Ana Wagener como Clitemnestra en La Orestíada. Foto: Jero Morales

Dirigida por José Carlos Plaza y con versión de Luis García Montero, La Orestíada abrirá la 63 edición del Festival de Mérida el próximo 5 de julio. Intensa y "profundamente política", la obra de Esquilo llega al Teatro Romano protagonizada por Ana Wagener.

El fantasma de Clitemnestra habla con Orestes. La venganza engendra venganza, la violencia llama a la violencia. Pero de pronto surge el amor, la relación de una madre con su hijo que sale a la plaza pública, que añora otro modo de vivir. No se tratra ya de mentir, sino de reconocer que el amor forma parte de nuestra vida tanto como la crueldad. Un deseo profundo de cambiar la historia.



Es una de las escenas finales de La Orestiada que más ha cautivado al escritor Luis García Montero, autor de la versión que podrá verse, entre el 5 y el 9 de julio, abriendo la 63 edición del Festival de Mérida. "Están ahí la poesía y el teatro, la claridad de las emociones y el mundo elevado de la tragedia clásica", explica el poeta granadino a El Cultural, que ha concentrado el texto de Esquilo en algo más de dos horas. Ha "compuesto" además personajes como el Anciano y el Magistrado para condensar matices y "encerrar" metáforas: "Este tipo de obras nos llevan a plantearnos los valores profundos del ser humano como el amor, la muerte, el odio, la memoria...".



Grandes mujeres

La dirección del montaje llega de la mano de José Carlos Plaza, un veterano ya del certamen extremeño. En 2013 firmaría la contundente Hécuba de Concha Velasco (papel por el que consiguió el IX Premio Valle-Inclán de Teatro) y en 2015 la Medea de Ana Belén. Su atracción por los personajes femeninos llega, señala Plaza a El Cultural, de la fuerza de la dramaturgia griega, basada en grandes mujeres: "Ellas mueven la historia, los pensamientos y las variaciones del alma. Creo que, dado el desarrollo del papel de la mujer en la historia y su deterioro, es necesario recordar estas presencias".



La puesta en escena de esta Orestíada es "profundamente política" y resalta el comportamiento humano entre sus pasiones y su filosofía, la lucha entre lo colectivo y lo personal. Para Plaza, el pasado en la obra cae irrevocablemente sobre el presente, condiciona el comportamiento y la pasión es reducida por la conveniencia: "Siete personajes y un coro representan la controversia entre las pasiones individuales y las colectivas. El poder y su ceguera, la soberbia, la humillación, la inocencia, la sexualidad realizada y reprimida, los sueños y la culpa están constantemente en escena. Penetran el texto desde el primer momento. La obra nos habla de la volubilidad, de la subjetividad y de la justicia. Está totalmente conectada con la justicia española en estos días".



Amaia Salamanca interpreta a Electra. Foto: Jero Morales

El montaje, un encargo del director del festival, Jesús Cimarro, se ha realizado por y para el escenario del Teatro Romano, un emplazamiento que "inspira y ayuda" a la labor del director, rodeado de un elenco integrado, entre otros, por Roberto Álvarez, Ana Wagener, Alberto Berzal, Amaia Salamanca, Juan Fernández, Ricardo Gómez y María Isasi. Plaza ha trabajado con ellos especialmente el texto, que ve muy alejado de la vulgaridad: "El teatro es una labor de equipo y el resultado, una suma de fuerzas de diferentes intensidades y técnicas. Cada actor ha aportado su personalidad y su talento".



García Montero destaca la intensa emoción que puede llegar a provocar esta Orestíada en algunos momentos: "Cuando estuve en uno de los ensayos vi que Clitemnestra, o sea Ana Wagener, empezaba a llorar al final, conmovida por lo que estaba sucediendo en el escenario".



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