Inteligente, bella, famosa. Así fue Maria Callas según Boadella, la gran protagonista de Diva, una nueva entrega de su personal teatro musical protagonizada por la soprano María Rey-Joly y el tenor Antoni Comas, convertidos ya en parte de su compañía tras participar en montajes como ¿Y si nos enamoramos de Scarpia?, El pimiento Verdi o Amadeu. La gran novedad de Diva, que llega a los Teatros del Canal este viernes, es su apuesta trágica. Desaparecen ahora los momentos irónicos y satíricos, marca de la casa, para desarrollar un formato algo distinto aunque siempre con el sello inconfundible del que fuera director de El Joglars durante más de 50 años. “Esta vez no doy respiro”, señala Boadella contundente a El Cultural. “También es la primera obra que dedico íntegramente a una mujer. Fue una sugerencia de Rey-Joly. Al instante me la imaginé en el papel de Callas y lo vi claro. Es una magnífica cantante y una gran actriz”.
La “diva” que nos presenta Boadella está en plena decadencia. Se encuentra sola y sin arte. Su amante, Onassis (Comas), ya se había casado con Jackie Kennedy. En el montaje, es un personaje unas veces despiadado y otras un gran seductor. Callas ha sacrificado su carrera por amor. “Esas caídas sin red provocan en quienes han estado en la cima un dolor muy profundo –puntualiza Boadella–. A la desventura amorosa se suma la impotencia de la gran artista que ya no consigue cantar bien. Todo ello conforma un alto nivel dramático que nada tiene que ver con los rifirrafes amoroso entre burgueses”.
"Nos invade la moda del teatro documental. Está compuesto por formas faltas de emoción y poesía. O sea, aburrimiento". Boadella.
Según el director, “la obra no podía ser una hora y media en prosa”. Por eso aprovecha los altibajos de Callas para introducir la máxima explosión de sentimientos a través del canto. Para esa montaña rusa emocional ha escogido las arias más acordes con cada situación, procedentes de La traviata, Norma, Madama Butterfly, Otello, Tosca y La Wally, entre otros títulos. “En cierta medida es una ópera con distintos compositores, por eso requiere de unos buenos cantantes que al mismo tiempo sean grandes actores”.
Se percibe en Boadella una ligera decepción con el teatro que se hace en estos momentos, de ahí su huida hacia lo musical. “En los últimos tiempos, ha declinado hacia el ámbito de la sociología y la psicología de una forma muy reiterativa. No digo que no tenga su interés pero la especulación intelectual lo aleja de la escena como lugar de excitación de los sentidos. En definitiva, lo aleja del arte, que es justamente lo que a mí me interesa”, explica. El diagnóstico de Boadella sobre la situación de las tablas también pasa por la especial coyuntura provocada por el Covid.
“Hace 2.500 años se hacía un teatro bastante parecido al que ha llegado a nuestros días. Desde entonces ha sobrevivido a innumerables pestes, guerras y persecuciones. Ha atravesado momentos estelares y otros más discretos. Ahora nos invade la moda del teatro documental realista. Está compuesto por formas faltas de emoción y poesía. O sea, aburrimiento del público. Para nuestro oficio es algo peor que el coronavirus pero, como suele suceder, vendrán tiempos mejores y el teatro volverá a su lugar como una de las bellas artes”, reflexiona Boadella para desenfundar su insobornable ironía: “La pandemia me ha causado pocos problemas. Soy un profesional del confinamiento. La degradante situación de Cataluña me hace vivir aislado en mi masía del Ampurdán. Las relaciones personales y de amistad las tengo en Madrid y en otras partes de España. He aprovechado estos meses de peste para escribir…”
Quizá por todo ello, el director haya encontrado también un refugio en montajes como Diva, donde la música es la máxima expresión de su búsqueda. “Es el arte en directo, la emoción instantánea. En esta cuenta atrás de mi vida artística estoy concentrado únicamente en la poética relación música-teatro”, reconoce.