Sostiene Juan Diego Botto que la primera obligación del arte es no aburrir. Quizá llevado por esa máxima ha escrito con espíritu de artesano el texto de Una noche sin luna, en el que indaga sobre la vida y la obra de Lorca a través de sus poemas, cartas, obras de teatro, conferencias y entrevistas. Todo le ha servido para construir una pieza escénica “de gran formato” en la que el auténtico protagonista es el autor de Yerma.

"He trazado un dibujo de nuestra actualidad guiado por la mirada de Lorca. Siempre sin perder el respeto a su obra ni el sentido del humor". Juan Diego Botto

Este juego de espejos, esta exhibición de ilusiones sobre el poeta granadino, que llega el próximo 17 de junio al Teatro Español, no está planteado, según Botto, para volver sobre el referente más internacional de nuestra cultura del siglo XX, sino para recordar, y mostrar, al joven escritor que buscaba hacer arte de la mejor manera posible y mejorar la España de su tiempo. Interpreta al propio Federico, que nos habla en primera persona para contarnos fragmentos de su vida. La preparación del personaje ha sido un proceso de años (escribirlo ya le ha llevado solo tres).

“Tuve la suerte de poder acercarme a Ian Gibson y Luis García Montero, entre otros muchos, para que me dieran pistas sobre la persona que pudo ser Federico. He trazado un dibujo de nuestra actualidad guiado por la mirada de Lorca. Siempre sin perder el respeto a su obra ni el sentido del humor que permite que entremos en territorios que de otra forma resultarían excesivamente hostiles”, explica Botto, que reconoce haber afrontado este proceso escénico de una forma “atrevida, dinámica y audaz”.

Tan audaz como la dirección que ha realizado Sergio Peris-Mencheta, que vuelve a formar tándem con el autor y actor tras Un trozo invisible de este mundo, montaje estrenado en el mismo escenario del Ayuntamiento de Madrid hace casi diez años (aquella vez en las Naves) y con el que conmovieron al público gracias a una dolorosa y emocionante historia sobre inmigración, desaparecidos y exilio que arrasó en los premios Max de 2014. “Autores como Lorca nunca dejan de estar de moda. Escribió un teatro que retrata como ninguno las luces, pero sobre todo las sombras, del ser humano”, explica a El Cultural Peris-Mencheta, que se muestra crítico con la gestión de su legado, recientemente declarado Bien de Interés Cultural: “El problema es que está todo ‘protegido’ en una caja fuerte en el centro Federico García Lorca de Granada, donde van sacando el material con cuentagotas. Es una pena tener acceso a unas pocas decenas de originales en sala, cuando hay más de 9.000 documentos encerrados esperando a que los gestores del centro decidan cuáles serán los próximos veinte en ser liberados”.

"Es una misión de las instituciones y de las Academias abrir al público lo archivos y extender el conocimiento de su vida, su obra, su trayectoria, a todos los que quieran acercarse a ella -opina Botto en el mismo sentido-. La idea de una cultura elitista encerrada en los muros de la Academia y las instituciones y alejada de la gente es antagónica con la propia trayectoria del poeta".

Entre las complejas, sutiles, y ricas metáforas que componen este legado “de interés cultural” se encuentra la luna, una constante en García Lorca que ha inspirado el título de la obra y que nos transporta a la noche en la que lo asesinaron. Aquella trágica jornada, según Ian Gibson, fue una noche sin luna. También, reconoce Botto, está detrás de los motivos que han inspirado este montaje la denuncia que recibió, meses antes de ser asesinado, por delitos de odio e insultos a la Guardia Civil por el Romance publicado diez años antes: “En el ambiente hostil de esos años se sembraron las semillas para que florecieran ese tipo de denuncias. Lorca tuvo que ir a declarar a un juzgado de Madrid y el fiscal, finalmente, desestimó el asunto”.

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