John Axelrod, director titular de la Sinfónica de Sevilla. Foto: Guillermo Mendo

Reunimos hoy en este artículo, cuando sus respectivas temporadas no han hecho más que empezar, a tres de las principales agrupaciones sinfónicas españolas para comentar las peculiaridades de sus interesantes y reveladores conciertos de esta semana. Es magnífico el diseño del programa de la Orquesta Sinfónica de Galicia, que actúa (el 10 en Vigo y el 11 en La Coruña) bajo el mando de su titular, el eficaz, elástico y claro Dima Slobodeniuk, que, una vez más, posa su mirada hacia la producción del norte de Europa y sitúa en atriles dos composiciones de esa procedencia: Concierto para contrabajo del estonio Eduard Tubin (1905-1982), música ecléctica influida por el folclore en la que intervendrá como solista Diego Zecharies, y Quinteto de viento del letón Peteris Vasks (1946), un creador conectado en principio con la aleatoriedad pero que ha acabado por asentarse en estéticas evocadoras de un lirismo a flor de piel. La suite de La edad de oro de Shostakovich y las Danzas de Galanta de Kodály -que fue durante un tiempo maestro de Tubin- completan una sesión de lo más atractivo.



Shostakovich habita asimismo en el programa que de los días 7 al 11ofrece la Sinfónica de Euskadi; y lo hace con el Concierto para violonchelo n° 1, del que será intérprete Enrico Dindo. Se estrenará Agartha (expresión alusiva a una legendaria ciudad subterránea conectada con las doctrinas brahmánicas) del compositor bilbaíno Xavier Otaolea, que convivirá con dos muy bellas piezas británicas, la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis de Vaughan Williams, tan evocadora como refinada, y la extensa y centelleante obertura In the South de Elgar, un recuerdo de la estancia de su creador en la luminosa localidad italiana de Alassio. Al mando estará el director finés Aris Rasilainen, contundente y firme, de vistosa gestualidad.



Cierra los días 10 y 11el círculo sinfónico la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla con un programa presidido por la idea de la danza: Danza de la venganza de Medea de Barber, un precipitado del ballet Medea, magníficamente orquestado, elocuentemente trabajado, suite del ballet Belkis, Reina de Saba de Respighi, de trazo sensual y vigoroso, plagada de tópicos ecos orientales, de espejeantes armonías, y la célebre Danza de los siete velos de Salomé de Strauss, vertiginosa, de virulenta rítmica, de desatado erotismo.



Abducidos por la Femme Fatale

Características estas que piden una batuta flexible y colorista, enérgica y sinuosa, como lo es la del titular, el estadounidense John Axelrod, amigo de experimentos, de tender puentes, de plantear programas unificados, sometidos a un nexo común -lo que a veces lleva a un cierto forzamiento-, así el que se comenta, y que, como todos los de la temporada, lleva un título, en este caso el de Femme Fatale; bien visto, sin duda, porque a las obras mencionadas de suma la cantata La muerte de Cleopatra de Berlioz, en la que interviene la joven mezzosoprano georgiana Ketevan Kemoklidze, un valor en alza.