Vuelve a Madrid, al Conde Duque, del 7 al 11 de julio, dentro de la programación de los Veranos de la Villa, un título clásico de nuestra zarzuela. Nos referimos a La tabernera del puerto. Sorozábal sabía extraer de la voz humana, gracias a una magnífica proporción de efectos, lo mejor. La obra transcurre en una imaginaria aldea del norte de España, Cantabreda. Algunos dicen que oculta Castro Urdiales, otros afirman que se sitúa en el País Vasco.
En 2018 vimos este romance marinero en una producción de Mario Gas. Este montaje es de la Compañía Lírica Amadeo Vives, que fundó en su día el histórico José Tamayo. El reparto lo encabeza la soprano Ruth Terán, el tenor Sergio Escobar y el barítono César San Martín. Ella es una lírico-ligera sensible, de trazo fino, de frágil contextura, adecuada para el cometido. El tenor posee un instrumento recio, sonoro, bien asentado, de agudo pleno, y el barítono, quizá no muy rico de timbre, es un profesional seguro
y sólido.
Cantan también, entre otros, el bajo Carlos London, de timbre oscuro y retumbón, de emisión cupa, bien apoyado en graves, en el papel de Simpson, y la veterana Amelia Font, que se las sabe todas, como Antigua. El maestro José Antonio Irastorza, unido a la compañía desde los tiempos de Tamayo, conocedor y muy metido en el género, se sitúa al frente de la Orquesta de la Comunidad de Madrid. El antiguo barítono, Antonio Ramallo, otro hombre que se lo sabe todo de este mundo, dirige la escena.