Joan Martín-Rollo (Guglielmo) y Carmela Remigio (Fiordiligi). Foto: José Cuevas
Così fan tutte, una de las óperas mozartianas verdaderamente maestras, es un caramelo envenenado para directores musicales y de escena. Se trata en ella un asunto de los que a finales del XVIII eran piedra de escándalo. Fue denigrada por la mayoría de los músicos, críticos y literatos posteriores, entre ellos gente del calibre de Hoffmann, Wagner, Hanslick, Hofmannsthal o Taine.En el fondo esta ópera, como han señalado conspicuos autores, es obra de demostración, de tesis y, por tanto, puede decirse que determinista. Los personajes no tienen, evidentemente, la libertad que en las dos óperas dapontianas anteriores y viven en una acción que aparece trazada como un poema matemático. En principio es una historia sobre la inconsciencia femenina; pero una inconsciencia que nace del engaño al que son sometidas Fiordiligi y Dorabella, lo que encierra a priori un mensaje fuertemente machista.
Tenemos ahora este título en el Teatro Campoamor de Oviedo, a partir de este domingo, dentro de la temporada de ópera de la ciudad. Para llevar a buen puerto el mensaje se cuenta con la autorizada, ligera, animada y competente batuta de Corrado Rovaris, responsable de la Ópera de Filadelfia. Puede venir bien su estilo a unos pentagramas que poseen una buena dosis de ambigüedad -como los son los comportamientos de sus criaturas-, ilustrativos de la brillante trama trazada por Da Ponte. Juan Antón Rechi, un seguidor y ayudante en tiempos de Bieito es un regista acostumbrado a jugar magistralmente con el equívoco, a disfrazar situaciones, a dotar de sentido del humor a las narraciones, aun cuando algunos consideren que se trata de un humor un tanto grueso. Pero es hábil para leer entre líneas y conceder dinamismo a la acción.
No es nada fácil cantar con elegancia, sentido, buen fraseo y gracia esta ópera maravillosa de 1790. El reparto tiene hechuras, aunque pensamos que a la ya veterana soprano lírica Carmela Remigio le falta lustre, anchura, amplitud y robustez para servir una parte tan ardua como la de Fiordiligi. La acompañan los muy jóvenes y más que prometedores Paola Gardina como Dorabella, Alek Shrader como Ferrando, Joan Martín-Royo como Guglielmo e Isabella Gaudì -bien: dos voces españolas-. El sólido Umberto Chiummo será don Alfonso, el urdidor del enredo.