Francisco Javier Suárez Lema, Lola Blasco, Elvira Marco (directora de Acción Cultural Española) y François Berreur (editor de Les Solitaires Inempestifs). Foto: Alex Nollet-La Chartreuse
Un gran talento se concentra entre los dramaturgos españoles jóvenes y el eco de este empuje generacional empieza a escucharse en otros países. Por ejemplo en Francia, a cuyo prestigioso festival de Aviñón ha llegado la obra de tres de ellos gracias al Programa de internacionalización de autores teatrales españoles promovido por Acción Cultural Española (AC/E). El director del Festival de Aviñón, Olivier Py, "conoce y está muy interesado por el panorama actual de dramaturgos españoles, y opina que es un fenómeno bastante único en Europa", señala Elvira Marco, directora general de AC/E.El 20 y 21 de julio, directores y actores franceses realizaron allí talleres y lecturas dramatizadas de Canícula. Evangelio apócrifo de una familia, de Lola Blasco (Alicante, 1983); y Gertrude Stein no es el nombre de un piano, de Francisco Javier Suárez Lema (Corcubión, La Coruña, 1979), con la presencia de ambos autores. El escenario fue la bodega del Papa de La Chartreuse de Villeneuve-lès-Avignon, monasterio cartujo del siglo XIV convertido hoy en residencia para autores teatrales (el Centro Nacional de Escrituras del Espectáculo) donde cada huésped ocupa una de las celdas que habitaban antiguamente los monjes. Las próximas acciones están previstas en la Mousson d'été (en Ponte-à-Mousson) y en Le Panta Thèâtre (en Caen), donde se seguirán haciendo talleres y lecturas de las obras.
Además, la editorial Les Solitaires Intempestifs, que en los últimos años ha difundido la creación teatral contemporánea española en el país vecino, ha traducido y editado los dos textos, además de El deseo de ser infierno, de Zo Brinviyer (Madrid, 1982), también con el apoyo de AC/E. Un jurado compuesto por Miriam Gómez (CDN), José Gabriel López Antuñano (profesor de dramaturgia y crítico teatral), David Peralto (director de La Joven Compañía) y Alexandra Moreira da Silva (de la editorial Les Solitaires Intempestifs) ha sido el encargado de proponer las obras que integran el programa seleccionó estos tres textos para participar en este programa de internacionalización que la entidad pública encargada de promocionar la cultura española ya ha desarrollado en años anteriores en países como Brasil, Portugal, Hungría y Polonia y que prevé llevar también a Colombia y Reino Unido. El objetivo de este programa es que productores y directores de los países visitados puedan interesarse en llevar a escena las creaciones de los mejores dramaturgos jóvenes españoles.
Elenco de la lectura de Gertrude Stein...: Laurent Hatat (director), Francisco Javier Suárez Lema (autor), Christiane Cohendy, Yann-Joël Collin, Sylvie Debrun, Pauline Ribat
La obra surgió de una conversación del autor con un amigo. "Él me dio el dato de que durante el Ramadán se producían más actos violentos por aquello de someter el cuerpo a la contención. Le dije que me parecía un poco xenófobo y ahí se quedó el tema, entre amigos. Pero al llegar a casa, esa misma noche, ya estaba rondándome la idea de partir de este detonante", cuenta Suárez Lema a El Cultural. Después la pieza fue "engordando" hasta elaborar una historia que habla "de la xenofobia, del compromiso ético de los intelectuales, del fascismo que hay en cada uno de nosotros, que diría Michel Foucault, de música, de una trama en la que caben Mahoma, Heisenberg, Stephen Hawking y, desde luego, Gertrude Stein. Me interesaba hablar del ascenso de las políticas de ultraderecha, de cómo el mundo se ha ido convirtiendo en un lugar de peligrosas repeticiones del pasado, de cómo la ortodoxia intelectual se ha hecho fuerte y cuando uno elige algo parece que debiera rechazar todo lo demás".
La lectura de la obra de Suárez Lema contó con la participación de varios actores dirigidos por Laurent Hatat. "Me hizo especial ilusión escuchar hablar a mis personajes en francés y en la voz de actrices como Christine Cohendy sonaba asombroso", señala el autor, que ganó con esta misma obra el premio internacional de Ibersecena / Iber-Rutas 2016 "Memorias de los caminos". "Espero que esta experiencia sirva para poner mi obra en el mapa y a mí mismo como autor: que todo esto que ha comenzado se transforme en espaldarazo para que Gertrude Stein no es el nombre de un piano se produzca en España y pueda ser vista por el público".
Aunque el texto de Blasco, Canícula, describe un contexto más español, también apunta a asuntos universales como la herencia familiar y cultura y la perpetuación de estereotipos. "Es un relato grotesco en el que se evidencia, a partir de la historia de una familia española, los resortes patriarcales de la familia-Estado. Una familia-Estado que con su disfuncionalidad mantiene sometidos a los individuos". La obra, que se estrenó en la sala Cuarta Pared de Madrid en 2015, reúne en escena a cinco hermanos que aguardan en una sala de espera a que les den noticias del sexto hermano, que ha ingresado en un hospital con leves molestias, pero la sorpresa es mayúscula cuando descubren que el enfermo se ha convertido en cabra.
