Daniel Barenboim

Recibimos un año más a Daniel Barenboim en nuestros escenarios. El director argentino no perdona un año sin hacer un hueco en su complicada agenda para acercarse a España, país en el que dio su primer recital en los años 50. En la pequeña gira que tiene prevista esta semana, sin embargo, ofrece algunos ingredientes novedosos. En particular, el instrumento con el que nos visita, un piano que él mismo ha diseñado en compañía del fabricante Chris Maene, uno de los más prestigiosos en todo el mundo. La idea que tenía en mente cuando lo ingenió era recuperar la claridad y transparencia de los pianos anteriores a 1875. Algo que ha conseguido colocando las cuerdas en posición vertical en lugar de diagonal. Además, no renuncia a los adelantos técnicos contemporáneos.



Esa combinación la podremos apreciar en una minigira con escalas en Zaragoza (hoy), Barcelona (mañana) y Madrid (este domingo, convocado por Ibermúsica). A Barenboim se le encendió la bombilla durante una visita a la Accademia Musicale Chigiana de Siena, cuando le permitieron sentarse a las teclas de un 'ejemplar' que había pertenecido a Franz Liszt. Barenboim sintió una instantánea fascinación e inmediatamente empezó a darle vueltas a un prototipo que reprodujera tales prestaciones.



En sus comparecencias en España el director musical de la Ópera de Berlín desgranará partituras de Schubert, Chopin y, cómo no, Liszt. Abstraerse en sus notas le ayudará a olvidarse de los últimos disgustos que le ha dado el devenir del mundo últimamente, como la elección de Donald Trump como nuevo presidente de los Estados Unidos. Barenboim es muy directo y franco al expresar cómo se siente: "horrorizado".



Similar desencanto confiesa ante el estancamiento de la pacificación de Palestina, que él ha intentado promover con la orquesta Wester Eastern Divan, en la que conviven músicos israelíes y de todas las procedencias del orbe musulmán. Su fórmula apaciguadora es sencilla y eficaz, como nos describía en su última entrevista con El Cultural: "Para un sirio todo lo que viene de Israel es monstruoso. Y viceversa ocurre lo mismo. Pero si un sirio y un israelí se sientan frente al mismo atril juntos todo el día, y trabajan en el mismo objetivo (conseguir la afinación adecuada, el volumen justo y la intensidad apropiada), al final tienen algo en común a partir de lo cual es posible el diálogo y entender el relato del otro".



Así explicado, no parece tan difícil llevarse bien. Barenboim, que acaba de cumplir 74 años, lo tiene claro y lo seguirá predicando hasta el final. La música es su palabra.



@albertoojeda77