La dimensión mítica de los clásicos originales parece que ya no nos sirve. Es el lado humano de los héroes, en su lugar, lo que prefiere mostrarse hoy encima de un escenario. Especialmente lo que los hace más hombres: sus dudas, su hastío, su miedo y, en definitiva, todos aquellos rasgos morales que les acerque a nuestra contemporánea escala de valores. La presente edición del Festival de Mérida así lo confirma: hace dos semanas lo hizo con el Alejandro Magno de Racine en versión de Eduardo Galán y Luis Luque y, entre el 27 y el 31 de julio, lo hará con Aquiles, el hombre. Esta versión reducida y dramatizada de la Ilíada de Homero ha sido escrita por Roberto Rivera y está dirigida por José Pascual. Su protagonista, Aquiles, viene encarnado por Toni Cantó, aficionado desde hace unos años a combatir también, en su caso en la arena política. "Este montaje, más que hablar de la guerra contra los troyanos, habla de las guerras internas de Aquiles", explica el actor.
La trama comienza con las tropas griegas varadas a las puertas de Troya, que intenta conquistar sin éxito desde hace nueve años. Recordemos que la guerra comenzó cuando Paris raptó a Helena, esposa del rey griego Menelao, y se formó una alianza de los pueblos griegos para recuperarla y castigar a los troyanos. En este contexto, el Aquiles cantiano se muestra hastiado de la guerra, y se pregunta si la expedición ha merecido la pena. Su encrucijada moral es, opina Cantó, una lección para nuestro tiempo, en el que abundan "las personas cargadas de certezas".
Así era también el Toni Cantó de hace 26 que se subió por primera vez al escenario del Teatro de Mérida como protagonista de la Orestíada. "Entonces era un inconsciente y no tenía ningún temor. Hoy soy una persona con muchas más dudas, igual que mi Aquiles", reconoce el actor.
El héroe que interpreta esta vez incluso renuncia a pelear cuando otro caudillo griego, Agamenón, le arrebata a su esclava favorita, Briseida. Pero vuelve a tomar las armas cuando el troyano Héctor asesina a Patrocio (amigo íntimo o amante según la Ilíada original y convertido en primo en la película protagonizada por Brad Pitt siguiendo los pacatos cánones de Hollywood). Encendido por la muerte de Patrocio, despierta el Aquiles vengativo y cruel deseoso de profanar el cadáver de su enemigo muerto, pero cuando el padre de Héctor le pide el cadáver de su hijo para darle sepultura, aparece el Aquiles compasivo. Esta es la escena favorita de Cantó, "ya que es cuando Aquiles empieza a humanizarse. Es el proceso inverso al que siguen los terroristas, que deshumanizan a su enemigo y eso les permite hacerle atrocidades. Aquiles entiende que el enemigo sufre como él y empieza a ponerle cara y alma y termina cuestionándose realmente la violencia, la muerte y la guerra".
La escenografía de la obra, a cargo de Curt Allen Wilmer, recrea la costa de Troya, con 25 toneladas de polvo de cuarzo blanco, en la que se hallan varados los barcos griegos desde hace nueve años. El vestuario, contemporáneo con toques clásicos, está diseñado por Pier Paolo Álvaro y subraya el carácter atemporal del montaje, que quiere ser, en palabras del director, "una metáfora contemporánea de la guerra".