"Todos los espectáculos de La Cubana son muy distintos pero siempre se repiten los mismos ingredientes: comedia, color, música, sorpresas y participación del público. En Adiós Arturo volvemos a utilizar el teatro a la italiana en una parte del espectáculo. En el resto, practicamos nuestra personal forma de romper con la cuarta pared, dándole la vuelta a todo”. Así define Jordi Milán a El Cultural la nueva entrega de la formación catalana, que llega al Teatro Calderón de Madrid este miércoles, 9. “La obra surgió como surgen las ideas en nuestros espectáculos –reconoce Milán-. Generalmente, de la observación de ese teatro que todos hacemos en nuestra vida cotidiana y que pasa inadvertido como teatro. Cualquier situación nos vale. El teatro de la vida es un pozo inagotable de ideas para nuestra inspiración”.
Adiós Arturo se estrenó el pasado año en Valencia y desde entonces más de 200.000 personas han visto el espectáculo durante 300 funciones por toda España. A pesar de que en la mayoría de las ciudades hacía varios años que no actuaban, para Milán ha sido una auténtica sorpresa ver la forma en la que el público los ha recibido. El anterior trabajo, Gente bien (2017), se estrenó en Barcelona pero debido a las características del montaje no pudo girar, de modo que con Adiós Arturo la compañía se ha desquitado desplegando un tour que ya ha pasado por los escenarios de más de 30 ciudades.
Con una puesta en escena en la que exhiben su ya isobornable libertad, con personajes que entran y salen permanentemente de las tablas, e integrada por diez actores que encarnan 84 personajes, Adiós Arturo nos mete de lleno en un funeral muy particular que ha organizado por el propio difunto y cuya estructura argumental está construida al revés: primero el nudo, después el planteamiento y finalmente el desenlace. Para los que quieran repetir, hay que subrayar que en cada ciudad el guión es distinto. “No hay nada de humor negro en la obra –aclara Milán-. Solo humor. ¡Qué nadie se lleve a engaño! No nos reímos de la muerte. Si acaso de las parafernalias que montamos para despedirnos de este mundo y que, claro, están relacionadas con ella”.
El público también recordará Campanadas de boda (2012), montaje que precedió a Gente bien y que podría ser el antecedente de este Adiós Arturo. En ambos, se utilizaba el edificio del teatro como escenografía para el fin argumental. "Queremos plantear un canto a la vida, una reflexión para vivir el momento y hacerlo intensamente. Practicar en definitiva un carpe diem continuo tal y como ha hecho toda su vida el protagonista. Por eso ha querido que se celebre el hecho de haber vivido bien en lugar de llorar su muerte", matiza el director.
En unos meses, La Cubana cumplirá 40 años de existencia, un auténtico récord en los tiempos que corren. Pese a todo, no parece que la efeméride les condicione demasiado. "Solo sabemos que nos gusta el teatro en general y, en particular, el tipo de teatro que hacemos. Nada más. Imaginamos que por la tipología de personajes y el vocabulario "incorrecto" que utilizamos a la gente que viene le gusta ver y reconocer en el escenario a personas que ellos ya conocen. Desde que os conozco, nos dicen, ahora vemos muchas más cosas por la calle, en el metro o en mi familia que me hacen pensar en La Cubana".