Dominique A. Foto: Vincent Delerm

En la cresta de la cuarta ola feminista, muchas voces anuncian la llegada (o salida del armario) de una 'nueva masculinidad' que en realidad ha existido siempre en segundo plano: sensata, sensible, empática y, por qué no, frágil. Armado con su voz melancólica, su hondura poética y la influencia evidente de la chanson, el compositor, cantante y escritor francés Dominique A (Provins, 1968) pertenece a esa clase de hombre y aborda de manera explícita en La fragilité, su último álbum, lo que implica ser así en una sociedad donde prima la competitividad y la proyección de una imagen de éxito. "Por la noche todo se relaja, te tiras en la cama, agotado de haber disimulado, de haber mentido tanto otra vez. Y el temblor regresa y te abandonas a él, te confías enteramente a la fragilidad. No puedes presumir de ella pero tienes que defenderla, dar la talla en todo momento y sobre todo no dar a entender que ella te protege y que ella te guía, que impide que te blindes. No todos los días está ganada la batalla de no volverse insensible", susurra en la canción que da título al disco.



Explorador incansable de territorios musicales dispares, 2018 fue un año importante en la trayectoria musical y vital de Dominique A. Cumplió 50 años, pero no tuvo tiempo de experimentar la típica crisis asociada a esa edad: escribió una autobiografía punteada por sus canciones y publicó dos discos, Toute latitude y el mencionado La fragilité, muy distintos entre sí, que presenta este lunes 1 de abril con un concierto en el Teatro Lara de Madrid, dentro del ciclo SON Estrella Galicia, el día 3 en Barcelona y los dos siguientes en Zaragoza y Valencia.



Pregunta. Publicó dos álbumes en 2018, algo inusual. ¿Por qué lo hizo?

Respuesta. Quería obligarme a ser creativo y poder trabajar en dos direcciones diferentes, suficientes para moverme musicalmente por todos los terrenos que me interesan, del trabajo en equipo al trabajo en solitario. Ambos funcionan con dinámicas diferentes, y por lo tanto permiten obtener cosas distintas.



Es más emocionante ser un cantante francés, español o turco que un músico anglosajón más"

P. Toute latitude y La fragilité muestran dos facetas diferentes de su música: la primera es más enérgica, cercana al post-rock y a la electrónica; la segunda se compone de canciones más íntimas y acústicas. ¿Cómo se complementan estos dos estilos?

R. Creo que el denominador común es simplemente la voz. Haga lo que haga, la voz es el enlace entre estilos que pueden parecer opuestos. Siempre está la melancolía que emana de mi timbre de voz, que es el límite y al mismo tiempo la firma del sonido.



P. ¿Mezclará los dos enfoques en sus próximos conciertos en España? ¿Qué tipo de concierto puede esperar su público de aquí?

R. El objetivo en el escenario para mí es transmitir una energía, con la misma intensidad, ya sea en grupo o en solitario. La idea es, sin ser demasiado rígida, proponer algo construido, como un bloque, con momentos de tensión y de relajación. Hay mucho trabajo de diseño sonoro y visual, funciona como un espectáculo, no como una simple presentación de canciones. La única obligación que me impuse era no utilizar la técnica de autosampling, con capas de guitarra superpuestas; lo he hecho mucho en el pasado, y quería ser capaz de dar un concierto en solitario sin utilizar esta técnica, para concentrarme más en la interpretación vocal.



P. Siempre ha explorado nuevos territorios en su música, sin estar encerrado en ningún estilo. ¿Ha supuesto esto alguna complicación en tu carrera?

R. Oh, no. De hecho, siento que no tengo elección. Necesito ser guiado por el deseo, él es el jefe. Así que a veces me hace tomar caminos que no siempre son los mejores, pero tengo que tomarlos porque él lo ha decidido. Es un trabajo donde el deseo es el rey; sin él, no se puede llegar a ninguna parte.







P. ¿Debemos defender más la fragilidad, especialmente en el mundo masculino? ¿Es la ambición de ser más fuerte que nadie la fuente de los problemas del mundo?

R. Sí, esa es la idea detrás de la canción. La fragilidad, en mi mente, no es en absoluto lo mismo que la debilidad: es un vínculo entre todos los seres humanos, eso es un hecho. Aceptar la propia fragilidad no es someterse; al contrario, es una forma de resistencia a la opresión liberal del culto a la eficacia, a la eterna juventud. Es una fuerza moral.



P. En "La poésie" lamenta no tener "un poema para salvarnos". ¿Cree que la poesía, la literatura, la música o cualquier otro arte pueden salvarnos de algo?

R. Creo que el arte puede ayudarnos a superar el disgusto que el espectáculo de la realidad, y la realidad misma, pueden generar. Tal vez este sea un punto de vista privilegiado. Sin embargo, muchos testimonios atestiguan que en situaciones extremas, hombres y mujeres se han aferrado a los poemas y a la lectura de recuerdos para sobrevivir.



P. Toute latitude comienza con "Cycle", y los primeros segundos de esta canción recuerdan mucho a Kraftwerk. ¿Está de acuerdo con esta conexión? ¿Le gusta este tipo de música electrónica de los años 70 y 80?

R. Sí, cada vez más. Sin ser un especialista, me gustan especialmente todas las reediciones del sello alemán Bureau B, que surge de las grabaciones de los pioneros de la música electrónica en los años 70. También se debe a que Thomas Poli, que toca los teclados en Toute latitude, está enamorado de estas músicas y domina perfectamente los instrumentos modulares que permiten encontrar este tipo de sonidos.



La clase política tiene gustos culturales pobres. El último gobierno francés que se interesó por la cultura fue el de Mitterrand"


P. Este año también publicó una autobiografía, Ma vie en morceaux. ¿Cómo fue la experiencia? ¿Cree que algún día podremos leerlo en español?