Elenco de la lectura de Canícula: Agnès Sourdillon, Maëlle Poésy (directora), Lola Blasco (autora), Odja Llorca, Jean Baptiste Tur, Gabriel Tur, Louis Arene et Régis Laroche. Foto: Alex Nollet-La Chartreuse
El tipo de humor absurdo de Canícula, como reconoce Blasco, bebe de maestros universales como Samuel Beckett. Eso no impidió que se preguntara "si el humor de la obra funcionaría en la traducción y si las diferencias culturales harían incomprensible el texto en Francia; pero ocurrió todo lo contrario, los espectadores se rieron mucho", celebra la autora. Además de a los actores y a la directora Maëlle Poésy, Blasco atribuye buena parte del éxito a la traducción de Clarice Plasteig, un crédito que en el caso de Gertrude Stein... hay que atribuirle a Denise Laroutis y en el de El deseo de ser infierno, a Christilla Vasserot.Presencia en las tablas
La obra de Blasco ha tenido cierta visibilidad en los teatros españoles. Además de esta Canícula -que ahora se está representando en Bolivia- ha estrenado textos como Artículo 4, En defensa, Los hijos de las nubes o Proyecto Milgram, que se representó en el Teatro Valle-Inclán de Madrid en el marco del laboratorio Escritos en la Escena del Centro Dramático Nacional. En cambio, el texto con el que ganó en 2016 el Premio Nacional de Literatura Dramática, Siglo mío, bestia mía, todavía espera a que alguien se atreva a llevarla a escena. Esta obra ha sido traducida al polaco por iniciativa del instituto nacional del teatro de Polonia y también con el apoyo de AC/E, pero no ha llegado a representarse, según la autora debido al giro brusco hacia la derecha de la situación política del país acontecido hace dos años.A pesar de los premios y ayudas recibidos, el teatro de Suárez Lema, psicólogo de profesión y afincado en Madrid, no ha tenido aún tanta presencia en los escenarios españoles como la de Blasco. Su primera obra, Caballo negro sobre fondo negro, que ganó el Primer Premio del Certamen de Nuevos Dramaturgos de Lanau Espacio Escénico, se pudo ver durante varios meses en la sala Mínima de Lavapiés, Madrid. Antes de eso, su obra breve La carta interceptada se mostró en el Teatro Circo Price. "Por desgracia, otras obras que han tenido también repercusión están a la espera de ser elegidas por alguien y llevadas a las tablas. Aguardo con cariño que alguien se atreva con mi obra Siveria, mención de honor del Premio Internacional Leopoldo Alas Mínguez, una obra de la que me siento muy orgulloso", afirma el autor.
Zo Brinviyer, por su parte, es una autora madrileña de espíritu nómada que ha vivido en Dinamarca, Londres y México y actualmente reside en Andalucía. En 2010 ganó el Premio de Teatro para Autores Noveles Calderón de la Barca que concede el Ministerio de Cultura a través del INAEM por la obra que acaba de ser traducida al francés, El deseo de ser infierno y en 2013 estrenó en Londres Motherhood, love and training.
Generación nómada, teatro de continuidad
"Creo que hay una generación muy valiosa en este país. En Francia nos decían que allí no es así. Que no existe un boom, que no existe parangón en términos de lo que se da en España", comenta Suárez Lema. "Yo pensaba que no éramos un fenómeno tan exclusivo pero me doy cuenta de que gozamos de una enorme riqueza de creadores y creadoras, muy pujantes. Hay además una amalgama de voces pese a compartir espacio generacional. Hay autores y autoras más clasicistas, más post, más propensos al humor, a lo trágico, a lo emergente, al teatro social, a lo performativo. Todas esas ganas de crear dicen mucho de nosotros. Pensemos en qué revelan esas ansias de querer contar, de querer persistir e insistir".Blasco, por su parte, define el teatro que hacen ella y los autores de su generación como un "teatro de continuidad". "Adoptamos muchas formas que tienen que ver con el teatro posdramático de los años 90, pero asumimos las historias del teatro anterior. Es un teatro que no rechaza nada, el teatro anterior no es peor que el nuestro, lo que ocurre es que se le ha prestado poca atención". También cree que al de la nueva generación se le hace más caso ahora pero que no siempre fue así. "El problema de nuestro teatro es que no es convencional, así que en los teatros donde quieren teatro convencional no tenemos visibilidad. Pero tampoco es un teatro que prescinda de los personajes y de la fábula como otras manifestaciones más cercanas a la performance. Así que a veces nos quedamos en tierra de nadie", opina Blasco.
"No sé cuáles son las características que comparto con el resto de mis compañeros creadores y creadoras más allá de un nicho común, un contexto común que es el de la generación del descontento. La generación obligada al nomadismo, sentenciada de precariedad. Yo me reconozco en esas marcas. Mi impulso llega de la filosofía, que es mi mayor motor de escritura, y de la ciencia, de lo tecnológico, sin perder de vista los asuntos universales", asegura Suárez Lema.
Por otra parte, Blasco considera que el boom del off en ciudades como Madrid, que ha favorecido el tipo de teatro que ella hace, es insostenible. "Hay un exceso que impide que las condiciones sean adecuadas para nadie. Es bueno que todo el teatro no esté centralizado y que se cree tejido cultural, pero esta nueva situación debería regularse con más ayudas", opina. "Hay ciertos festivales en los que se representan no sé cuántas obras a la vez. Políticamente es muy vistoso, pero las condiciones de las compañías son muy malas. En este país a menudo se trabaja profesionalmente en condiciones laborales no profesionales".
@FDQuijano