Ilustración de Kurt Cobain. Una biografía, de David Aceituno y David M. Buisán

En una entrevista en Rolling Stone de 1993, Kurt Cobain dijo: "Soy una persona más feliz de lo que mucha gente cree que soy". Sin embargo, sus últimos meses de vida demuestran lo contrario. A su paso por España el líder de Nirvana llamó a Courtney Love, su mujer, llorando. No podía más. Poco después, se cancelaron los conciertos que quedaban de la gira, voló a Roma, se reunió con ella y con su hija y en el hotel tomó una sobredosis de pastillas regada con champán. En la mano tenía una nota de despedida en la que decía que el doctor le había hecho elegir entre dejar las drogas o la muerte. Su decisión parecía obvia pero en aquella ocasión tuvo suerte. Corría el mes de marzo de 1994. Ingresó voluntariamente en un centro de desintoxicación pero no duró mucho. Se escapó, compró una escopeta y el 5 de abril no hubo nadie para salvarlo: Cobain aparecía muerto tres días más tarde. Tenía 27 años.



Aquel suicidio, que tantas hipótesis desató, convirtió al líder de la banda en leyenda, incluso en un mártir para toda una generación. Son varias las incursiones en su vida que se han hecho en el cine, tanto biopics como documentales, y también son muchos los libros que se han publicado sobre su figura desde su muerte hace ahora 25 años. El último título editado en nuestro país, coincidiendo con la efeméride, es Kurt Cobain. Una biografía, una novela gráfica que publican David Aceituno y David M. Buisán con el sello Random Cómics. Narrada en primera persona como si fuera el propio Cobain el que nos cuenta su vida, sus autores nos sumergen en algunos capítulos de su trayectoria.



Inicios en la música

Fue la tía de Cobain quien le regaló su primera guitarra cuando tenía siete años. Dos años más tarde, en 1976, sus padres se divorciaron. Aquello le acarreó problemas y llegó a ingresar en el hospital por no comer lo suficiente. Tras la separación su padre, Don, volvió a casarse pero Cobain dejó el domicilio donde residían, lo que hizo que aquel chaval rubio que ya apuntaba maneras deambulara por más de una docena de casas. Se refugió en el alcohol y las drogas, un mundo al que llegó en 1983 cuando probó la marihuana por primera vez. Aunque al principio la consumía en fiestas y en conciertos con amigos, no tardó mucho en hacerlo solo.



En 1987 Cobain, Krist Novoselic al bajo y Aaron Burckhard a la batería formaron la alineación original de la banda. Antes de decantarse por Nirvana barajaron otros nombres como Bliss, Ted Ed Fred, Skid Row o Poo Poo Box… El primer concierto que dieron, que fue en una casa privada aunque ellos no sabían que iba a ser así, lo hicieron sin nombre. Finalmente dieron con el nombre con el que pasarían a ser la voz de una generación desencantada con el mundo que les había tocado vivir, y Kurt Cobain empezó a escribir material nuevo para su primer álbum, titulado Bleach ("Lejía"). Era junio de 1988 y fue creciendo el número de conciertos, aunque nunca llenaban las salas en las que tocaban. El frágil vocalista lo sentía como un fracaso pero no sabía que el esplendor que tanto ansiaba iba a llegar. Tampoco sabía que ese éxito, para el que no estaba mentalmente preparado, sería su perdición.



Seattle fue la cuna del grunge, ese género a medio camino entre el punk y el rock alternativo que cantó (y gritó) el descontento y la apatía de toda una generación. Allí fue, en 1989, donde Nirvana consiguió su mayor éxito hasta la fecha en un concierto y, aunque no era originaria de Seattle sino de la cercana Aberdeen y aunque no fue no fue de las primeras bandas del género (como Soundgarden, Green River o Melvins), pronto se convirtió en el mayor exponente del grunge y del sonido Seattle. Cobain pasó de ser un niño inadaptado y traumatizado por el divorcio de sus padres a ser una de las caras y voces más conocidas del panorama musical mundial.



En 1990 llegó a la batería Dave Grohl, actual líder de la banda Foo Fighters, y tan solo un mes antes de lanzar su segundo disco, actuaron como teloneros de Sonic Youth en un festival europeo. En septiembre de 1991 publicaron Nevermind, un éxito inesperado que unos meses después desplazó al Dangerous de Michael Jackson del número 1 de la lista Billboard, y con el que los tres jóvenes músicos cambiaron el devenir de la música popular. Ya no había vuelta atrás.







Smells Like Teen Spirit, todo un himno generacional, formaba parte de Nevermind, pero también otras de las composiciones emblemáticas de la banda: Come as You Are, In Bloom y Lithium, responsables también de que hasta hoy se hayan vendido 35 millones de copias del álbum. Una cifra astronómica en comparación con su anterior trabajo, del que se despacharon 40.000 copias.



Nirvana emprendió entonces giras por Australia, Japón, Hawái, Europa… Todos querían ver a la banda, escuchar su directo, empatizar con las letras de un compositor cuya voz, en ocasiones, era más bien un alarido desesperado, desgarrado. Pero todo lo bueno que llegaba a la vida de Cobain se volvió en su contra. En lugar de sentirlo como una venganza por su pasado, un corte de mangas a todo el sufrimiento anterior, este improvisado portavoz del descontento general de toda una generación no supo lidiar con la fama ni con la presión de mantener el listón a la misma altura que Nevermind. Una fuerte depresión se apoderó de Cobain, que decidió refugiarse en la única cosa que sabía que nunca lo abandonaría: la heroína.



Dos años después del bombazo de Nevermind, Nirvana sacó su tercer disco. Aunque llevó como título In Utero, el que había barajado Cobain era I Hate Myself and I want to Die ("Me odio y quiero morir"). ¿Estaba ya lanzando un mensaje que nadie quiso interpretar de forma literal? En el documental Montage of heck que dirigió Brett Morgen se escucha cómo alguien le pregunta cuánto hay de verdad en ese primer título. "Como tanta verdad hay en una broma", responde Cobain, haciendo válido el dicho de que detrás de cada broma se esconde una verdad.



In Utero incluye la polémica Rape Me, una canción en la que el cantante pide ser violado y odiado, y concluye con All Apologies, un tema de atmósfera lúgubre que dedicó a Courtney Love y a su hija Frances Bean Cobain. Nirvana se embarcó entonces en una gira de tres meses por Estados Unidos y el 6 de febrero de 1994 arrancó su aventura europea, pero tras el concierto de Múnich la banda tuvo que cancelar los conciertos que quedaban por una bronquitis y laringitis aguda de su líder. Ni Grohl ni Novoselic sospechaban que no habría más canciones, más carretera, ni más conciertos.



Este 5 de abril se cumplen 25 años desde que Kurt Cobain decidió poner fin a su atormentada existencia. En su carta de despedida hizo suyo un verso de Neil Young: "Es mejor arder que apagarse lentamente".



@scamarzana