aprender palabras y a recordarlas como si fuera un juego. Un día, por accidente, intenté comunicarme mediante un instrumento creando una pequeña palabra, la recordé y me quedé en shock. De ahí luego salió una canción", recuerda. No obstante, su madre también era fotógrafa y músico y cree que su ADN también tuvo algo que ver. "Siempre quise encontrar un lugar donde pudiera hablar sin ser interrumpida, un lugar en el que poder perderme y nadie pudiera romper ese sentimiento", cuenta Gardot.



Pregunta.- ¿Qué significó todo aquel silencio?

Respuesta.- El silencio fue agradable y me dio la fuerza para decir lo que estaba sintiendo, estaba siendo honesta. Ese fue el punto de partida. Aprendí que podía confiar en una página y en un instrumento y recurrir a ello cuando tuviera algo que decir. Ahora ocurre lo mismo, estoy protegida por un instrumento y puedo expresarme, en ocasiones sola y en ocasiones con una banda. Estar sola es incluso más satisfactorio porque puedes explicar tu imaginación pero intento utilizar las canciones para contar una historia.



P.- Historias que resuenan a honestidad, por otro lado.

R.- No siempre es fácil ser honesto con uno mismo. Creo que pasamos muchos años yendo al psicólogo tratando de entender cómo nos sentimos pero con un instrumento es fácil porque tan solo puedes contar la verdad.



P.- Antes de dedicarse a la música de manera profesional hacía bolos en bares y hoteles. ¿Qué permanece de esas actuaciones?

R.- Hay cantantes y músicos maravillosos en todo el mundo tocando en bares y hoteles pero no siempre son apreciados, incluso algunos llegan a serlo cuando han muerto. Nadie realmente te presta atención cuando tocas el piano en un bar, realmente no saben que estás ahí, te sienten pero están cenando o en medio de una conversación y en ocasiones te piden lo que hagas más bajito. Los cantantes, como el arte, tienen su valor dependiendo del lugar en el que tocan. Si la Mona Lisa (Leonardo da Vinci, 1503-1504) estuviera en un Flea Market podría costar 20 dólares.



A pesar de que nunca pensó en ganarse la vida como cantante profesional un día se encontraba en Nueva York tocando, como parte de su recuperación, un pequeño espectáculo para un grupo reducido de personas entre las que se encontraban unos productores musicales. Se presentaron a ella y "una cosa llevó a otra y todo cambió". Le dieron la oportunidad de subirse a un escenario, conoció a la gente con la que ahora trabaja. "Creyeron en mí más de lo que yo lo hacía".



Con un estilo que ella califica como "maravillosamente caótico, un desastre poético", ha cambiado los lugares recogidos donde pasaba desapercibida por escenarios en los que se convierte en el centro de atención. Allí arriba, "la gente está ahí por ti aunque está bien ser anónimo, algo que en mi caso es en casi todos los lugares", matiza. Y es que Gardot ha conseguido el equilibrio perfecto entre su vida personal y profesional debido a que su rostro no está presente en todas las publicaciones, revistas o periódicos y "eso está bien", opina. Algo que se torna positivo porque "es una oportunidad de tocar y hacer lo que me apetece porque me gusta ir a sitios y nadie me dice lo que tengo que hacer o a donde tengo que ir".



P.- ¿Ha encontrado el equilibrio necesario?

R.- Creo que es importante tener un secreto, aunque mi vida privada se reduce a mi perro, una parada de bus y a mí misma [ríe].



P.- ¿De dónde llega la inspiración para cada nueva canción?

R.- De la vida, de lo que la vida sea en ese determinado momento.



@scamarzana