Garbiñe Insausti en un momento de Edith Piaf. Taxidermia de un gorrión
El Teatro Español estrena Edith Piaf. Taxidermia de un gorrión, una obra de Ozkar Galán dirigida por Fernando Soto, que reflexiona sobre la necesidad de crear y creer en los mitos a través del encuentro ficticio y problemático entre Camile Schultz, una reportera especializada en fotografiar animales, y la gran diva de la canción francesa.
Sobre esta pulsión tan humana de la creación de mitos versa la obra Edith Piaf. Taxidermia de un gorrión, una producción de la compañía vasca Kulunka Teatro escrita por Ozkar Galán y dirigida por Fernando Soto, que toma como referente uno de los grandes mitos del siglo XX, la diva de la canción francesa Edith Piaf. Nacida del interés de Garbiñe Insausti por Piaf, a quien interpreta en el montaje, la trama pivota sobre una entrevista que la reportera Camile Schultz, personaje ficticio encarnado por Lola Casamayor, le hace a la cantante. Un encuentro, más bien un combate, lleno de ironía e ingenio en el que ambas se enfrentarán para acabar deshaciéndose de sus convicciones.
"La confrontación entre las dos, ese contrapunto, es el núcleo de la obra. Schulz sería realmente el superyó de la sociedad que puede hablar cara a cara con una superestrella, y las preguntas que le hace son las que nosotros querríamos hacerle", asegura Ozkar Galán. "La periodista es un resorte para hacerle una taxidermia a Piaf, para extraerle todos los temas que conforman el montaje", desvela Soto. Porque Piaf funciona aquí como excusa, como ejemplo, para desarrollar el tema central de la obra, la necesidad de crear mitos y de creer en ellos.
En forma de flashes, los recuerdos de Piaf (en los que Alberto Huici interpreta los personajes masculinos clave que salpican la narración: su padre, su primer amor, Marcel...) permiten vislumbrar un bosquejo de su vida, pero en ningún caso se trata de una biografía al uso, como se temía en un principio Soto. "La obra va más allá del mito de la cantante, no es sólo sobre Piaf, sino que va al fondo del ser humano hasta conocer qué se esconde tras esas figuras mitificadas, tras esos dioses con 'pies de barro'", explica el director. La accidentada y bohemia vida de Piaf planea sobre el escenario en forma de recuerdos biográficos que sirven a un fin mayor. Se convertirá en una auténtica disección acerca del origen, la naturaleza y la necesidad de creer y crear mitos.
La dualidad persona/personaje
Todos estos iconos guardan paralelismos. Vidas atractivas, que generan a su alrededor pensamientos e ideas que quizá nacen por el lugar en el que la gente los colocamos. Porque la obra habla sobre la dualidad persona/personaje, sobre el descubrimiento de la persona pero a la vez sobre la necesidad del personaje. "La persona en un momento dado descubre que el personaje es necesario, que es útil para apartar al resto del mundo de la persona real. Y sucede que finalmente, todos los personajes terminan devorando a la persona", afirma Galán. Soto, asegura que esa mitificación es muy peligrosa porque "se puede convertir en una especie de prisión, de jaula de oro. Siempre hay que tener sentido de la realidad, si lo pierdes al llegar a ese nivel es cuando te pierdes en una vorágine de no saber quién eres". Por ello, la vida de estos ídolos suele ser una vida atormentada, "porque los sueños tienen su precio, un precio que hay que pagar y que normalmente es muy caro".Esas serían las tristes consecuencias, pero ¿cuáles son las causas? ¿De dónde surge la necesidad de crear mitos por parte del público? "El hombre tiene la necesidad de crear mitos igual que de crear dioses", dice Galán. "La diferencia es que a estos últimos los puedes tocar, son reales, humanos. Y por eso es más complicado que ser un dios, porque cualquier movimiento en falso te puede generar un problema para el resto de tu vida. Es una exposición constante a la crítica". A entender de Soto, la necesidad de mitos es muy actual y se basa en la necesidad de creer en algo, de amar y de odiar algo. "A veces colocamos a las personas en el Olimpo porque nos es necesario a nosotros para poder tirar hacia delante como seres anodinos que somos. La mitificación, la admiración o el reconocimiento por algo que ha hecho otra persona puede servir de ejemplo y ser un aliciente".
La música sirve de hilo conductor a través de la vida de Piaf
Aderezando estas reflexiones se encuentra la demostración práctica, la taxidermia a la que hace referencia el título, que se plasma en el trabajo que hace Schultz de separar persona y personaje, de observar al ser vivo que se escondía tras ese algo muerto que era el mito de la cantante. "La faceta de figura pública, de personaje, la tenemos en escena a través de los recuerdos, una serie de momentos de su vida, donde mostramos lo biográfico. Del aspecto personal, la pérdida de una hija, de su gran amor, su conocido aprieto jurídico..., se encarga la periodista". Algo que queda claro en el montaje, donde el espacio escénico se separa en dos ámbitos bien diferenciados uno central, frío y blanco, que representa el mundo real donde se desarrolla la entrevista; y otro externo, el mundo onírico, negro e iluminado con bombillas cálidas, donde se reviven los recuerdos de Piaf.Y como personaje imprescindible destaca también la música, elemento fundamental a través del recorrido personal y profesional de Piaf que acompaña y completa la trama de la obra. Temas icónicos como Milord, L' Accordeoniste, L'Hymne à l'amour y Sous le ciel de Paris, que retratan las sensaciones y sentimientos que la artista fue visitando a lo largo de sus cuatro décadas como emblema de la canción francesa, serán interpretados en directo por Insausti durante las narraciones biográficas de la cantante.
Los mitos de hoy
Pero después de reflexionar sobre la construcción de los mitos y su legado, la obra deja en el aire una pregunta: ¿Sigue existiendo ese culto a la personalidad en la sociedad de hoy? Galán responde afirmativamente, pero asegura que en la actualidad "hemos cambiado completamente el concepto de lo que era un mito. Antes nos gustaban los mitos porque eran inteligentes, eran amables y buenos, o cantaban bien, pero ya no valoramos a los personajes por su valía. Antes adorábamos a Edith Piaf y ahora tenemos a Trillo, a Esperanza Aguirre o al Pequeño Nicolás". En este sentido se pronuncia Soto, que resume que "hoy en día los dioses son deportistas, banqueros, empresarios... Se ha bajado el listón y la popularidad se ha hecho popular".Autor y director destacan que, por su naturaleza, los mitos de hoy no tendrán la trascendencia de los de épocas pasadas. "Son mitos fugaces y efímeros, en la estela de esta sociedad de usar y tirar generada por internet que además propicia una psicosis por ser admirado", valora Soto. Por su parte, Glán también apunta a la sociedad informatizada como causa directa. "Nos endiosamos a nosotros mismos. Hemos pasado a la autocontemplación y ya somos nuestros propios personajes. Todos tenemos un perfil en facebook que modificamos al gusto. En el individualismo que hay ahora mismo está latente esa dualidad entre persona y personaje, pero no la sabemos gestionar".