Isabella's Room, de Jan Lauwers. Foto: Maarten Vanden Abeele

Gerona sigue convocando cada otoño un suculento plantel de teatreros. Este no será una excepción. Apabulla una programación de 97 espectáculos en la que, a partir del 5 de octubre, concurren grandes totems de la escena europea y española. De Rigola a Liddell, de Korsunovas a Cassiers, de Tolcachir a Jan Lauwers... Este último protagoniza la primera cita clave en el apartado de vacas sagradas foráneas. El director belga trae el 6 de octubre uno de sus montajes históricos, Isabella's Room, con la carismática Viviane De Muynck encabezando un ecléctico elenco. El montaje, a pesar de los años (nació en 2004), mantiene su frescura y su capacidad para envolver al público en su historia de arqueología y nostalgia contada con profusión de baile, música y descaro. Lo demostró este verano en Almada, donde el público salió tarareando sus pegadizas melodías.



En el capítulo internacional encontramos más reclamos de altura. Figuras que son habituales en la cita catalana. Ahí está Guy Cassiers, otro belga, que llega con La nieta del Señor Linh, protagonizada por Lluís Homar (coproducción del festival con los Teatros del Canal). El montaje tiene su origen en la novela homónima de Philippe Claudel, una fábula sobre el exilio, la soledad y la búsqueda de la identidad que remite al estado de confusión en que se halla el continente europeo. Siguiendo con la potente escena belga, Alain Platel y sus Ballets C de la B presentan Requiem pour L., que tiene como motor inspirador el célebre y conmovedor Réquiem de Mozart. Platel completa aquí una reflexión sobre la muerte hibridando géneros como la ópera, el jazz y la música africana. Cada estilo evidencia distintas maneras de enfrentarse al desenlace que le espera a todo ser humano.



Por su parte, el lituano Oskaras Korsunovas exhibirá su versión de La boda de los pequeños burgueses de Bertolt Brecht. En esta actualización la sátira original sigue impactando de lleno en algunas hipocresías sociales de las que todavía no hemos logrado desembarazarnos. Temporada Alta se atreve este año también con la ópera. En concreto con un título celebérrimo, La traviata de Verdi. La puesta en escena corre a cargo de Benjamin Lazar, que consuma una revisión del clásico eliminando las fronteras canónicas en su día entre instrumentistas, cantantes y actores. La intención es hacerle justicia a la malograda Violetta Valéry, dejando entender que seguramente merecía un final mejor del que tuvo por culpa de las convenciones y dobleces dominantes en su época.



El festival gerundense también continúa cultivando su privilegiada conexión con Hispanoamérica. Claudio Tolcachir, que incursionó en Europa gracias a la puerta que le abrió el festival, vuelve con la aclamadísima La omisión de la familia Coleman, estrenada en Buenos Aires en 2005. La obra ha sido vista por cientos de miles de espectadores de medio mundo, dejando en el patio de butacas la inquietud de ver cómo las familias pueden desmoronarse por la incomunicación.



Del teatro argentino, asoma otro representante al alza, Sergio Blanco, que hizo recientemente doblete en el Kamikaze con Tebas Land y Ostia. En Gerona hará otro. Abre con Kassandra, un monólogo en el cual la heroína troyana en su precario inglés de migrante contemporánea, vendedora de productos de contrabando, nos viene a contar su historia y a desmitificar su propio mito. Dirige Sergi Belbel. Y remata con El bramido de Düsseldorf, sobre los límites del arte y la representación de la sexualidad (otra coproducción con El Canal). Rigola mostrará su espectáculo instalación Macho Man, una denuncia del feminicidio. En diversos espacios se muestran distintas caras en ámbitos el sentimental, el familiar, el laboral, el social y el judicial. Parece que será un testimonio muy duro de digerir. Y Angélica Liddell estará presente con Génesis 6, 6-7, su cóctel catártico del mito de Medea y el Antiguo Testamento.



Son todas propuestas que interpelan la cotidianidad contemporánea en distintos planos que van desde la conciencia individual a los conflictos colectivos. Este año la idea que hilvana la programación es la de la libertad de expresión amenazada desde muy diversos frentes. Salvador Sunyer, enérgico director del festival catalán, programa para combatir el mal que ya diagnósticó Leopardi: que la realidad se construye básicamente sobre bases económicas sin prestar demasiada atención a la expresión del arte y la cultura en general. Es decir, sobre bases demasiado débiles para cimentar y vertebrar cualquier proyecto de convivencia.



@albertoojeda77