Vista del espectáculo desde arriba. Foto: Works & Process at the Guggenheim.

La célebre rotonda del Museo Guggenheim de Nueva York será ocupada en pocas horas por un proyecto valiente y novedoso que mantiene alerta a la ciudad. Alejandro Cerrudo (Madrid, 1980) ha sido el coreógrafo encargado de dar forma a una pieza que conjuga danza, video-creación y algunas de las técnicas informáticas más innovadoras. El bailarín Daniil Simkin, alma mater del proyecto, ha reunido también los audiovisuales de su padre Dmitrij Simkiin y de Arístides Job García Hernández, que dibujarán los cuerpos de unos bailarines vestidos por la firma Christian Dior.



"Este proyecto se parece muy poco a cualquier otra cosa que he hecho antes", explica Cerrudo a El Cultural. El Museo Guggenheim de Nueva York, como parte de su programa Works & Process, ha impulsado Falls the Shadow, que con el bailarín Daniil Simkin -Bailarín Principal del American Ballet Theatre- a la cabeza, ha concentrado a un grupo de artistas para un trabajo poco habitual. Por un lado, y como admite el coreógrafo entre risas, plantearse una pieza que va a verse "no sólo desde arriba sino en 360°... ¡es bastante difícil!", nos dice. "Empecé en el estudio, intentado imaginármelo desde arriba. Pero claro, una cosa es la teoría y otra es la práctica, y cuando llegué allí no era solamente que fuera a verse desde seis pisos distintos y con efectos de video en las rampas, sino que es un espacio muy, muy grande, y los movimientos que parecían funcionar perfectamente en el estudio, se volvieron insignificantes. No todos, pero sí muchos de ellos".



Alejandro, con buen humor, explica que se tuvo que "replantear la coreografía. Es probar y fallar, o probar y acertar". Aún así, "el proceso ha sido muy relajado", explica el coreógrafo, aunque muy intermitente porque los participantes viven repartidos entre San Francisco, Nueva York y Chicago. Además de Simkin, también la bailarina Cassandra Trenary procede de ABT, lo que implica que tiene una formación muy clásica, mientras que los otros dos bailarines participantes -Ana López y Brett Conway- son intérpretes de danza contemporánea. La complejidad de trabajar con bailarines de orígenes tan distintos ha sido para Cerrudo un reto del que ha salido "sorprendido por lo bien que nos hemos integrado y adaptado a este experimento", nos dice. "Hemos intentando explorar y descubrir cosas juntos, adaptándonos a la manera de trabajar de cada uno, disfrutando mucho del proceso en el estudio".



El diseño del vestuario, de la firma Christian Dior, que se utilizará en Falls the Shadow. Foto: Sophie Carre

Falls the Shadow cuenta con vestuario diseñado por Maria Grazia Chiuri. "Trabajar con la firma Christian Dior no es algo que yo pensara llegar a hacer... quizás nunca", declara el coreógrafo, divertido. "Ha sido muy emocionante; primero le mandamos videos de ensayos, luego vino ella con su equipo a ver un ensayo y tuvimos reuniones". La colaboración ha sido, nos explica, "un proceso de encontrar lo que a ella le inspirara la coreografía y querría aportar al proyecto, además del concepto que nosotros ya teníamos. Nos presentó un primer boceto con unos paneles, pero enseguida se dio cuenta de que no funcionaría porque tenemos muchos movimientos en el suelo, hay arrastradas... Conversamos sobre lo que quizás nosotros necesitaríamos -porque el material de los trajes tiene que ser especial para que la cámara infrarrojo pueda capturarlo- y ella tuvo en cuenta todos esos factores. Al final presentó un diseño que muestra el cuerpo del bailarín, son unas mallas con el sello que ha empleado en sus colecciones más recientes: Christian Dior J'adior".



El hecho de haber preparado una pieza específicamente para un lugar como la rotonda del Guggemheim y contar con nuevas tecnologías ha despertado la creatividad del coreógrafo: "Este proyecto no podría hacerse en un teatro convencional. Trabajar con cinco proyectores y una tecnología de infrarrojos que captura el movimiento del bailarín y lo transforma con un ordenador, respondiendo en tiempo real, es algo totalmente nuevo para mí. Me ha hecho preguntarme cosas nuevas como artista". Nuevos medios que, para Cerrudo, "pueden aportar muchísimo y cada vez más; es un camino con muchas posibilidades, pero personalmente pienso que todavía no hemos logrado, en general, un matrimonio perfecto con el video y estas nuevas tecnologías. Aunque hay excepciones en las que determinados artistas lo han conseguido de manera magnífica, creo que tenemos que seguir atreviéndonos a utilizarlo, experimentando, porque en el futuro va a enriquecer la danza pero creo que estamos sólo en el principio. Hay mucho por hacer y por descubrir".



Cerrudo espera conseguir que "la rotonda del Guggenheim parezca que hubiera sido diseñada para este montaje". Precisamente la colocación del público, rodeando y formando parte de la escena, implica que "cada persona va a tener una experiencia diferente. Como hay seis pisos distintos, la altura es otro factor importante. Los efectos que se verán en el suelo con los bailarines estarán completamente coordinados con los bailarines en las rampas, que estarán iluminadas; es una proyección masiva en el espacio." Los últimos días han sido trepidantes para todo el equipo, ya que tenían que comenzar los ensayos cuando el museo se vacía de visitantes, y los artistas ahora se preparan para los dos días de actuaciones que tienen por delante en el célebre edificio. "Estamos con muchas ganas, y seguimos hacia adelante. Estoy deseando verlo completo y ver cómo lo percibe el público".