Imagine por un momento a John Lennon con 80 años. No es difícil. Basta con ver a Ringo Starr (80) y a Paul McCartney (78) para hacernos una idea de su hipotético estado actual si no se hubiese cruzado en diciembre de 1980 con Mark David Chapman ante las puertas del edificio Dakota, que para él fueron las de la misma muerte. Cinco balas privaron al mundo de uno de los músicos más comprometidos e intuitivos de la historia de la música. Su carácter impulsivo, con sus luces y sus sombras, puso la primera piedra de los Beatles y revolucionó la manera de componer junto a McCartney, dando a luz al pop de masas, a las letras sencillas, a las canciones perfectas, al referente sin mácula de todas las causas perdidas. En solitario o con los Beatles consiguió transformar el mundo ya fuese desde las cavernas de Hamburgo o desde las encamadas pacifistas con Yoko Ono.
"Los dos primeros disparos alcanzaron a Lennon en la espalda y le hicieron girar -relata con detalle Albert Goldman en Las muchas vidas de John Lennon (Debolsillo)-. Dos se alojaron en su hombro. Una de las balas se perdió. Una vez que hubo vaciado su cargador Chapman miró hacia la calzada esperando ver allí caído el cuerpo de Lennon. No vio nada. Estaba tan absorto en lo que hacía mientras disparaba que no alcanzó a ver a su hombre abrir la puerta de la mampara y subir tambaleándose los cinco escalones que conducían a la oficina, donde finalmente cayó de bruces". ¿Lo imaginan?
Jocoso, inconformista, crítico y amante de los juegos de palabras, Lennon siempre estuvo ahí. Por eso no cuesta imaginárselo, ahora sí, componiendo en contra de la injusticia y de los políticos irresponsables. "Aunque todavía no se se había acuñado el término helpline (línea de socorro), eso fue esencialmente en lo que se convirtieron John y Yoko a finales de 1969, no sólo para campañas contra la guerra y grupos de presión, sino con cualquier víctima de opresiones, injusticias o discriminaciones", señala Philip Norman en la biografía publicada por Anagrama en 2009. Lennon estuvo en lo mejor y en lo peor de los Beatles y en todas las salsas artísticas y políticas que se le pusieron a tiro de su ingenio. Sólo puso un paréntesis a mediados de los setenta para volcarse, por iniciativa personal o por indicación de Yoko Ono, con el pequeño Sean.
Ahora ambos conmemoran el ochenta aniversario de aquel niño de la guerra procedente de una familia humilde y desestructurada (término que tampoco llegó a conocer) que dio sus primeros pasos buscando casas de parientes que estuviesen dispuestos a acogerlo. Estaba llamado a crear temas como Imagine, claro, Woman, Give Peace A Chance, Working Class Hero, Love o Came Together, todos en esta personal selección de 36 canciones (publicadas por Capitol-UMe) a las que Yoko y Sean han dotado de nueva vida en todos los formatos posibles, con un libreto de 124 páginas y con la supervisión del polifacético productor y director Simon Hilton. "Un tema clásico del pop es una síntesis de letra, música y producción. Las letras más eficaces son como plomo en una página impresa", señala Norman sobre su capacidad para convertir sus creaciones en un gran éxito.
La que da título al álbum, Gimme Some Truth, es toda una declaración de principios y muy apropiada para estos tiempos comandados por las fake news. Por eso no cuesta imaginar a Lennon, octogenario pero guerrero, cantándosela a la clase política con el mismo descaro con el que pidió a los pudientes de las primeras filas de uno de sus conciertos que hicieran sonar sus joyas mientras el resto aplaudía. “Estoy harto y cansado de escuchar/ lo que dicen hipócritas estirados cortos de vista y estrechos de mente/ Sólo ofréceme algo de verdad/ He tenido suficiente leyendo lo que dicen políticos neuróticos, psicóticos, cabezotas/ Todo lo que quiero es la verdad/ solo ofréceme algo de verdad”. No sabemos si Yoko Ono querrá con esta selección volver a mandar un mensaje de inconformismo, satisfacer el deseo de que la memoria de Lennon siga limpia y viva o sencillamente mantener firme la cuenta bancaria.
¿Se imaginan lo que hubiese compuesto desde el final de los Beatles, en 1970 (ojo, 50 años de aquel punto y final), hasta nuestros días? Solo tuvo diez años para buscar su camino y corregir las contradicciones que le desbordaban como padre, amante, músico y activista. Muchos frentes para solo diez años. Aun así dejó álbumes que nos permiten moldear una idea de por dónde hubiesen evolucionado sus inquietudes estéticas. Las canciones de este nuevo recopilatorio incluyen temas de John Lennon/Plastic Band (1970), Imagine (1971), Some Time in New York City (1972), Mind Games (1973), Walls and Bridges (1974), Rock ‘n’ Roll (1975), Double Fantasy (1980) y del póstumo Milk and Honey (1984). Manda la cronología en una entrega ejecutada por Jonathan Barnbrook, uno de los colaboradores preferidos de Bowie.
Finalmente, hay que imaginarse a Lennon recordando sus paseos por España. Bien en la escapada a Torremolinos de 1963 con el mítico manager de los Beatles Brian Epstein (que aún sigue dando que hablar, y mucho), en la minigira española que los fab four realizaron por Madrid y Barcelona en 1965 o en las largas esperas del rodaje de How I Won The War junto a Richard Lester en Almería en 1966. David Trueba lo hizo en Vivir es fácil con los ojos cerrados, película que recoge aquella estancia y cuyo título homenajea a Strawberry Fields Forever, tema que compuso bajo el duro sol de la ciudad andaluza. “Déjame llevarte allí, porque voy a los campos de fresa”. El mismo sol, por cierto, que presenció su boda con Yoko Ono en Gibraltar (“la roca del fin del mundo”) en 1969. Así que no costaría imaginárselo en cualquiera de estas localidades componiendo y retirado ya, a salvo de lestrigones y cíclopes, para darle una oportunidad a la paz que le arrebató un perturbado hace 40 años. Este 9 de octubre hubiese cumplido 80 años. Imagine...