Tras La estrella de Sevilla, que pudo verse recientemente en el Teatro de la Comedia, y la celebrada Luces de Bohemia, Alfonso Zurro acude a Shakespeare para indagar en el inacabable mundo del bardo inglés, capaz de diseccionar en sus obras la complejidad del ser humano. A partir del 3 de octubre, el Teatro Clásico de Sevilla, dirigido por Noelia Diez y Juan Motilla, estrena de su mano Romeo y Julieta en el Lope de Vega de la capital andaluza. “Las producciones del TCS –reconoce Zurro a El Cultural– se caracterizan por mantenerse fieles al texto original pero no olvidamos que hacemos teatro para el siglo XXI. Intentamos implicar al espectador en la historia que se cuenta”.
“El texto –añade– se ha tratado con el máximo respeto, siempre pensando en el autor y su legado. Es marca de la compañía. No ha habido una reescritura, como a veces sucede con Shakespeare. La adaptación es la propia que se suele hacer con los clásicos: ajuste de lenguaje, ritmo de las escenas, eliminar personajes anecdóticos y acomodarla a la época a la que se quiere trasladar…”
La tragedia de Romeo y Julieta es una de las más famosas de Shakespeare. También una de las más representadas. El Centro de Documentación Teatral tiene contabilizados más de 50 montajes en los últimos años. Desde los realizados por Cayetano Luca de Tena y José Tamayo en los años cuarenta hasta la original versión mexicana de Los Colochos, que pudo verse recientemente en el Festival de Almagro. “Shakespeare nos seduce y nos engancha”, reconoce Zurro.
En esta ocasión, su intención ha sido la de poner el foco en la fuerza de los sentimientos enfrentados y acercarlos al público de nuestros días: “Queremos que el ayer interfiera en el hoy y mostrar que uno no está tan lejos del otro, que las palabras de los clásicos pueden ser releídas en la actualidad con capacidad para sorprender y emocionar a un mismo tiempo”.
“En la obra la palabra odio tiene tanta resonancia como la palabra amor. nos hemos centrado más en el odio que terminará con los amantes”. Alfonso Zurro
El director de este Romeo y Julieta muestra en el montaje una historia de amor y de odio: “Se suele dar más importancia a la parte amorosa. Muchas veces, es con eso con lo que se queda el espectador. Pero el texto es claro: la palabra odio tiene tanta resonancia como la palabra amor. Nosotros nos hemos centrado más en el odio, que lo destruye todo y que terminará con los jóvenes amantes”.
¿Qué ocurre hoy? ¿Nos enseñan a odiar? ¿Quiénes? ¿Cuáles son estos odios? ¿Dónde están sus raíces? Estas son las preguntas que Zurro y su equipo del TCS se han hecho para indagar en este clásico. “A cualquiera que esté atento a lo que sucede no se le escapa que están alimentando estos sentimientos”, sentencia el director, para quien todavía queda mucho por hacer con los clásicos: “Los hemos tenido muy abandonados. Cada vez es más difícil hacerlos por el número de intérpretes y por la inversión tan arriesgada que supone”. La puesta en escena corre a cargo de Curt Allen Wilmer. Su trabajo en este Romeo y Julieta garantiza, según Zurro, que espacio y puesta en escena vayan de la mano. Con él, surgen nuevas relecturas, metáforas y signos: “Trabajamos, buscamos, investigamos, modificamos, inventamos… El proceso ha durado hasta el último día. Con Allen, el escenario es un lugar vivo”.