Image: Marco Aurelio, hasta los más grandes se equivocan

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Escenarios

Marco Aurelio, hasta los más grandes se equivocan

24 agosto, 2016 02:00

Un momento de la obra Marco Aurelio que se representa desde hoy y hasta el domingo en el Festival de Mérida

La historia del emperador Marco Aurelio nunca ha sido llevada al mundo escénico. Para acabar con ese vacío el Festival de Mérida cierra su 62ª edición con un texo inédito que firma Agustín Muñoz Sanz. A las órdenes de Eugenio Amaya, la pieza de dos actos narra las peripecias del emperador romano que abrazó la filosofía estoica y un código ético que aplicó tanto a su vida privada como pública.

Puede que Marco Aurelio fuera uno de los emperadores más humanos que dio Roma. Puede que, incluso, también fuera el más filosófico de todos y uno de los más importantes junto a Octavio y Trajano. Y a pesar de ello también es cierto que su historia nunca se había llevado a la esfera teatral. Para tapar ese vacío en los escenarios Agustín Muñoz Sanz firma un libreto que habla sobre su figura y su legado. Su obra dramática en dos actos se sube este miércoles (y hasta el domingo) a las tablas del Festival de Mérida para echar el cierre a la 62ª edición.

El texto inédito de Muñoz Sanz, que reconstruye a modo de intriga el dilema de cómo gobernar el mundo y que dirige Eugenio Amaya, surge por "la época en la que vivió, de escalofriante semejanza a la actual: guerras, epidemias, traiciones, crisis económicas", comenta el autor. Fiel a la realidad histórica Vicente Cuesta da vida a un emperador "considerado por el mundo intelectual y académico un referente, uno de los puntales de la filosofía estoica junto a Epicteto y Séneca", apunta Muñoz Sanz. Pero más allá de las epidemias que le tocó vivir, el autor del libreto fue cautivado por el carácter humano de Marco Aurelio. "Una persona decente en un ambiente muy complicado, con un código ético irreprochable que aplicó a su vida privada y a su acción de gobierno".

De hecho, la vida pública y privada fue una de las dicotomías que marcaron su mandato. Toreó, con maestría, ambos escenarios. Los asuntos domésticos, encabezados por "su autoritaria y ambiciosa madre" Domecia Lucila (interpretada por María Luisa Borruel), su esposa Faustina (a la que da vida María Lama) y su hijo Cómodo (encarnado por José Vicente Moirón) se contraponen a los negocios de gobierno con "las guerras, las traiciones, las epidemias, las crisis y la herencia del Imperio", anota.

El fanatismo, rasgo opuesto a la razón, es lo que lleva a la pérdida del equilibrio vital de los hombres. Y ese fue otro de los problemas del emperador: gobernar desde la razón y la filosofía estoica en contraposición a la presión que ejercían aquellos que se consideraban herederos de dioses y oráculos. En ese sentido, Marco Aurelio, destacó por "su rigor ético y su sentido del deber y de la justicia". Ese dilema que se le plantea sirve para que el espectador reflexione sobre los conflictos que sacuden, ayer y hoy, al ser humano. El fanatismo, tan en boga hoy en día, se erige como una de las epidemias de la humanidad. Otro asunto al que también se hace referencia en la dramatización del mandato del emperador filósofo es el difícil equilibrio entre "el poder de la magia en tiempos de crisis social, económica y sanitaria y la fuerza convincente de la ciencia" personificada en la figura del médico Galeno.

Imagen de la obra Marco Aurelio, desde hoy hasta el domingo en el Festival de Mérida

El cristianismo y la regla antonina de sucesión

Hay en su relación con el cristianismo emergente una sustancial diferencia respecto a sus antecesores: Marco Aurelio "no lo combatió de forma activa aunque respetó las decisiones de sus gobernadores de provincias". El emperador, uno de los pilares de la filosofía estoica, escribió las Meditaciones, una obra en la que erige un código ético que "más que un protocolo del buen gobierno son unas reglas para ayudar al bien morir".

En cambio, fue romper la regla sucesoria del imperio el mayor error que cometió Marco Aurelio. Esta regla de la dinastía antonina establecía buscar al heredero fuera de la línea genética, pero el emperador nombró a su hijo Cómodo como su sucesor. Según los escritos esta fue la causa de la ruptura con aquellos esplendorosos años catalogados como la Pax romana. Pero Agustín Muñoz Sanz opina que "la Pax Augusta ya había acabado pues él estuvo en guerra contra el imperio de Partia (en el este) y contra las tribus bárbaras del norte (los marcomanos, los antepasados de Angela Merkel). El filósofo hizo la guerra cumpliendo, con un sentido estricto, con el deber de emperador", anota.

A pesar de que el autor no ha podido averiguar qué le llevó a romper con la regla y en esta obra "se arrepiente de su errónea decisión". No obstante "esto simplemente sirve para medir su dimensión humana. Hasta los más grandes se equivocan", afirma.

@scamarzana