Vicente Aguado como Capitán Maldonado en De fuera vendrá quien de casa nos echará

El autor de El lindo Don Diego y El desdén, con el desdén cumple 400 años. Agustín Moreto, eclipsado por figuras como Lope de Vega o Calderón, es celebrado este año a través de estrenos, conferencias, congresos, exposiciones y la edición de sus obras completas.

Inclinación a la comicidad, dando máximo protagonismo a la figura del gracioso y del figurón; intrigas perfectamente calculadas y de menor complejidad que en autores anteriores; tendencia a la armonía, el decoro y la estilización; simplificación de la poética con menos parlamentos líricos, y la incorporación de pasajes musicados son algunas de las características del teatro de Agustín Moreto (Madrid, 1618 - Toledo 1669), autor de, entre otras muchas obras, El lindo don Diego y El desdén, con el desdén, del que celebramos estos días los 400 años de su nacimiento con el estreno de varios de sus textos, la publicación de sus obras completas y la celebración de numerosos congresos.



Moreto, que tuvo la suerte o la desgracia de compartir tiempo con Lope de Vega, Calderón, Rojas Zorrilla, Ruiz de Alarcón y Tirso de Molina, entre otros grandes genios de las tablas y del verso, tenía ascendencia italiana y escribió tanto para el público de corrales de comedias como para el más culto y exquisito, participando en las representaciones palaciegas del rey Felipe IV. "Los empresarios teatrales demandaban constantemente comedias nuevas. Moreto fue en su época uno de los autores más representados. Baltasar Gracián lo consideró como el ‘Terencio de las letras españolas'. Fue un dramaturgo que estrenó más obras que Calderón" , señala a El Cultural Eva del Palacio, directora, adaptadora e intérprete de De fuera vendrá quien de casa nos echará, montaje que pasará, entre otros, por los festivales de Cáceres (16 de junio), Clásicos en Alcalá (21 y 22) y Almagro (12 a 14 de julio). Junto a la compañía Morboria, Del Palacio ha sido una de las principales defensoras de la obra de este importante dramaturgos del siglo XVII.



Aún mantiene en gira El lindo Don Diego, adaptación ambientada en un club modernista de los años treinta del siglo XX en la que ella misma encarna a Doña Inés: "Es estupendo cómo responde el público y cómo disfruta con la burla y el escarnio del protagonista". El increíble y petulante figurón Don Diego es el protagonista también de la ‘ficción sonora' con la que el Festival de Almagro cerrará su programación el 29 de julio. Valle Hidalgo y Alfonso Manjavacas han adaptado y dirigido, respectivamente, un texto dinámico y comprensible, cercano y directo. "Su teatro asume riesgos a la hora de adaptarse a los cambios sociales que le tocó vivir y a los que era muy sensible, algo que lo diferenció de los autores de su época", precisa Manjavacas, quien destaca su gusto por llegar a la quintaesencia del pensamiento a través de explicaciones "compatibles con el desarrollo siempre ágil de la trama". El director coincide con Hidalgo en que fue un gran adaptador de comedias antiguas y colaborador habitual de otros dramaturgos, entre ellos el toledano Rojas Zorrilla, lo que le permitió adquirir una técnica muy depurada que puso en práctica en las obras que firmó en solitario. "La mayor parte del tiempo mantiene la métrica octosílaba -añade la autora de la versión-, aunque varía hábilmente en función de la clase social".







La cita manchega, en la que este año debuta el director Ignacio García, se convertirá este verano en el epicentro de los homenajes con las jornadas que, entre el 10 y 12 de julio, se celebrarán bajo el título ‘El universo cómico de Agustín Moreto'. Rafael González Cañal, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Castilla-La Mancha y director, junto a Felipe B. Pedraza, de los encuentros, señala: "Aunque tiene un buen número de comedias serias, tanto históricas como hagiográficas, creo que la faceta más representativa de su teatro es la comedia cómica". Según el profesor, Moreto fue un hábil e inspirado recreador de temas y motivos que habían desarrollado otros dramaturgos: "Se le ha criticado injustamente por cierta falta de originalidad, cuando en realidad lo que hace es llevar a cabo la técnica de la reescritura, procedimiento habitual en los dramaturgos barrocos".



Pedraza sitúa a Moreto como miembro "destacadísimo" de la tercera promoción de la comedia española, tras Lope y Tirso: "Se trata de un caso de precocidad, ya que es mucho más joven (18 años) que Calderón, pero su obra acumula y reelabora con gracia la valiosa herencia recibida. Podríamos decir que es un epígono genial de la Escuela de Calderón. Continuador de los modos del autor de La vida es sueño, encontró un acento personal entre el juego psicológico de damas y galanes, la bufonería de los graciosos y la caricatura de los figurones".



Otra de las citas con Agustín Moreto es en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes y la editorial Reichenberger, que durante este año publican simultáneamente sus obras completas (en los próximos días aparecerá el tomo séptimo). El proyecto, dirigido con pasión por María Luisa Lobato -catedrática de la Universidad de Burgos, directora de Moretianos e invesigadora principal del grupo PROTEO- ha sido reconocido recientemente con la Medalla de Oro de la Academia de Artes Escénicas de España. "Moreto tenía una gran capacidad para construir tramas ingeniosas y versificar. Sus personajes parten de una situación inicial problemática para tratar de recuperar su equilibrio social y personal. Destaca en el atento análisis de la personalidad femenina", explica Lobato, organizadora además de una exposición en la Imprenta Municipal de Madrid y de un congreso internacional que analizará en noviembre todas las vertientes teatrales del autor de El parecido en la Corte.



¿Autor poco valorado? ¿Olvidado? Los especialistas señalan que más bien nublado por sus contemporáneos. En nuestros escenarios destacan, entre otras, algunas históricas producciones de la CNTC como No puede ser... el guardar a la mujer (1986), con versión de José Luis Alonso de Santos y dirección de Josefina Molina; El desdén con el desdén (1991), de Héctor Urzáiz; los Entremeses barrocos (2011) de Luis García-Araus -entre los que se incluía El cortacaras y Mojiganga de los infiernos de amor de nuestro autor-, y El lindo Don Diego (2013) con adaptación de Joaquín Hinojosa y dirección de Carles Alfaro.



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