David Afkham
Regresa David Afkham a su podio habitual al frente de la Orquesta Nacional de España. Lo hace con tres comparecencias: este viernes, el sábado y domingo, que se suman a las tres del fin de semana pasado, en el que desgranó un programa verdaderamente estimulante: Tout un monde de lointain de Henri Dutilleux -al que la orquesta le dedicó una de sus primeras Cartas Blancas- y una de las Misas más célebres de Franz Joseph Haydn, la conocida con el remoquete de Nelson, aunque su nombre primigenio sea el de Missa in Angustiis.En esta nueva cita su apuesta es monolítica. En atriles, figurará en exclusiva Sinfonía n°6 en la menor, ‘Trágica', de Gustav Mahler, una partitura caudalosa, imponente, compleja y contradictoria del compositor bohemio, que, en una frase dirigida a su amiga Natalie Bauer-Lechner, revela el alcance desemesurado que tenía para él el concepto sinfonía: "Significa construir un mundo con todos los medios a mi disposición".
Esos edificios, sin embargo, tenían cimientos corredizos, inestables, turbulentos, conectados con una psique propensa al pesimismo existencial, que se impone incluso a momentos en los que el viento le era favorable, como los años en los que la compuso, de 1903 a 1905, rodeado por el amor de Alma Mahler y de sus hijas. Ese amor se refleja, por ejemplo, en el trío del segundo movimiento, el scherzo. Pero un presentimiento funesto se va abriendo camino en los pentagramas hasta cobrar la sonoridad de los golpes de martillo en el agotador final. "Deben sonar como los que propina el hacha al árbol para derribarlo", dejó explícitamente dicho. Por desgracia, el destino le tomó la palabra y los años posteriores no dejaron de cebarse con él: la enfermedad cardíaca, la muerte de su hija Marie...