R. Ah, sería estupendo si pudiera ser traducido en su país... ¡Yo ya lo he mencionado! Es un libro que no fue planeado, y que surgió a propuesta de una editorial. Me pareció interesante explorar el tema de la memoria, permanente en mis canciones, a través de las canciones que hice, que son marcadores en tiempo real en mi vida. No tengo muy buena memoria de los acontecimientos y a menudo son las canciones mismas las que me permiten recordar cosas y encontrar mi camino a través del tiempo, porque conozco todos los períodos de mi vida a los que está ligado cada disco. Es un libro que se escribió con mucha libertad, y con mucha prisa, ya que al mismo tiempo estaba de gira. Esta urgencia me liberó de la escritura, me salvó de sobreescribir, de trabajar demasiado el texto, y gané en ligereza.



P. ¿Hay muchas diferencias entre el Dominique compositor el escritor?

R. No me considero un escritor. Soy un músico cantante que de vez en cuando escribe libros y trata de hacerlo correctamente. Sólo me permite enfocar la escritura de manera diferente, de una manera más autobiográfica, y forjar un vínculo adicional con aquellos que escuchan mi música. La ambición artística está en mis canciones, no en mis libros.



P. Ahora tiene 50 años. Muchas personas se enfrentan a una crisis personal cuando llegan a esta edad. ¿Cómo ha sido en su caso? ¿Ha tenido un impacto en la forma en que crea sus canciones o en la forma en que ve su propia vida?

R. En realidad creo que trabajar en dos discos al mismo tiempo me permitió no pensar demasiado en ello, por lo que tuvo una influencia directa en mi trabajo, creando para olvidar. Me divirtió mucho sacar un disco llamado La fragilité en mi 50.° cumpleaños, realmente insistí con el sello de Francia en que las dos fechas coincidieran. Bueno, todo esto no es tan importante, es sólo un símbolo. ¿Qué diferencia hay entre tener 49 o 50 años? Hay una frase de Víctor Hugo que dice: "40 años es el crepúsculo de la juventud, 50 es el amanecer de la vejez". Lo que ha cambiado es sobre todo mi relación con la lectura: leo mucho, y empiezo a pensar que si quiero seguir leyendo mucho, no debería demorarme demasiado.



P. "Le temps qui passe sans moi" es una canción muy vitalista. ¿Qué quería transmitir con ella?

R. La simplicidad de una canción pop, bastante simple, algo que se puede escuchar por su melodía. Y en cuanto a la letra, es una canción inspirada en un libro de un amigo escritor, Dominique Fabre, de ahí el título: me gustó mucho la idea de los momentos que sólo disfrutamos viendo, sin sentir en absoluto la necesidad de ser actor. Sólo para ver las cosas y disfrutarlas.







P. ¿Se siente portador de la tradición de la chanson francesa? ¿Se siente más cerca de este género o del rock u otros?

R. Cada vez más, sí, me siento como un chanteur français. Mi relación con la música es a través del lenguaje, el sonido de este lenguaje, que no es fácil de manejar en un contexto musical, pero es precisamente más emocionante ser un cantante francés, español o turco, y tratar de casar su lengua materna con música que no es "local", ya que está muy influenciada por Inglaterra y los Estados Unidos, que ser un músico anglosajón más. Todavía hay muchas cosas por inventar, el terreno parece más claro artísticamente (no estoy hablando de oportunidades comerciales, por supuesto) para un cantante de Lisboa que para un cantante de Manchester abrumado por las referencias relacionadas con su ciudad. Después de eso, no me importa la idea del rock, ya no significa nada para mí. Ahora sabemos que el rock era, antes de Internet, el agente del poder blando capitalista, así que, francamente, no me hace soñar.



P. Muchos de sus fans españoles no hablan francés o no lo suficiente para entender la letra correctamente desde la primera escucha. Pero el mensaje les llega a través de la música. ¿Qué significa para usted que alguien ame su música sin entender completamente el significado de la letra? ¿Cree que es importante que la música y las letras transmitan las mismas sensaciones al oyente?

R. Siempre es mejor entender las palabras, pero al mismo tiempo, si la emoción pasa primero por la música, eso es lo esencial. Personalmente, cuando escucho música en un idioma que no es el mío, no me importan las letras. Incluso Leonard Cohen, sólo recientemente leí sus textos. El sonido de su voz fue suficiente para mí.



P. En España, envidiamos el amor y el respeto que el gobierno y la sociedad francesa muestran por la cultura. ¿Cree que el respeto es tan grande como se ve desde fuera? ¿Y cuál es la razón de eso?

R. Es una imagen que perdura, pero al mismo tiempo, no es tan obvia desde el interior. La clase política, tanto en Francia como en el resto del mundo, está compuesta en general por personas con gustos culturales pobres, y los presupuestos dedicados a la cultura disminuyen constantemente, y existe una tendencia creciente, tanto en este campo como en muchos otros, hacia la privatización de la cultura. El último gobierno que realmente se interesó por la cultura en Francia fue el de Mitterrand a principios de los años ochenta; seguimos trabajando con las estructuras establecidas en esos años.



P. ¿Cómo han cambiado la música popular y la industria musical en Francia desde el comienzo de su carrera?

R. El soporte físico sigue resistiendo, seguimos vendiendo algunos discos, pero es el final. Es un poco como en todas partes, pero peor. ¿Qué puedo decir? Lo más preocupante es que aceptamos lo que sea sin mucha protesta para enriquecer a las GAFA [Google, Amazon, Facebook y Apple]. Nos matan financieramente y comemos de su mano: el síndrome de Estocolmo en todo su esplendor.



@FDQuijano