Las performances de la artista belga Miet Warlop, la coreografías reivindicativas de Nora Chipaumire, los movimientos de María y Cuqui Jerez, las exposiciones escénicas de Los Torreznos, la experimentación de Vertebro y la danza de Quim Bigas son algunos de los nombres que inspiran el trabajo de Bárbara Bañuelos, que este miércoles, 9, lleva a La Abadía Mi padre no era un famoso escritor ruso, una reflexión sobre el cuerpo y el sufrimiento mental que nace de un silencio familiar y de la necesidad de romperlo reconstruyendo la historia de su abuela paterna.

"Mi investigación me llevó a conectar con el sufrimiento mental. Tiene orígenes diferentes. Es algo muy subjetivo y eso lo dota de gran complejidad". Bárbara Bañuelos

A través de una puesta en escena sencilla, reforzada por un espacio neutro y luminoso, Bañuelos, solo acompañada por sillas de madera, construye a su criterio  diferentes geografías que ha recorrido, acciones que ha realizado y dialoga con personas que en algún momento se ha encontrado. E intenta responder a preguntas como por qué hay que mentir para conseguir un trabajo o si los problemas mentales surgen como consecuencia de la forma en la que está diseñada la sociedad. “Toda la experiencia de mi investigación me llevó a conectar en primera persona con el sufrimiento mental, que es muy diverso y plural. Lo que lo provoca tiene orígenes diferentes. Es algo muy subjetivo y eso lo dota de gran complejidad”.

Calificado de “documento escénico”, Bañuelos recoge las dolorosas experiencias sufridas por este tipo de personas. “Gracias a esas narraciones, podemos reflexionar y conocer otras formas de estar dentro de la comunidad, otras maneras de escuchar y de acompañar estas realidades para enfrentarnos a ellas de una manera más respetuosa, desdibujando así el estigma social que aún planea sobre sobre este problema”, señala la autora de Inventario. Memorias de una aspiradora (estrenada hace un año también en La Abadía).

La investigación escénica de Bañuelos invita a ver y a pensar desde lugares distintos a los habituales. Le interesan propuestas que logren desplazar las convenciones para alcanzar reflexiones y experiencias corporales únicas e irrepetibles. Conceptos como memoria, imaginación, tiempo, realidad-ficción se relacionan y se ponen en juego para pensarse desde otras perspectivas. “Suelen ser piezas que se deslizan entre el movimiento, las artes visuales y las artes vivas”, señala a El Cultural.

En estos momentos, Bañuelos se encuentra ultimando Hacer noche, un montaje que estrenará en septiembre en el Festival TNT de Tarrasa y en el que, junto a Carles Albert Gasulla, inicia un periplo escénico, “una reflexión sobre los cuerpos y sus contextos”, que tiene como punto de partida Viaje al fin de la noche, de Celine.  “Veremos cuerpos que se esconden, que sufren, que dejan de ser visibles -explica la directora y autora-. Su voz, su experiencia y su conocimiento están condenados a desaparecer. Hacer noche aborda la soledad y la vulnerabilidad de la locura contemporánea, capaz de convertirse en un encuentro íntimo que desgrana y cuestiona al colono que llevamos dentro”.

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