Un momneto del ensayo de Fuenteovejuna, de Pepa Gamboa

El Teatro Español estrena una versión del clásico de Lope de Vega dirigida por Pepa Gamboa y protagonizada por las actrices gitanas del poblado sevillano de El Vacie que arrasaron hace unos años con La casa de Bernarda Alba.

Durante la temporada 2009/10 el paisaje teatral español sufrió una fuerte sorpresa, un hecho escénico singular surgido de la experimentación y el compromiso social del director Ricardo Iniesta, la irrupción en escena de una versión de La casa de Bernarda Alba protagonizada por mujeres gitanas del poblado chabolista El Vacie (Sevilla), que bajo la dirección de Pepa Gamboa se enfrentaron al texto lorquiano sin poder prever el alcance que había de tener la propuesta que les hacían una mujer y un hombre del teatro. "Me decían que a partir de ese montaje se sintieron por primera vez personas", asegura su directora Pepa Gamboa, "a nivel emocional y social ha supuesto mucho para ellas".



Y es por eso, y por la insistencia que demostraron en continuar vinculadas al mundo del teatro, por lo que Gamboa se puso a buscar otro texto que poder preparar junto a ellas. "Una obra que diese continuidad a esa experiencia y que nos resultase tan natural como nos resultó aquélla", asegura. Y la encontró en nada menos que un reconocido drama del Siglo de Oro, Fuenteovejuna, de Lope de Vega. "Pensé en Fuenteovejuna porque ofrece mucha concomitancia con su cultura, con el tema de la honra, el derecho de pernada... Además es la primera obra del teatro español donde es una mujer la que toma la iniciativa, la que piensa que puede haber un acto de 'desobediencia civil', y se cuestiona por qué ese poder establecido era inalterable", explica Gamboa, que estrena esta tarde en el Teatro Español, donde el montaje permanecerá hasta el día 29.



La versión parte del texto original de Lope, que Gamboa considera "absolutamente vigente, porque refleja perfectamente de alguna manera lo que estamos viviendo", pero tratando de adaptarlo a la especial realidad de sus protagonistas, que como recuerda la directora, "sufren una compleja situación social de marginación que no es únicamente económica". Para plasmar en su totalidad el mundo de este grupo de gitanas ha sido clave el trabajo del dramaturgo Antonio Álamo, que además de adaptar el texto, ha realizado junto a ellas lo que Gamboa define como "un trabajo a pie de escena, con frases y pensamientos de ellas, mezclando la fábula de Lope y sus reflexiones sobre cómo sienten y ven el mundo, y generando un texto nuevo".



Más allá de la decena de premios nacionales y europeos cosechados a lo largo de estos años con su anterior montaje, el éxito de estas mujeres es que su obra ha contribuido a poner el foco en El Vacie, el poblado chabolista más antiguo de Europa, que cuenta ahora con un proyecto a nivel europeo para hacerlo desaparecer. "Será casi inmediato, asegura Gamboa, que reconoce que "no ha sido solo gracias a la obra, pero esta ha sido decisiva.



Pero que nadie piense que, aunque fundamental, el componente social es lo único importante en estos montajes. Ante cualquier insinuación de este tipo, la directora se rebela y aduce que "el componente artístico es fundamental, obviamente respetando sus cualidades. Estas mujeres no saben leer ni escribir. La herramienta cultural que tienen es su propia vida, pero cuando hay vida hay teatro". Porque a su entender, "el arte no es patrimonio de nadie ni los escenarios son patrimonio de nadie. Nadie tiene que llenarnos de normas diciendo cómo hay o no que hacer las cosas ni cómo se debe hacer teatro y quién tiene derecho a subirse a un escenario", alega, enfática. Y asegura, ya de forma rotunda, que viendo interpretar a estas mujeres, "con todos sus 'defectos', se pueden visitar las emociones, que es lo realmente importante, que como espectador te emocione lo que estás viendo".



A nivel estético, el montaje tiene por referente tanto el mercadillo periférico como el campo de concentración, "pero evitando los tópicos habituales, más a la manera en que lo abordan Christian Boltansky o lo conceptualiza Giorgio Agamben en su serie de libros Homo Sacer", explica Gamboa. En cualquier caso, el mundo de la frontera, tanto físico como legal, en el que se asientan algunas comunidades de etnia gitana o los colectivos de inmigrantes, legales o ilegales. "Y es esa forma fronteriza de habitar, de esquivar y sortear los límites del aparato del gobierno, que caracteriza a ciertas comunidades gitanas, lo que aquí queremos poner de manifiesto", asegura.



Es significativo, toda una declaración de intenciones, que este montaje de Gamboa sea el encargado de inaugurar la recién estrenada "Era Portaceli", presentada por la nueva directora el viernes pasado y que contará según explicó, con la contraposición entre el bien y el mal como eje vertebrador. "Es en momentos convulsos es cuando el teatro, el arte o la educación se convierten en lo único que puede salvar a la humanidad", afirmó la directora artística, que se refirió a la citada lucha entre el bien y el mal como "un tema muy interesante para debatir, que nos ayuda a distinguir los valores éticos y democráticos".