366 espectáculos se habían inscrito para concurrir a la XXII edición de los Premios Max de las Artes Escénicas, 119 habían resultado candidatos y tan solo La ternura de Alfredo Sanzol ha logrado el premio más preciado de la noche, el de Mejor espectáculo de teatro. La obra es un desternillante repaso de las comedias de Shakespeare muy libremente hilvanadas y trufadas con guiños locales y disparatados, gags, cambios de identidad, entradas, salidas, carreras... Sanzol, que ya ganó el Premio Valle-Inclán por esta obra, planteó el montaje como un juego en el que los personajes se mueven por su necesidad de ese afecto que da título a la obra. Y es que además de humor, la historia tiene moralejas. Primero la necesidad de arriesgarse para amar de veras. Y segundo, un alegato en favor del entendimiento entre los dos sexos.
El Teatro Calderón de Valladolid fue testigo de este éxito de La ternura en una noche que dejó varios triunfadores más (el más destacado, el teatro catalán, que recibió siete premios de 22 posibles) y un emotivo homenaje a la vallisoletana Concha Velasco, que recibió en su casa un más que merecido Max de Honor. "Me ha costado muchos años que me dieseis este premio, no sé por qué, seguramente porque no me lo merecía", ha comentado Velasco.
En cualquier caso, los galardones estuvieron muy repartidos y ningún espectáculo logró más de dos distinciones. La actriz María Hervás subió emocionada al escenario para recoger su premio a la mejor actriz protagonista por Iphigenia en Vallecas, que además se reivindicó como mejor espectáculo revelación. Y Rocío Molina volvió a reinar en las categorías de danza con Grito pelao, que acabó la noche como mejor espectáculo y con el premio a la composición musical que realizó Silvia Pérez Cruz. Sin embargo, fue Eva Yerbabuena quién recibió el reconocimiento como mejor intérprete femenina de danza por Cuentos de azúcar y Daniel Doña su homólogo masculino por Psique. La mejor coreografía fue a parar a manos de Sharon Fridman por su trabajo en Erritu.
Los otros espectáculos que consiguieron dos premios fueron A.K.A. (Also Known As) (mejor autoría revelación para Daniel J. Meyer y mejor actor protagonista para Albert Salazar) y Temps sálvate (mejor autoría teatral Josep Maria Miró i Coromina y mejor dirección de teatro para Xavier Albertí). La mejor adaptación o versión de obra teatral fue a parar a manos de Jordi Prat i Coll por Els jocs florals de Canprosa. Los Max técnicos se los repartieron entre Lehman Trilogy (mejor diseño de espacio escénico), Comedia Aquilana (mejor diseño de vestuario) y El curioso incidente del perro a medianoche (mejor diseño de iluminación).
Por último, The opera locos, de Klemark Espectáculos Teatrales S.A, Rami Eldar y Producciones Yllana, es el mejor espectáculo musical o lírico; Flotados, de Cía. David Moreno & Cristina Calleja, el mejor espectáculo de calle, y Dados, de Ventrículo Veloz, S.L.U, el mejor espectáculo para público infantil, juvenil o familiar.
Las espigas de trigo y la idiosincrasia castellana dominaron la puesta en escena de una noche con ritmo, dirigida con brío por el actor Fernando Cayo sobre el escenario, que contó con actuaciones de Silvia Pérez Cruz, Amancio Prada y Eliseo Parra y textos de Cervantes, Calderón, Lorca o Juan Mayorga sobre la libertad (el leitmotiv de la noche era La fiesta de la libertad). Tan solo la ausencia del ministro de Cultura, José Guirao, la directora general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música, Amaya de Miguel, y de representantes políticos de los distintos partidos deslució algo la noche.